LIBROS NUEVOS
Por el compromiso con nuestros lectores, en la Biblioteca de Antropología Andina (BAA) - IECTA, estamos actualizando constantemente la bibliografía con el objetivo de ofrecer un mayor y mejor servicio para con los investigadores académicos. Presentamos las siguientes obras:
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Susana Ramírez Hita. Salud intercultural. Crítica y problematización a partir del contexto boliviano. LA PAZ - BOLIVIA: Instituto Superior Ecuménico Andino de Teología, 2011; Pp. 181. |
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INTRODUCCIÓN Bolivia es un país en el que actúan numerosas organizaciones de cooperación internacional -tanto europea, norteamericana, canadiense, asiáticas, y también latinoamericas (Venezuela, Cuba y Brasil, fundamentalmente)-, Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y agencias de desarrollo que influyen técnica y financieramente en el área de la salud. En la mayoría de los casos, su población objeto son los indígenas. Hay que tener en cuenta que “El bloque imperial mundial no está constituido sólo por los estados-nación mundialmente hegemónicos. Se trata más bien de la configuración de una suerte de trama institucional imperial, formada por las entidades intergubernamentales y privadas de control y ejercicio de la violencia, como la OTAN, las entidades intergubernamentales y privadas de control del flujo mundial de capital, financiero en especial (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Club de París, Banco Interamericano de Desarrollo, entre las principales), y las grandes corporaciones globales. Esta trama institucional constituye ya, de hecho, una suerte de gobierno mundial invisible” (Quijano, 2000a:9). Es a partir de este análisis de Aníbal Quijano que planteo reflexionar sobre la inserción de la globalización en las instituciones locales de salud. La ayuda internacional creó una estrategia de control de lo local por parte de organismos externos, que se insertan en las instituciones locales públicas y privadas, el caso más significativo son las ONG y agencias de desarrollo bolivianas. Como Frantz Fanon ya mencionaba en su libro Los condenados de la tierra, publicado en 1961, “entre el explotado y el poder se impone una multitud de profesores de moral, de consejeros, de ‘desorientadores’” (Fanon, [1961] 2009:33). En Bolivia existen varios programas de salud públicos gratuitos que asume el Estado, entre ellos se encuentran el Seguro Universal Materno Infantil (SUMI), el programa de Tuberculosis, el programa de Zoonosis, el de Salud Sexual y Reproductiva, el programa de VIH-SIDA; y en la región del oriente del país, el programa de Malaría y Chagas (1). Estos programas corresponden a los lineamientos políticos internacionales, en donde la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) tienen un papel protagónico. Esto llevó a la no independencia de políticas locales, ya que el financiamiento se basa exclusivamente en las iniciativas enmarcadas en esas políticas. Ello influyó -en las últimas décadas- en la decisión de priorizar la salud de “los pueblos indígenas”, marco en el que se generó el concepto de interculturalidad, como una perspectiva integral de la salud que “plantea la armonización de los sistemas de salud indígena y el sistema de salud convencional a través de la incorporación de las perspectivas, medicinas y terapias indígenas en la atención primaria de la salud” (OPS, 2003:13). Un elemento que llama la atención es que si bien todos los países latinoamericanos enfatizan que las poblaciones indígenas poseen menor esperanza de vida y perores condiciones de salud, ninguno dispone de datos epidemiológicos diferenciados del resto de la población. La pregunta que surge es: ¿De dónde surgen los datos que justifican las políticas? Este interrogante intentaré contestarlo a lo largo del libro. La iniciativa de la salud de los pueblos indígenas surgió en la OPS en 1992, con el compromiso de promover la transformación de los sistemas de salud y apoyar el desarrollo de los sistemas alternativos de atención de la población indígena, incluyendo la medicina tradicional. Es decir, promoviendo el desarrollo y el fortalecimiento de los sistemas de salud tradicionales indígenas y colocando el eje para mejorar la salud de estas poblaciones