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LA ECONOMÍA ANDINA DE CRIANZA; ACTORES Y FACTORES META-ECONÓMICOS


INTRODUCCIÓN

"Yo he venido aquí a coger oro y no a labrar el suelo como un campesino". Con estas palabras rehusó Hernán Cortés una concesión de tierra que se le hizo en 1504 en la isla La Española. Así expresó muy bien el sentimiento general de los conquistadores y el “KUTI” que había de producirse en la economía precolombina; una revolución económica sin par que visualizamos en las líneas maestras de la economía política colonial que en última instancia era y es minera, siendo los otros sectores de la economía no más que el aparato global de suministro de inputs laborales y materiales, en recursos naturales y capitales, en bienes y servicios, todo para el sector minero. Hasta hoy día el sector moderno y más productivo de la economía de los países andinos es sin duda el sector minero extractivo. La actitud de Cortés persiste y explica las bases de nuestro modelo de desarrollo económico. En cambio, los imperios precolombinos se dedicaron a construir una economía agraria, no basada en la explotación de recursos no renovables, sino en el fomento de los recursos renovables. Así desarrollaron una economía no agotable, auto-sostenido, autocentrado y duradero. El factor decisivo ha sido la adaptación del hombre al medio ecológico, y el desarrollo de una gran tecnología propia, formada en íntima correlación al medio. En cambio, la “revolución minera de América", causó -aparte de la rápida y pasajera acumulación y transferencia de oro, plata y otros minerales hacia la metrópolis- la pérdida de la tecnología andina y el subdesarrollo de su economía agraria. Dentro de este marco general ha de interpretarse la historia y el progresivo subdesarrollo de la comunidad aymara.

A modo de un marco tipológico definimos el perfil de ambas: la economía andina tradicional y la occidental moderna. La andina es (era) una economía agro-ganadera-pesquera; la moderna es minera y extractiva. La andina, agrocéntrica; la moderna, capital-acumulativa. La andina se basa en los recursos renovables; la moderna en los no-renovables, descuidando y agotando incluso las renovables. La economía andina es ecológica, es “eco-crianza”; la economía moderna es económica; es eco-agotación.

Su meta y valor último es: la Vida que fluye. El modelo arquetípico de la economía andina es la crianza de la vida. En cambio, el paradigma de la economía moderna es la producción de bienes y servicios a realizar en el mercado; su meta y valor último es: el Capital que crece (1).
En lo que sigue queremos elaborar el concepto básico de la economía andina, definida como “crianza de la Vida, en oposición a la economía moderna. Se trata de un intento a caracterizar su filosofía y su cosmovisión de fondo, su paradigma básico, su ética, su meta y su alcance, sin olvidarnos de su praxis en términos de la tecnología productiva y del consumo.


LA VIDA

La Vida es el valor supremo para el andino; pero todo tiene vida y personalidad: seres humanos, los seres de fauna y flora, y también las piedras del campo, el agua de los ríos; los cerros y los fenómenos climáticos, sol, luna y estrellas. La Pachamama es la Madre universal, la que da vida a todos estos seres, los cría. Y también se deja criar por ellos. El agricultor sabe que después de la cosecha la Tierra debe descansar, para que “la Virgina” se recupere después de parir los seres que le han de alimentar: “la madre papa”, la oca, la quinoa, el maíz...; sabe abonar la tierra de su chacra, y sabe alimentarla con sus ofrendas: la wilancha, o el simple “pago a la Tierra”. Igualmente hace el pastor andino con su “chacra-con-patas”, su ganado, de la que cosecha: la lana, la carne, la grasa... La Vida es el valor último y máximo: vida compartida, universal, recibida como regalo por gozar y como tarea por criar y compartir, transmitir; la vida armoniosa que se desarrolla en el diálogo y el regalo gratuito y recíproco entre humanos y también para con los seres vivos de la chacra, de la naturaleza, y de la comunidad de las Wak’as, las divinidades andinas. La Vida es Una y universal, de modo que la sabia crianza de los cultivos afecta positivamente a la crianza de los hijos, y el aborto afecta a la vida de la chacra: trae la granizada que acaba con los cultivos.

