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LA MUERTE Y LA VIDA EN EL MÁS ALLÁ
La experiencia de vida para el pueblo aymara es un proceso de humanización que toma varias etapas o pasajes durante el transcurso del ciclo vital humano. Esta experiencia es entendida como un proceso de nacimientos, en el cual la muerte constituye un nacimiento a la vida en el más allá.
La muerte para los aymaras es un hecho en la vida como lo es para todo humano y para lo cual hay que estar preparado. De esta manera todos son conscientes de que la muerte puede ocurrir en cualquier circunstancia y para esto hay que prestar atención a determinados presagios, como pueden ser: ciertos sueños, cantos de aves nocturnas, apariciones del alma de las personas que van a morir, etc.
La mayoría de los aymaras creen en la experiencia de otra vida donde hay que dar cuenta a Dios y recibir el premio o castigo. La muerte es el paso necesario para ingresar en esa vida en el más allá, a pesar de que este hecho constituye una experiencia dramática y traumatizante para toda la familia.
Se piensa que después de la muerte el alma se separa del cuerpo y puede irse en distintas direcciones, dependiendo del comportamiento de la persona durante su vida en la tierra. Así, las almas de los pecadores se van a los volcanes o a los nevados a expiar sus pecados por un tiempo hasta alcanzar la salvación. Las almas de los que han llevado una conducta buena van directamente a "Alax Pacha" (cielo). También se piensa que los asesinos van directamente al "Manqha Pacha" (infierno) para servir al demonio.
En caso de la muerte de las personas por enfermedad y de los niños se piensa que van directamente al cielo, en especial los niños a quienes se les denominan "angelitos" por no haber cometido pecado alguno
1.- RITOS MORTUORIOS
Cuando ocurre la muerte de una persona, los familiares del difunto preparan el cadáver para el entierro que comprende varios actos rituales.
1.1.- EL VELORIO.
Es un rito religioso y social que consiste en varios ritos sencillos:
- Se lava el cadáver con agua de romero y se le viste con sus mejores ropas; en tiempos no lejanos se vestían a los muertos con túnicas llamados "mortajas" y esta costumbre está en desuso. Se lo coloca un rosario alrededor del cuello con el crucifijo sobre el pecho. También en algunas partes se acostumbra colocar un pequeño crucifijo en la boca del cadáver, con la idea de que al llegar en la otra vida al pronunciar el nombre de Jesús pueda merecer ingresar a la Gloria del cielo.
Luego, el cadáver es colocado en un ataúd o en una caja de madera. Asimismo dentro del ataúd y en los costados del difunto se colocan algunos elementos simbólicos que supuestamente servirán al difunto en su viaje a la eternidad, estos elementos pueden ser: una porción de alimentos, agua en una botellita, monedas o un par de huevos para pagar alguna deuda incumplida en esta vida terrenal, etc.
- Una vez preparado, el ataúd se coloca en un cuarto de la casa para su correspondiente velorio; con este fin los familiares para comunicar lo ocurrido prenden una fogata muy temprano en la mañana. Ciertamente los vecinos al percatarse de lo ocurrido acudirán presto para acompañar a los deudos.
El velorio, para lo cual ya se han reunido los acompañantes se realiza en una atmósfera de recogimiento y de oración al mismo tiempo que socializan recordando los hechos más significativos del difunto durante la vida.
1.2.- EL ENTIERRO.
Generalmente el entierro se realiza al atardecer. Una vez que el difunto ha sido llevado al lugar de la sepultura y mientras la familia doliente se ubica en un sitio apropiado, las amistades y vecinos del difunto recuerdan de una manera lúdica y socializada sus acciones y expresiones jocosas como por ejemplo anécdotas, chistes, etc.
Mientras van preparando la fosa o sepultura, algún "yatiri" presente o conocedor del rito del entierro prepara una pequeña ofrenda de coca (Laphiqa) que será enterrada en un lugar del Cementerio como un despacho junto con el alma.