en “la necesidad de incorporar las perspectivas, medicinas y terapias indígenas en la atención primaria de la salud” (OPS, 2003:7). Este fue el marco a partir del cual se generó una serie de intervenciones en el campo de la salud intercultural llevadas a cabo por las ONG, agencias de desarrollo y el propio Estado boliviano, que terminó concretando la propuesta en la Nueva Constitución Política del Estado, aprobada a principios de 2009, donde se incluyó en varios artículos el concepto de interculturalidad. En América Latina los programas y políticas sanitarias basadas en los lineamientos políticos internacionales se homogeneizaron, sin atender a los contextos locales. El caso boliviano es un buen ejemplo, ya que los programas y las políticas no fueron elaborados a partir de la realidad y las necesidades sociales, sino a partir de datos epidemiológicos deficitarios que no representaban las causas principales de enfermedad y muerte del país, no obstante encajaban en las necesidades de las políticas internacionales (véase Ramírez Hita, 2009a). La ayuda de las poblaciones indígenas en Bolivia por parte de la OPS se creó en el marco de los índices de salud deficitarios de estos grupos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las estrategias de atención primaria no fueron muy exitosas ni hicieron variar demasiado los índices epidemiológicos a lo largo del tiempo, a pesar de los esfuerzos del Estado, las cooperaciones internacionales, las ONG y las agencias de desarrollo. La salud primaria centrada en la prevención y promoción tuvo poca acogida en las comunidades indígenas del país. Y no por el hecho de no incorporar las medicinas tradicionales, sino porque la estructura del sistema público de salud posee graves problemas de infraestructura, falta de insumos de todo tipo, serios problemas de recursos humanos (2), en los que influyen las deficientes condiciones laborales y los estudiantes atendiendo en hospitales y centros de primer, segundo y tercer nivel, sin supervisión; es decir, reemplazando al personal de salud calificado. Para paliar todas esas deficiencias se decidió reforzar la atención primaria con la salud intercultural. Sin embargo, esta iniciativa no sólo no contribuyó a la mejora de la salud del país sino que mantuvo los niveles de ineficiencia y maltrato del que se caracteriza el sistema público. La salud intercultural termina por ser una estrategia política y económicamente barata para hacer visibles cambios y mantener a los sectores subalternos apaciguados, proponiéndoles una revalorización de su cultura a través del respeto a sus medicinas tradicionales y saberes y, con ellas, la incorporación de terapeutas tradicionales a los servicios de salud cómo solución a las deficientes condiciones del sistema. Esto se hizo sin reforzar las capacidades resolutivas de los servicios médicos y sin recursos humanos calificados, ya que la mayor parte de los centros de atención primaria están atendidos por auxiliares de enfermería e internos (estudiantes); y sin el respeto para que las medicinas tradicionales sigan avanzando en sus propios espacios, sin la necesidad de incorporarlas al sistema oficial. El hecho de incorporar a los terapeutas tradicionales dentro de los servicios de salud implica un control de la biomedicina sobre las medicinas tradicionales, al introducir a sus líderes religiosos en los centros. La biomedicina considera que deben ser erradicadas ciertas prácticas tradicionales para mejorar la salud de la población. En Bolivia se culpabiliza a la población del descuido en prevención y, por tanto, se culpabiliza al otro de las deficiencias del sistema público. El actual modelo de salud familiar comunitaria intercultural (SAFCI) da la responsabilidad a la población de participar de los problemas de salud que afectan en sus barrios y comunidades. Sobre la participación de los sectores subalternos, Menéndez plantea lo siguiente: “Si la mayoría del tiempo la población subalterna la gasta en sobrevivir, de dónde va a salir el tiempo real para organizarse, quiénes lo pueden hacer, y lo que es más decisivo, durante cuánto tiempo pueden mantener esa actividad organizativa y participativa operada o no en términos autogestivos” (Menéndez, 1994:12). Hay que tener en cuenta que las diversas medicinas tradicionales son usadas