El respeto a la Vida, su crianza con cariño y dedicación es, en resumen, la máxima de la ética andina. De esto se ocupa el agricultor, el pastor, el pescador andino; y también la madre y dueña de casa, el yatiri y el ritualista andino.


LA ECONOMÍA DE LA CRIANZA

Si la Pachamama es la madre de toda vida, el agricultor se concibe como el partero de la Madre Tierra, y el encargado de la crianza de los cultivos como que son sus hijitos. En carnavales - “anata” - el andino festeja a la “madre papa”, como a todos sus cultivos: la hace bailar, la ch’alla, la besa, le canta y le habla. La cosecha es el alimento regalado por la Madre Tierra para sus hijos; es “regalo” que hay que agradecer, respetar; nunca botar, ni desperdiciar. La tradición quiere que en parte la cosecha se destina al trueque: regalo gratuito, que a su vez merece un regalo recíproco, y en un ambiente ritual, alegre, festivo.

De esta “Pacha-vivencia” (que es el concepto andino de lo que llamamos: “cosmovisión”), nace la mitología y el ritual de producción, ritual grande o chico, que en todo momento del proceso productivo es atendido. Mito y rito forman el marco dentro del que el andino concibe y experimenta su trabajo productivo, y el consumo de su producto; su economía es una economía de la crianza. Incluye una dimensión meta-económica: ética y religiosa.


COMPARANDO DOS CONCEPTOS DE ECONOMÍA

Nuestro tesis dice: “Economía andina es una economía diferente"; en ella, “crianza” reemplaza a “producción” como concepto básico. Así lo enseñan la mitología y los rituales de producción (2). Para el andino, la Vida se encuentra en toda la naturaleza, -Pacha- y significa: una calidad misteriosa presente en todo ser y acontecer, por cuanto todo participa en la vida universal de la Pachamama, la madre tierra. Por ello se escribe aquí Vida con mayúscula. Por eso, según una definición filosófica, la Vida es una calidad universal de todo lo que existe, que permite las cosas que al nivel de conciencia y de significados, actúen, se comuniquen, que dialoguen y conversen entre sí, que intercambien y reciproquen con otros seres vivos, inclusive con los seres humanos. En el pensamiento Occidental, esta facultad se limita al modo humano y personal de vivir; en el pensamiento andino, cada cosa tiene su carácter personal y se comunica con otros seres y con los humanos. Las cosas pueden comunicarse con él, deben ser solidario y colaborarle, pero las cosas pueden ser también caprichosas y hacerle daño. El concepto de Vida coincide casi, o totalmente, con el concepto de Existencia. De allí que en la economía andina, “el medio natural” y “los recursos naturales” representan un factor activo de producción, al lado del hombre; y una acción de crianza de la Vida. Por eso, hablando a nivel metafísico, todos los seres del medio natural se mueven al mismo plano existencial y tienen la misma importancia, derechos y obligaciones respecto a la vida. Todos los seres, inclusive el ser humano, forman parte de la Pachamama y/o reciben su vida de la Pachamama; el hombre es su hermano, no su dueño. La idea de una oposición jerarquizada entre espíritu y materia, entre el hombre y la naturaleza, o creación (idea que permite desarrollarse una ideología occidental de control y dominación sobre el medio natural y los recursos) se rechaza en el mundo andino, y hasta cierto punto se revierta, porque la Pachamama (que es el medio natural personificado y divinizado) es la Madre que da Vida al hombre, y éste depende de ella.

“Economía de crianza” implica un trato muy diferente, respetuoso y dedicado de las cosas, conforme el tradicional respeto del hombre andino por la Vida. Para él, todo es vivo: el medio natural, sus recursos naturales, las aguas de riego, los cultivos, los medios de producción... todo! Y todo ello merece un trato respetuoso, por cuanto son seres vivos, desde la Madre tierra, los cerros y el clima ("medio natural"), los llamados “recursos naturales", tales como: los tres Chicotillos: Viento, Helada y granizada, la chacra y el agua (en su función de recurso natural y capital), los cultivos y ganado (en su calidad de “productos"); “Distribución y consumo de bienes y servicios” incluyen aparte de los seres humanos, también la Sallqa y los Wak’as (el medio social, divino y natural). "Distribución y consumo de bienes y servicios” no ocurren en un sistema de mercados sino mediante los viajes de canje y las ferias, las fiestas y los rituales de producción; significan para el andino: el esfuerzo de alimentarse y alimentar a todos los seres vivos comprometidos con la “economía de la crianza": humanos, naturales y divinos, porque (gracias al diálogo existencial del hombre y el intercambio de comida con los seres naturales y divinos) todos estos seres vivos están comprometidos, éticamente con, y realmente incluidos en la economía andina de la crianza mutua.