Ya llegada la hora del entierro inmediatamente antes de colocar el ataúd en el sepulcro, los asistentes como también los dolientes, cogen pétalos de flores, se frotan la cabeza, el pecho, rezando para que el difunto lleve las dolencias, los problemas, para que las penas y desgracias se alejen de los deudos. Asimismo a los niños presentes los levantan y hacen pasar por encima del ataúd para evitar cualquier enfermedad y de esta manera protegerse de la enfermedad llamada "Urija" (emanaciones maléficas del difunto). Terminado este acto, se procede con el entierro, para lo cual primero los familiares dolientes y luego los asistentes cogiendo un puñado de tierra lo colocan sobre el ataúd que ya está en la fosa.
Una vez terminada la sepultura del difunto, todos vuelven a la casa de los dolientes donde la socialización y acompañamiento de consolación continuará hasta muy de noche; durante esta noche aseguran que los deudos no estén solos para evitar cualquier problema que se suscitare por esta experiencia tan dolorosa como es la pérdida de un ser querido.
1.3.- LOS RITOS DE LOS OCHO DÍAS.
En la víspera del octavo día del fallecimiento del difunto los deudos o dolientes preparan sobre una mesa la imagen del difunto (como especie de muñeco) con las ropas y lo colocan en un cuarto como una especie de capilla alrededor del cual se colocan velas prendidas como para un velorio. Nuevamente los amigos y vecinos vienen a acompañar a la familia doliente y pasan la noche "pijchando" la coca y recordando al difunto.
Al día siguiente, o sea, el octavo día del aniversario de la muerte del difunto, generalmente se hace celebrar la misa en la iglesia parroquial y en la casa los deudos realizan varios ritos de purificación. Estos ritos, que varían de lugar en lugar, pueden consistir en: ofrendas de coca, sahumerio de la casa, aspersión de la casa con agua bendita, lavado de las ropas del difunto, cremación de las ropas inservibles del difunto, purificación de la familia y los asistentes mediante los ritos de la T'aqara (Pichara), Ch'iqara, con su correspondiente sahumerio de los asistentes, etc.
Todos estos ritos se hacen con el fin de alejar las penas, enfermedades y otras desgracias que pudieran afectar a la familia doliente y a la comunidad. Generalmente se solicita a un "yatiri" para que prepare una "misa" o "despacho", que es la ofrenda consistente de hojas de coca, incienso y hierbas aromáticas que será quemado cuando se realiza la cremación de las ropas inservibles del difunto y demás implementos rituales de la purificación.
La Santa Misa se hace celebrar con el objeto de ayudar a que el difunto consiga la "salvación" y que no esté penando todavía en la tierra, sobre todo en las cercanías de la casa y en la comunidad. Asimismo, los ritos de purificación son actos propiciatorios que traen la resignación y consolación de la familia del difunto, como también medios de protección contra cualquier desavenencia que pudiera causar infortunios a la familia (enfermedades, otras muertes, etc.).
En recuerdo del difunto y mostrando su lealtad en público los miembros inmediatos del difunto llevarán ropa negra en señal de luto por un año y tratarán de evitar cualquier acto que pudiera contradecir el duelo, como por ejemplo en las fiestas participar en los bailes. Cumplido el año y después de haber hecho celebrar la Santa Misa, cambiarán la ropa de luto por ropa de color. La Santa Misa generalmente se hace celebrar después del octavo día, al final del mes del fallecimiento, a los seis meses, el primer aniversario de la muerte, el segundo y tercer años.
1.4.- LA ENTRADA AL CIELO O A LA GLORIA
El destino final del viaje del alma es el cielo o la gloria (Alax Pacha). El cielo es el lugar donde está Dios Padre, con los ángeles, la Virgen, los Santos y Jesucristo, rodeados de las almas benditas o personas buenas. En ese lugar no hay sufrimiento de ninguna clase y el cielo dura para siempre.
Para llegar a la gloria, el alma debe caminar por un sendero angosto, lleno de espinas y luego atravesar el río Jordán, para lo cual le ayudará el alma de su perro. Finalmente debe presentarse ante Dios quién le juzgará de todos los actos de su vida. El infierno es el lugar del castigo para los malos, y durará para siempre y donde el mayor castigo será el fuego que atormentará a las almas. Este lugar es la casa del demonio.