por la mayoría de la población, no sólo por la indígena, y ello no significa que no se recurra al mismo tiempo a otras formas de atención a la salud, entre ellas la biomédica. Es decir, que no estamos ante medicinas que se están perdiendo -como van a plantear algunas autoridades, en especial el Viceministro de Medicina Tradicional e Interculturalidad-, sino de medicinas que han sobrevivido durante siglos adaptándose y reelaborándose en los nuevos contextos históricos. Actualmente, el gobierno boliviano pretende recuperar un saber ancestral “puro” y en esa pureza no caben las prácticas tradicionales actuales. Las poblaciones indígenas de Bolivia se encuentran en la zona rural, pero también conforman una importante población de las ciudades (por ejemplo, El Alto y Potosí). Bajo el criterio de una mayoría de población indígena rural, el Ministerio de Salud y Deportes creó hace unos años el Modelo SAFCI, centrado en las áreas rurales, no dando cabida a que el concepto de salud intercultural se aplique a la población indígena que no vive en las comunidades, ni a los grupos poblacionales que no son indígenas y que viven en el país. Existe una permanente exclusión/inclusión que polariza indígena/ no indígena en todas las áreas, incluido el campo de la salud. El énfasis en esta polaridad ha llevado, por ejemplo, a fomentar y promocionar las universidades exclusivas para la población indígena, contribuyendo con ello a la segregación/ exclusión y autoexclusión de estas poblaciones; aunque en el discurso aparezca el reconocimiento de diversos saberes -científicos y no científicos-, en el fondo la formación no es la misma para unos que para otros. Deberíamos preguntarnos: ¿Quién financia este tipo de universidades y quiénes las han impulsado? Y volvemos -en la mayoría de los casos- a los organismos que impulsan la globalización a partir de los conceptos de diversidad, diferencia, etnia, cultura, interculturalidad y el respeto armonioso de todas las culturas y grupos sociales. Un ejemplo de esta dinámica lo encontramos en la Universidad Indígena Intercultural (UII) impulsada por el Fondo para el Desarrollo de los pueblos indígenas de América Latina y el Caribe, y la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense (URACCAN) (3) que ofrece la Maestría en salud intercultural con el apoyo del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos, la Cooperación Alemana (GTZ), la OPS, la Fundación Ford, la Cooperación Austriaca a través de Horizontes 3000 y la Cooperación Técnica del Reino de Bélgica (Del Cid, 2008). En este contexto aparece el libro compilado por Del Cid (2008) Antecedentes, situación actual y perspectivas de la salud intercultural en América Latina, sobre el estado de la cuestión de la salud intercultural en México, Guatemala, Nicaragua, Honduras, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia, Chile, Uruguay y Argentina, realizado por los alumnos de la Maestría (4). La implementación de la salud intercultural en Bolivia no cambió los datos epidemiológicos, ni puede considerarse un programa exitoso, sin embargo el discurso por parte de las autoridades, así como de las ONG y agencias de desarrollo sobre el éxito de Bolivia se difunde en toda América Latina. Considero poco ético impulsar a otros países a implementar esta iniciativa cuando en Bolivia no funciona, ni ha hecho mejorar la calidad de los servicios. Por ejemplo, las autoridades de salud pública encargadas de la población indígena Mbya-guaraní de la provincia de Misiones en Argentina, pretendían copiar el modelo boliviano de salud intercultural, citado como éxito. De la misma manera, Venezuela está implementándolo, basándose fundamentalmente en el supuesto éxito boliviano. Es necesario realizar investigaciones serias previas al diseño de programas y políticas, al mismo tiempo que hay que revisar e investigar sobre los materiales escritos (aunque sea por expertos) que anuncian los éxitos de la mayoría de los programas de desarrollo que se concretan. Para conseguir calidad de atención en la salud pública es necesaria la transformación de las condiciones estructurales del sistema de salud. Habitualmente la calidad de atención se centra de manera exclusiva en el paciente, en tanto que las carencias suelen remitirse a problemas como la falta de funcionamiento