La cosmovisión andina (la pachavivencia) que sustenta la economía de la crianza, se cristaliza en la mitología andina y los rituales de producción que acompañan toda actividad económica. Mito y rito implican una ética y actitudes de manejo; mejor dicho: trato respetuoso en la economía de crianza. El andino que es al mismo tiempo empresario, trabajador y consumidor, orienta en última instancia su ética laboral y su sistema de consumo a la respetuosa crianza de la Vida.

La economía de la crianza asegura: un modelo de desarrollo sustentable; un permanente cuidado del medio ecológico; un trato digno entre andinos y todos los seres humanos comprometidos en esta economía (no un manejo violento, autoritario o autocentrado).

La economía de la crianza es “pachacéntrica", no antropocéntrica. La economía de la crianza significa que el andino se considera como hombre partero, hombre criador; no como homo economicus.


ECO-NOMÍA COMO AGRO-NOMÍA

El andino concibe la eco-nomía como “agro-nomía”, y agro-nomía a lo andino; ésta lleva a:

- una agri-cultura, o “chacra-cultura”, en sentido inclusivo: que es criar el universo vivo (de Wak’a, Sallqa y Runa); este universo vivo se encuentra en la chacra, para conversar y compartir, para reciprocar y así criarse mutuamente.

- una chacra-cultura protagonizada por las tres comunidades vivas.

- una chacra-cultura que es crianza según las normas éticas del ayllu y sus tres comunidades vivas

- una chacra-cultura que es pacha-cultura y que es pacha-vivencia.

La alegoría básica de la economía andina es: la vida, tal como el andino lo experimenta, y que incluye la vida de los Wak’as, de todos los seres del medio natural y de los humanos; (la vivencia de Wak’a, Sallqa y Runa).

El valor central en la economía andina es la Vida (en sentido global) que es omnipresente y multiforme; vida biológica, humana, natural, divina; la vida como valor central, supremo y meta-económica. La meta final de la actividad económica no es incrementar o acumular capitales y poder, sino criar una “sumaq kawsay” (una vida dulce, armoniosa, vigorosa) , criar y reforzar esta vida en buena armonía. Signos del “sumaq kawsay” son: una creciente felicidad, bienestar, seguridad, una armonía social y cósmica cada vez más completa y duradera, siendo este el camino para incrementarse el prestigio, la fuerza y la satisfacción de los seres y comunidades implicadas. Economía, producción, significa la regeneración del “sumaq kawsay” (en la chacra, y de ahí en la familia humana y en la comunidad humana). Es por eso que aparecen en el discurso tecnológico andino términos como: siembra, procreación, gestación, nacimiento, crianza, cosecha. (en aymara/quechua!). En resumen: la meta de la actividad económica es un valor meta-económico, por cuanto su objetivo no es aumento de capital y poder, sino vigorizar y asegurar la sumaq kawsay, y “criar y crecer en armonía": Señas de sumaq kawsay son: mayor felicidad, bienestar, seguridad, armonía cósmica y social. En esto se logra creciente prestigio y satisfacción. La actividad económica lograda, implica una triple actitud: técnica, ritual y ética.

1.- Actitud técnica: habilidad, prudencia y experiencia empírica en la “crianza de la vida".

2.- Actitud ritual: la tecnología andina es bi-dimensional: tiene una dimensión simbólico-religiosa, expresada en los rituales de producción que acompañan la “crianza de la vida".
3.- Actitud ética: cariño y respeto; responsabilidad y solidaridad; una ética cósmica (Estermann) ante la “crianza de la vida".