2.- LA FIESTA DE LAS ALMAS (el 1 y 2 de Noviembre)
En el mundo andino la conmemoración de los difuntos o la "Fiesta de las almas" es de mucha importancia, la cual se realiza el 1 y 2 de noviembre. La obligación de celebrar esta fiesta cae sobre todo en el aniversario del primer año. Esta es una fiesta netamente familiar, cuando se renuevan las lealtades entre los miembros inmediatos de la familia como entre los parientes espirituales (compadres, ahijados, y amistades).
Mediante los ritos religioso-sociales se hace puente entre la comunidad humana y la comunidad divina (los antepasados divinizados) reafirmando nuestro origen común y destino común de compartir la vida en el más allá. De esta manera estos días de celebraciones se convierten en el "espacio o tiempo sagrado", pues a partir del diálogo espiritual entre la comunidad terrena y la comunidad divina los miembros celestes y los miembros terrenales de la familia reafirman su destino común y solidario. Podríamos anotar tres actos fundamentales:
2.1.- CELEBRACIÓN DE LOS VIVOS.
La memoria del difunto unifica las preocupaciones de toda la familia. La tumba o el sepulcro ya ha sido preparada con anterioridad (limpieza, pintado, etc.) como un acto importante para la recepción del alma.
La fiesta de las almas es realizada como el cumpleaños del difunto. La familia que lo celebra sea el primer año, segundo año o tercer año de aniversario prepara la "mesa familiar" y con este fin coloca los platos favoritos del difunto. La preparación de los platos favoritos y la elaboración de otros comestibles llamados T'ant'a wawas (muñecos de pan, aves, ángeles, cruces, llamas, y galletas de formas variadas con motivos alusivos a la otra vida) exige la plena y gozosa participación de todos los miembros de la familia.
2.2.- LA RECEPCIÓN DE LAS ALMAS; O LA LLEGADA DE LAS ALMAS.
Según se cree, Dios da permiso a las almas para que vengan a visitar sus familiares en la tierra. Por eso, el primero de noviembre es considerado como el día de llegada. Las familias que celebran sea el primer, el segundo o el tercer año del aniversario de la muerte de un familiar ya tienen listo la mesa o altar de la manera como hemos indicado anteriormente para la recepción o llegada del alma. De esta suerte la noche del primero de noviembre pasan velando. Esta noche es costumbre que rezadores voluntarios visitan de casa en casa rezando por el descanso eterno de las almas. La familia en señal de agradecimiento por esta muestra de solidaridad regala a los rezadores una porción de galletas, panes y dulces.
El día 2 de noviembre la familia se traslada al Cementerio llevando coronas de flores y flores para colocarlos a la tumba. Luego de este acto levantan un toldo en frente de la tumba donde preparan la mesa/altar con una prenda de vestir del difunto junto con los alimentos favoritos. Todos quienes se acercan rezan primero por el alma terminando con la aspersión de la tumba con agua bendita y recién saludan a la familia celebrante. Se pasa todo el día en un ambiente de alegría recordando siempre cuan bueno era el difunto, y haciendo memoria de todos sus actos buenos.
2.3.- LA DESPEDIDA DE LAS ALMAS.
La despedida de las almas se hace con rezos, encargos, peticiones, y libaciones rituales (aspersiones) de licores a la Pachamama y a los Achachilas (espíritus protectores). Se los despide contentos, porque han visto a todos sus familiares y amistades que los han recibido con "cariño" y han disfrutado de las comidas que la familia se los ha preparado. Por otro lado, los miembros de la familia han demostrado su lealtad al difunto como también lealtad a todos los miembros habiéndose presentado aún desde ciudades lejanas.
3.- APRECIACIONES GENERALES
De todo lo expuesto, podemos apreciar que en el pensamiento del campesino aymara tanto los elementos conceptuales como los elementos rituales andinos de origen pre-colonial se complementan con los de origen católico hispano. En este último caso se nota claramente que la versión tradicional de la catequesis católica ha sido asimilada por los aymaras.