de los servicios, la ausencia de personal calificado o el maltrato ejercido al paciente por el personal sanitario. Sin embargo, en la relación que se establece en la consulta médica no se apunta como elemento de importancia la influencia de las condiciones laborales o las relaciones de identidad y clase social (5); además del aspecto religioso, importante para entender los rechazos de la población indígena evangélica a los terapeutas tradicionales. El libro está dividido en cuatro capítulos. El primero, titulado La construcción del concepto de salud intercultural, desarrolla la aparición del concepto en Bolivia y la importancia de los organismos globales y el Estado en la implementación de programas y políticas de salud intercultural que no han ayudado a mejorar los índices epidemiológicos. El segundo capítulo, titulado Interculturalidad: diferencias y desigualdades, es una revisión bibliográfica sobre los estudios realizados en distintas partes de Latinoamérica, pero fundamentalmente en la última década en Bolivia. En esta revisión se incorporan los trabajos publicados por ONG, agencias de desarrollo, como del propio Ministerio de Salud y Deportes; resaltando las deficiencias metodológicas de la mayoría de los trabajos que sustentan políticas y programas de salud. En el capítulo III, ¿Deberíamos continuar hablando de salud intercultural de América Latina?, se plantea una reflexión a partir de las variables que están en juego en el concepto de salud intercultural y cómo diversos aspectos repercuten de manera negativa en la salud de la población. Por último, el capítulo IV, Globalización, salud intercultural e instituciones locales, desarrolla la influencia de la globalización en las instituciones locales de salud, a partir de la problematización del concepto de suma qamaña -vivir bien-, desarrollo y bienestar, cuestionando los parámetros que utiliza el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para medir el Índice de Desarrollo Humano (IDH). NOTA (1). Actualmente el Ministerio de Salud está en el proceso de creación del Seguro Único de Salud, que pretende dar gratuidad a la totalidad de sus servicios. (2). Es importante destacar la falta de personal calificado en todos los servicios y las deficientes condiciones laborales de éste, que en la mayoría del país se encuentra con contratos temporales. Algunos sueldos apenas llegan al salario mínimo. (3). Aunque los programas de estas universidades se proponen para indígenas y no indígenas, esta claro que los estudiantes no indígenas que acuden a ellas son personas ya afines y convencidas de la causa indígena. La consideración de ampliar el pensamiento y romper barreras paradigmáticas respecto de los otros debería de introducirse en todas las universidades y no exclusivamente en las indígenas. (4). En Bolivia está en proceso de creación de universidades indígenas. (5). Para este planteamiento véase la investigación realizada en detalle (Ramírez Hita, [2009] 2010).
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Mauricio Mamani Pocoaca y Oscar Mamani Callisaya. Luces y sombras de la coca en el tiempo y espacio. LA PAZ - BOLIVIA: Producciones CIMA, 2011; Pp. 362. |
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INTRODUCCIÓN Se ha consignado en lo posible las direcciones de edición, así como casilla de correo, E-mail y los teléfonos, porque el objetivo es facilitar al profesional estudioso o universitario, que tengan quizás el deseo de adquirir algunas de estas obras sobre la coca como material de consulta y así puedan comunicarse con sus autores. No han sido tomados en cuenta muchísimos artículos de prensa local como internacional o lo publicado en revistas como opinión personal, tampoco nos interesó los derivados de la coca y su comercialización ilícita, que son tan complejos que requieren un tratamiento especializado. El origen de la coca, hasta nuestros días, aún no está definido, existiendo varias teorías al respecto. Con lo único que casi podemos estar de acuerdo es con la etimología de la palabra. Tampoco están claramente cuantificadas las especies domesticadas y las que se encuentran en estado silvestre, varios autores mencionan diferentes números sin ninguna prueba; entonces, este tema requiere de un estudio botánico bastante serio. En cuanto a las cualidades de la hoja de coca, se conocen los alcaloides, las vitaminas y los minerales; pero faltan estudios de profundidad en farmacocinética. Este vegetal desde sus orígenes siempre ha tenido sus defensores como sus detractores y una polémica indefinida, y no sabemos por cuánto tiempo más llevaremos ese ritmo de debate: antes era local y regional, ahora el problema es internacional. A continuación ingresaremos a cinco espacios críticos de la historia oscura de la hoja de coca: 1.