"Producir” es “regenerar la vida". De allí, que en el discurso tecnológico andino aparecen términos (en aymara y quechua) como: siembra, fertilización, procreación; gestación y parición; crianza de la vida; producción es: regeneración de la vida. Tal vez tenemos que corregir los términos y no hablar más de “ritual de producción"; sino de “ritual criadora".

En el sistema económico andino, el destino de la producción (agraria y anexos) se dirige a objetivos y necesidades diferentes de los que observamos en el sistema moderno occidental. Veamos el destino de la producción:

ECONOMÍA DE LA CRIANZA: ECONOMÍA MODERNA DE MERCADO:
Semilla Re-inversión
Alimentos Consumo
Consumo festivo colectivo Consumo
Almacenaje y reservas Reservas
Despensa (de alimentos) Almacén (de bienes)
Trueque Ventas y (re-)distribución
Regalos Seguros y costos de la mano de obra
Culto; ritual de crianza de Sallqa y Wak'a Tasa ecológica
Pago a la Tierra, Pachamama y los cerros Tasa ecológica
Fertilización empírica y simbólica Input
Alimento para el ratón, el cóndor, el zorro, etc. Daños y pérdidas
Alimento para viento y lluvia, granizada y helada Daños y pérdidas

El análisis de cantidades absolutas y porcentuales, motivo y sentido de cada rubro arrojaría diferencias muy notorias y explicaría perfil e identidad de cada sistema, como también cultura de fondo y significado de la actividad económica.


CONCLUSIÓN

Los términos y conceptos de la economía andina son originarios del ambiente biológico y del concepto andino de la vida. El ciclo económico andino es el resultado de tres ciclos biológicos que integran el sistema económico andino. Estos tres ciclos son:

1. el ciclo ganadero: gestación, parición, crianza y beneficio, llamado: “cosecha” (la economía pastoril).

2. el ciclo climático, vegetativo y agrícola: sembrar, brotar, crecer, florecer, echar semilla y cosechar (la economía agrícola).

3. el ciclo vital humano: nacer, criarse, casarse (jaqichasiña), generar y criar hijos, (madurarse), morir para renacer en la descendencia (la economía doméstica).

El sistema económico andino logra integrar en un modelo único las exigencias y las necesidades, las oportunidades y las reciprocidades, que ofrecen estos tres ciclos biológicos, considerados en su conjunto como una misma vida que brota de la Madre Tierra, que es compartida por todos y que se desarrolla como un mega-cuerpo orgánico en reciprocidad solidaria y con un mismo ritmo vital.



NOTAS:

(1) “Cápita” (latin, plural de caput) significa “Cabezas (de ganado)”. En la economía pastoril arcaica el ganado era el “capital vivo”; en la economía moderna se trata de una capital-dinero, invertido y productivo.

(2) Cf.: J van Kessel, Tecnología aymara, un enfoque cultural; Cuad. IECTA, Nº 3, Iquique, 1992).

Juan van Kessel
Instituto para el Estudio de la Cultura y la Tecnología Andina
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BASES PARA EL RESTABLECIMIETO DE LA PROSPERIDAD ANDINA


En una cultura como la andina, donde todos los componentes del hábitat son considerados vivos y con categoría de runas (personas con mucha responsabilidad ecológica, ritual y social) surge la categoría de equivalentes consubstánciales, de mutua pertinencia de todos y entre todos. Esta visión subjetiva y objetiva da sentido concreto a la existencia de un sentimiento de comunidad holística, de cuya conducta y trabajo depende la prosperidad de cada miembro y del conjunto.

Así la alpaca es madre y hermana nuestra que vino a través de las paqarinas (manantiales altoandinos); a quien nos ha dado, prestado no más, la pachamama; y que debemos criarla con cariño para que no se vuelva al corazón de la madre tierra. El agua de riego, igualmente fue traído por los huachus desde el corazón de la pachamama con tinya de oro, música y cantos. Por eso tanto la alpaca como el agua de riego cuidan el equilibrio del mundo. Los runas no deben pelear por las alpacas ni por el agua de riego; si lo hacen se regresarán al seno de la pachamama. De igual manera, la papa, que fue traído desde su condición de huack’a en las sallqas (naturaleza) a la chacra con cantos y cariños, es nuestra causaymama (madre que nos da vida), y tenemos que quererla, tratarla bien para que no desaparezca de nuestras chacras.