- Sobre el uso de la coca antes de la conquista. Según los cronistas, o los estudios arqueológicos e históricos, aún persiste la duda: unos afirman que era destinada solo para una cierta élite y restringida para el pueblo. En los estudios arqueológicos, encontraron hojas de coca en las tumbas precolombinas del pueblo, por lo que no siempre es válido el argumento de que la hoja de coca era sólo de una élite; más bien fue destinada para su religiosidad. Las hojas de coca incluso en nuestros días se envían a seres queridos que "viven" en otros espacios. En nuestras comunidades de hoy, cuando una persona se despide de esta vida, los familiares que acompañan a su entierro depositan bolsitas de hoja de coca en la cabecera del ataúd. Que digan que el pueblo no tenía acceso y solo recibía como premio no creemos que fuera así, más bien las restricciones seguramente tenían relación con la menor cantidad de cultivo, porque las regiones en donde se cultivaba, eran tierras no explotadas y de hecho eran inaccesibles. Este debate aun no resuelto, debe continuar con las investigaciones de profundidad pues no es válido lo que se afirma que el Inca prohibía el consumo de la coca al pueblo y ¿su élite consumiría algo no permitido? Eso no tiene ninguna lógica, posiblemente se referían a las variedades, la calidad para la élite y la que sigue para el pueblo, porque existían dos variedades bien definidas: la tupa kuka y mumus kuka (una de hojas pequeñas y dulce al paladar y otra áspera de hojas grandes de gusto un poco insípido). 2.- La relación de la hoja de coca con la extirpación de idolatrías. En la cultura andina la hoja de coca formaba parte de la existencia de sus pueblos y era la base de su religiosidad. Para los ibéricos catequizadores ver que los nativos consideren como sagrada a la coca, íntimamente ligada a su religión, no lo aceptarían jamás, porque eso estaría en contra de sus objetivos de cristianización. Aquí nace un choque cultural. La abolición de la idolatría también era la abolición de la hoja de coca de parte de la iglesia, sin embargo, los invasores pronto se dan cuenta que la hoja de coca era anti fatigante e importante para el trabajo. La coca, para unos era prohibida y para otros permitida. Este conflicto crítico fue resuelto por el Virrey Toledo quien concluye que la coca era necesaria para el intenso trabajo en las minas y la iglesia tuvo que ceder. Tan pronto resuelto el dilema, 2.000 españoles se dedicaron al comercio de la hoja de coca hacía los centros de explotación minera de Potosí. Inmediatamente nace una nueva necesidad de expandir los cultivos de coca. 3.- El tercer elemento crítico era el de la doble explotación, en dos ámbitos geográficos, el altiplano y el trópico. Este espacio crítico abre una nueva necesidad: ¿quién o quienes se dedicarían a la expansión del cultivo de coca y dónde? Era importante señalar el área geográfica para cumplir con las necesidades del momento y como resolver el problema. El cultivo de la coca en una región tropical y el trabajo forzado en la región altiplánica, en las minas de Potosí. Como una solución es enviada gente altiplánica a la región tropical a trabajar en tierras inaccesibles con el exclusivo propósito de cultivar la coca. Esta movilidad social de las alturas al trópico, según los cronistas, causó una gran mortandad de indígenas porque estos no estaban acostumbrados a resistir enfermedades tropicales. Esta situación también fue resuelta por el Virrey Toledo con no enviar más gente a cultivar la coca, no porque no estuviese de acuerdo con la coca, sino para no provocar más muertes entre los pobladores de las alturas, porque a la falta de ellos decayó terriblemente la agricultura en la región tradicional y el pueblo se encontraba a la vez, en una crisis alimentaria. Entonces la crisis estaba en ¿cultivar más coca o dejar de cultivarla? Realmente esta situación fue muy difícil de solucionar por la mortandad de indígenas en la región tropical y la consecuente falta de ellos en el área tradicional para abastecer de productos para la alimentación del pueblo, y se arrastró durante toda la colonia. 4.- Que la coca deterioraba la salud física del hombre. Todo lo malo que se observaba en la población indígena era por consumir la hoja de coca, eran desnutridos, no comían, eran tontos, no aprendían el castellano y eran desaseados, de todas maneras no habría que permitir que el indígena se encuentre en desgracia y era necesario salvarlo, acabando con el cultivo de la hoja de coca. Sin embargo no faltaban otros que opinaban lo contrario. Los falsos conceptos sobre la coca crecieron rápidamente e incluso la iglesia se dio vuelta, aprovechando las falsas concepciones para reiniciar la lucha en contra de "la superstición", ya que el autóctono hasta entonces continuó firme con su tradición. La pobreza indígena y su mala nutrición, la culparon a la hoja de coca, sin comprender que toda la población vivía en una época de hambruna, simplemente por haber convertido a la región andina de agricultores a ser mineros forzados y que las enfermedades europeas desconocidas en los andes antes de la colonia, diezmaron a la población indígena; eso ocurría a los 50 años después de la llegada de los ibéricos al Tahuantinsuyo. Destruyeron todo, la política, su economía, la intelectualidad, su religión, su estructura administrativa y hasta su tecnología de la época del incario, todo fue destruido. Lamentablemente todo lo malo de la época fue culpado a la hoja de coca. Eran tiempos malos, la destrucción no solo fue en los andes, sino en centro América, México y otros pueblos del continente Abya-Yala. En respuesta a tanta destrucción y pésimos conceptos sobre la hoja de coca no faltaron intelectuales que asumieron su defensa. En 1794 Hipólito Unanue, lanzó el primer grito al mundo entero sobre las cualidades nutricionales de la hoja de coca y como es de conocimiento del mundo intelectual consideró a la hoja de coca como un “architónico del reino vegetal”. Esta posición de Unanue, fue comprendida por los científicos europeos como: Markham.... Humboldt... Tschudi... Mantegazza... y otros sabios que emprendieron sus viajes a Perú con fines investigativos, para conocer directamente las cualidades de la hoja de coca, y científicamente la revalorizaron, con lo que la hoja de coca nuevamente volvió a recuperarse del pésimo concepto en la que se encontraba, elevándose este vegetal a una categoría de mucha importancia. En 1859 a inicios de la tercera guerra del opio, el Dr. Albert Niemann de la Universidad de Gottingen en Alemania, aisló a uno de los alcaloides de la hoja de coca, un nuevo producto que denominó "cocaína". Esta fue una gran novedad porque seguidamente Sigmund Freud aplicó el nuevo producto en la neurología, la ensayó en las curas de tracoma y él mismo comenzó a tomar cocaína como medicamento ante su dolencia maxilar, a la vez que la recetaba a todos sus pacientes y esa novedad se difundió a la comunidad mundial. Con anterioridad a Niemann ya se habían realizado ensayos para obtener la sustancia activa contenida en las hojas de coca. El italiano Enrique Pizzi, estimulado por Tschudi, fue el primero que se esforzó en solucionar este problema, y a él siguieron el médico H. A. Weddell y el químico Fankenroder. A mediados del siglo XIX, llega a Bolivia este farmacéutico Pizzi para hacerse cargo de la Farmacia y Droguería Boliviana. En la Gaceta Oficial de La Paz publicada el 30 de junio de 1858, se registra un artículo: “Cocaína: nueva base orgánico – vegetal”, donde se señala que Pizzi es el autor de ese descubrimiento que llamó cocaína por ser diminutivo de coca. La cocaína como era un producto de importancia, las empresas farmacéuticas norteamericanas Parke & Davis, así como la compañía Merck de Europa, la pusieron en venta al público en forma irrestricta con lo que la cocaína adquirió una gran capacidad de mercadeo. Fue un gran descubrimiento como anestésico local, que permitió realizar avances al mundo científico, en especial en la microcirugía. Después de su popularidad se notaron sus problemas. El mismo Freud se retractó de su abierta posición anterior y las mismas empresas