Entonces el runa es ante todo un criador de la vida. La emanación de la vida en el pacha requiere del runa su permanente actitud criadora. En este sentido, la actividad del runa es incesante e incansable dado que es una celebración permanente de la vida.

El sentimiento de equivalentes ha dado origen al sentido de responsabilidad de todos los miembros del pacha en la armonía de la crianza de la vida. En efecto, en un mundo de intensa variabilidad climática como es en el paisaje andino, el mejor camino para lograr la abundancia con suficiencia es la conversación. En esta conversación cada quien manifiesta su capacidad de criar que varía de año a año. Esta conversación tiene sus momentos densos y de rituales, pero también es una práctica diaria, dado que, como todos son seres vivos, su emotividad puede hacer variar, pero no cambiar, su capacidad de criar. En esto el runa desarrolla sus habilidades para asegurar la abundancia y la prosperidad de la vida.

En esta relación con su hábitat, que representa el 85% de los climas del mundo en un medio geográfico de poca extensión, el hombre andino ha tenido éxitos en la implementación de la seguridad alimentaría, y que se destruye con la invasión occidental de estas tierras.

Las bases de esta prosperidad están en su manera de ser del runa en su relación con el hábitat andino. Es una relación simbiótica basada en los siguientes aspectos de vivir el mundo:

- El mundo en su totalidad es vivo y es persona.
- La conversación y la reciprocidad holística hacen posible el éxito de la crianza de la vida.
- El sentimiento de ayllu (parentesco) nos hermana a todos.
- El trabajo es la celebración de la crianza permanente de la vida.
- Todo lo existente en el pacha es sagrado, cuya celebración se hace en los momentos rituales que les corresponde.
- El sentimiento de equivalentes permite fluidez en nuestra relación diaria con todos los entes del pacha. Esto evita la permanente superioridad de uno o la inferioridad del otro. Por el contrario, el respeto mutuo, surgido de la crianza, se constituye en la base de la convivencia en el pacha.

En estos 470 años (desde el año1532) la aplicación de la economía en esta tierras andinas no ha logrado generar la prosperidad; a diferencia de lo que sucede en Norteamérica, donde en sólo 396 años de presencia del logos occidental se ha constituido hoy una potencia económica más agresiva y moderna del mundo. Las diferencias intrínsecas a estas dos geografías son su ubicación latitudinal (la andina sudamericana en zona tropical con altas montañas; y los EE.UU. en zona septentrional llana) y, al momento de la colonización occidental, la presencia de culturas indígenas más prósperas (hacendosas) en Sudamérica andina que en Norteamérica.

Por el hecho mismo de la fisiografía y clima andinos diversificados, parece que no es posible lograr el éxito del logos y nomos occidental en estas tierras. Más por el contrario, ha generado perversidad en la conducta humana tanto en sus relaciones sociales como ecológicas. Si nuestra voluntad es vivir en prosperidad como sociedad, entonces se hace necesario abandonar la propuesta occidental de desarrollo y abrirnos paso por la ruta que llevó a estos pueblos a vivir en abundancia. Esto implica diferenciar claramente los fundamentos de cada una de estas dos prosperidades, llamado en occidente como desarrollo y en nuestra historia andina como abundancia con suficiencia. Esta dilucidación es crucial, dado que el fundamento pertinente se constituye en fuente de emanación de las reglas de aplicaciones concretas en el logro de la prosperidad y abundancia en la convivencia humana y ecológica en el espacio andino.

Las bases -lógica primera- de la economía son las NECESIDADES ilimitadas del individuo y la ESCASEZ de los medios y recursos para satisfacerla. Esta asunción de las necesidades ilimitadas, subsecuentemente promueve una actitud consumista del individuo. El humano occidental secularizado, que logra su plena “libertad” con el desarrollo de la ciencia moderna, es el individuo. El comportamiento de este individuo está gobernado por la maximización de la utilidad o ganancia.

El andino es ante todo runa. Su vida se fundamenta en la mutua crianza entre runas, las deidades y la pachamama (madre naturaleza). El runa es criador de la vida, cultiva y cría la vida en la chacra.

Entonces la definición diferenciada de individuo y runa es esencial para discernir conductas humanas dentro de las culturas que viven en prosperidad. Una sociedad constituida de individuos sólo alcanza maximizar su desarrollo en la medida en que el valor adquisitivo de sus recursos económicos es maximizado a expensas de minimizar el valor del recurso adquirido. Esto implica, demostrado a lo largo de su historia, que el engrandecimiento económico de los países desarrollados genera necesariamente la existencia de países subdesarrollados, como producto de las “buenas” relaciones económicas o de subvaluación agresiva por apropiación colonialista de los recursos del país o comunidad intervenido.

La plena confianza del individuo en sí mismo le da el sentimiento de completo, que no necesita de la solidaridad sino de reglas de contrato social estables, que permita el crecimiento de su capital. El promotor del desarrollo económico del occidente ha sido, y es, siempre el sentido del desarrollo de la propiedad individualizada, que por su propia esencia, genera necesariamente diferencias cada vez crecientes entre los que pueden tener más y otros cada vez menos, esto es tanto dentro y entre países del mundo actual. Y para que el sistema no se descalabre se requiere de un Estado que ablande los desequilibrios creados por el sistema, sobre todo en los países subdesarrollados, donde del Poder se han hecho los grandes grupos económicos. En este sentido es también una característica de la cultura occidental tomar lo que no es suyo ya sea a buenas o a malas. Al contrario del individuo, el runa es un ser con sentimiento de incompletitud, y que para alcanzar la plenitud de su actitud criadora de la vida necesita de la solidaridad y de la reciprocidad.

Sabiendo que es un hecho histórico de la humanidad el intercambio de productos, en la que su valoración diferencia a los individuos de los runas, les hace a éstos solidarios y conscientes de que la distribución de la riqueza es la garantía de la prosperidad y del mantenimiento del perfecto equilibrio ecológico del cual es parte y beneficiario. De modo que la noción de mercado no tiene universalidad en su sentido fundamental de maximizadora de las utilidades de los demandantes y de los ofertantes, y que es de pleno valor sólo para una cultura de individuos. La economía en el occidente legitima la producción y el mercadeo de bienes y servicios que los individuos o las sociedades formados por éstos realizan. Las reglas de la economía legitima la real necesidad de la existencia del Estado. De hecho, los términos producción y mercado no existe en el idioma quechua.

La noción de competencia en el mercado es destructora del oponente; en tanto en la cultura andina es una celebración que unifica a la comunidad y sus resultados avisan del probable suceso natural o humano venideros.

Entonces si la escasez como concepto social es contrario a la abundancia, y el individuo es distinto del runa, no es posible aceptar pasivamente la aplicación de las teorías económicas en el paisaje andino, cuando ni siquiera muestra signos de desarrollo de estas sociedades sino por el contrario ha desembocado en conflicto social y ecológico, haciendo crecer la brecha de la pobreza crece cada vez más.

Los fundamentos de la economía no son la base de la sociedad andina. Su impertinencia a este hábitat ya ha sido probada en estos últimos 470 años de su aplicación, con resultados de fracaso y nos han convertido en subdesarrollados. Es más, la teoría económica no explica efectivamente los fenómenos denominados económicos encontrados en el espacio andino.

Dado que es de abundancia la vida en su ser de la cultura andina, a nadie nos debe causar temor la develación y práctica de este modo de vida en estas tierras, salvo que el hombre quiera ser lobo del hombre como en el occidente, entonces no hay cabida para ello y la vida impondrá su florecimiento.

Esta sociedad andina que vivió en abundancia con suficiencia no merece vivir en la pobreza. La opción no es recrearnos en la versión del occidente ni menos buscar endógenamente un espacio justificado para la lógica occidental en el ande cuando y donde no la tiene; sino busquemos el camino para recuperar su modo de ser y hacerla próspera.

Constantino Calderón Mendoza
Universidad para el Desarrollo Andino UDEA de Lircay.
Universidad Nacional Agraria - La Molina - Perú

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