mencionadas más adelante se dieron cuenta del error cometido, y las personalidades como el Papa León XIII que aplaudían a la cocaína, también se retractaron, estas noticias afectaron al famoso por entonces "Vino Mariani", aunque mucho menos a la Coca Cola; así concluyó una época de aplausos a la coca - cocaína. En 1901, W. Golden Mortimer estudia la hoja de coca, Erythroxylum coca Lam. En su obra: History of Coca "The Divine Plant" of de Incas, afirmaba que no estaba claro su origen. Otros personajes de la ciencia tanto del occidente como del oriente conocieron y comentaron sobre las bondades de este vegetal. De los europeos tenemos también la obra de Mantegazza (1859) que valoraba la coca y decía: "Dios es injusto porque ha hecho al hombre incapaz de vivir siempre dedicado a masticar hojas de coca. Yo preferiría 10 años de vida con coca a 2000 siglos de vida sin ella", lo cual recuerda en los Andes a Hipólito Unanue, que como gran defensor de la hoja de coca en 1794 decía: "La coca fue entre nuestros sabios lo que la manzana de la discordia entre los Dioses". Estos dos ejemplos de profundo contenido reflejan el valor intrínseco de la hoja de coca. De pronto la coca, fue muy conocida a nivel mundial por el famoso vino de Ángelo Mariani. En 1910 apareció una ley en los Estados Unidos que prohibía la cocaína con lo que obligaron a Coca Cola a quitar la cocaína de su producto y desde esa época hasta nuestros días se dice que la Coca Cola se vende descocainizada aunque lo colocan una pequeña cantidad de hojas de coca. A mediados del siglo XX muchos personajes de la ciencia polemizaron que la cocaína era una droga peligrosa: en Perú se enfrentaban Carlos Gutiérrez Noriega y Carlos Monge Medrano, ambos médicos. Inmediatamente después de la segunda guerra mundial, en 1945, los rusos acusaban a Estados Unidos de estar usando la hoja de coca como salario para los obreros de la mina de Cerro de Pasco en el Perú. El Dr. Carlos Monge Medrano defendía a Estados Unidos diciendo que usaban la coca porque nuestro pueblo así lo quería. La coca en el pasado, en la cultura andina era moneda por el sistema de intercambio. 5.- El 8 de septiembre de 1949, la Comisión de Estudio de las Hojas de Coca, del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (Duodécimo Periodo de Sesiones) celebró su primera reunión en Lake Success y eligió como Presidente al señor Howard B. Fonda, como vicepresidente el señor Jean Phillippe Razet; Sr.Vladimir Pastuhov, Secretario Principal; Sr. Manuel López-Rey, Secretario Principal Adjunto; Srta. Grace Bocquet, a cargo de los asuntos administrativos y económicos, Sra. Lucia Rodríguez Orgas, secretaria e intérprete; Sr. Jacques Bordaz, Secretario. Esta comisión partió de Nueva York el 10 de septiembre y llegó a Lima el 11 de septiembre. Inmediatamente después de sus contactos con las autoridades del Perú inició su recorrido por las aéreas de producción de coca para realizar supuestamente un estudio de la realidad de la hoja de coca. Concluido su trabajo pasó a La Paz-Bolivia, para continuar con su estudio visitando los Yungas de La Paz y el Chapare. El 4 de diciembre, la comisión retornó a Nueva York para elaborar su Informe y en mayo de 1950 lo presentaron su Informe con el título SUPLEMENTO ESPECIAL N° 1. Lamentablemente en el estudio todo lo malo que habían observado en la población indígena de Perú y Bolivia es culpa de la hoja de coca. En 1961 la CONVENCION UNICA de Naciones Unidas, en su reunión utiliza un simple error histórico como argumento válido, para cometer otro error histórico y es el calificar a la coca como estupefaciente y al acullico como toxicomanía; pero el mundo cambia y la ciencia avanza, hoy la coca trata de conseguir su libertad para complacer las necesidades del hombre a nivel mundial. Debemos tener presente que una planta que nos ha dado la naturaleza a los seres humanos, y no solo ella sino todas las plantas psicoactivas, deben ser científicamente respetadas. La Coca, a nivel científico está comprobado que contiene vitaminas y minerales y su contenido terapéutico es muy importante para la humanidad, en especial en las alturas de 4.500 metros sobre el nivel del mar en donde vive el hombre, esta planta forma parte del botiquín de la familia más pobre y calma la sed y el hambre del más necesitado.
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Gustavo Fernández Saavedra, Gonzalo Chávez Alvarez y María Teresa Zegada Claure. La Bolivia del siglo XXI, nación y globalización. Enfoque Internacional y estudios de caso. LA PAZ - BOLIVIA: Programa de Investigación Estratégica en Bolivia, 2014; Pp. 342. |
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INTRODUCCIÓN Los acontecimientos descritos representan un auténtico cambio de época. En el siglo XXI, la nación boliviana y el mundo son radicalmente distintos de lo que fueron en el siglo XX. Para Bolivia, a diferencia de todo su pasado colonial y republicano, Sudamérica es, al mismo tiempo, el vector de influencia y el escenario de su proyección económica, política y geopolítica. Por otra parte, se ha producido un profundo cambio en el eje económico de Bolivia. En 1980, el occidente de Oruro, Potosí y La Paz exportaban e170% del total nacional en minería y productos no tradicionales, el restante 30% provenía de lo que hoy conocemos como la Media Luna (Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija). En 2011 esa relación se invirtió. En efecto, en 2011, los hidrocarburos representaron el 44,9% de las exportaciones totales del país, frente a1 26,7% de minerales, 24,6% de manufacturas y 3,71% de agricultura y ganadería. Concurrentemente, se ha producido una reversión en la composición poblacional. Potosí y Santa Cruz son los dos extremos del flujo migratorio: uno cae y el otro sube. La gente se movió de los centros mineros de los Andes a las zonas agrícolas de las tierras bajas. Por último, los cambios operados en la sociedad boliviana desde el año 2000, así como el paso de un Estado Republicano a un Estado Plurinacional, aprobado en 2009 en la nueva Constitución Política del Estado, dibujan un nuevo escenario interno, signado por continuidades y rupturas tanto en el ámbito social y político como en los imaginarios culturales, influidos en gran medida por su vinculación con el mundo globalizado. Esta investigación identificó la naturaleza y profundidad de esos cambios, tanto externos como internos, y sus consecuencias -amenazas y oportunidades- para la nación boliviana. Estuvo dirigida, en consecuencia, a identificar las opciones de inserción internacional de Bolivia y los escenarios de su acción externa en la próxima década. Para ello, entre otras cosas, estudió la relación dialéctica entre el interés nacional -condicionado en gran medida por el emplazamiento geográfico y la dotación de recursos naturales y humanos del país- y la orientación e intereses políticos de los gobiernos nacionales. Se examinaron, con particular detenimiento, los flujos comerciales y las redes sociales que resultan de la vinculación con el Pacífico y con la Cuenca del Plata -los dos ejes principales de la articulación internacional de Bolivia- y el despegue de sectores económicos promovidos por su vinculación directa con el mundo globalizado, como exportadores y como importadores. En consecuencia, la investigación aporta una visión comprehensiva de la actual inserción internacional de Bolivia, los rasgos de su probable evolución y las características y las consecuencias que esa articulación externa proyecta en la nación boliviana. Por otra parte, aborda la formación de un nuevo polo de desarrollo en las tierras bajas del oriente y del sur, su reflejo demográfico, sociológico, cultural y de política interna y externa (políticas y geopolíticas). Por último, posiciona nuevamente en el debate el controvertido tema de la construcción nacional con sus componentes históricos y la dinámica interna en relación con el marco internacional, sus posibilidades y limitaciones. El enfoque metodológico combina una visión histórica (diacrónica) de los ciclos regionales y mundiales con las dinámicas internas y las características actuales de la sociedad boliviana (una dimensión sincrónica). El documento está escrito en tres capítulos y una conclusión. En el primero se analiza el sistema económico y político global a partir de una perspectiva conceptual e histórica y se presentan los principales desafíos y características del orden internacional en construcción, con particular énfasis en la evolución del mercado energético y el sistema político internacional. En el segundo capítulo se estudian los cambios en la ubicación geopolítica y la estructura económica y política del País, en el contexto de los ciclos políticos y las principales tendencias regionales. En el tercero, a partir de dos estudios de caso, se exploran las vinculaciones y transformaciones socioculturales que provienen del relacionamiento de sectores sociales concretos con el mercado internacional y generan identidades complejas. Las conclusiones recogen los principales resultados de la investigación y las recomendaciones de políticas públicas.
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