La muerte para el pueblo aymara es un peregrinaje hacia el descenso, hacia Dios. Este peregrinaje necesita el apoyo tanto de los familiares terrenales mediante oraciones y ritos expiatorios, como la intervención de otros seres espirituales como los ángeles, santos y aún del espíritu del perro que en la tierra fue maltratado y que en la otra vida sale como benefactor.
Para los aymaras la vida y la muerte no son la oposición absoluta, como consta en la concepción de la mentalidad occidental. Después de la muerte el hombre continua viviendo en el más allá (cielo) y "entre nosotros", razón por la cual se los trata como parte de la comunidad humana y se le festeja el primero y el segundo días del mes de noviembre.
La condición de "alma" o "espíritu" dota al difunto de nuevas cualidades en relación a su rol de intermediario ante el poder divino; el alma actúa como intercesor, vigilante, protector, disciplinador de la familia inmediata y de la comunidad. De esta suerte hay una convivencia entre los vivientes y las almas de los parientes difuntos. Pues los difuntos necesitan de la ayuda de los vivientes en cuanto a su salvación y su existencia tranquila; por el contrario las almas pueden prestar servicios a los vivos en cuanto a su comportamiento más humano, asegurar buenas cosechas y la salud de los vivientes. Como se puede notar, el principio de reciprocidad, ley fundamental de la interrelación humana para los aymaras, se extiende hacia los difuntos. Los vínculos y lealtades comunitarias continúan vigentes más allá de la muerte.
La preparación por la realización de los ritos de purificación y la Misa para el día del entierro, los aniversarios de ocho días, seis meses, cabo de año y en los aniversarios del segundo y tercer, año para la fiesta de las almas, cumplen con la obligación de los familiares del difunto en asegurar la regeneración de la condición humana terrenal a una condición divina. Como se ha señalado, según la concepción aymara la muerte ubica al difunto a una condición de un "Dios menor" (por así decirlo) con poderes de intercesión, protección y castigo a los miembros de la familia terrenal que no actúan según las normas de conducta (ético-morales) consagrados por la cultura aymara.
El rol de intermediación del difunto parte de su participación en la comunidad de antepasados divinizados que constituyen el poder de influencias en la vida cotidiana de la comunidad terrestre. De esta manera, la presencia permanente y cercana de los antepasados remotos están simbolizados en los Achachilas (abuelos) y Awichas (abuelas) que residen en las altas montañas de los Andes y en la Pachamama (Madre Tierra), para proteger y ayudar desde allá a sus descendientes. En suma, el culto a los difuntos es culto a la vida.
Domingo Llanque Chana
IECTA - Perú
WAWA WAÑUY:
RITUAL FUNERARIO ANDINO DE NIÑOS EN IMBABURA-ECUADOR
INTRODUCCIÓN
"El no ha desaparecido de la familia, él continua vivo y muchas veces nos ha hecho soñar. El siempre está vestido, ya es más grande y está vestido con una túnica blanca y mi mamá dice que muchas veces le ha hecho soñar de esa manera" (Yamberla: 2000)[1]
"Mis hijos siempre están junto a nosotros, ellos siempre nos avisan de las futuras desgracias para que nos cuidemos, por eso siempre les hacemos rezar en su nombre las comidas que ellos sabían comer" (Cachiguango: 1999) [2]
La concepción de la muerte en las comunidades andinas del norte del Ecuador ha sido frecuentemente incomprendida y despreciada por la sociedad civil, tanto que los velorios de adultos y de niños han sido considerados como herejías que deben ser eliminados a toda costa.
Para nosotros los rituales funerarios siempre han sido los momentos más tristes y solemnes. Mediante juegos alegres y bailes comunitarios ayudamos al difunto a iniciar su nueva vida en el mundo espiritual de los muertos. En lo concerniente al velorio de niños nosotros bailamos el fandango, un nombre español a nuestro baile ceremonial fúnebre. Cabe destacar que existen dos clases del baile del fandango: la primera que se baila en los matrimonios es ejecutada por un hombre y una mujer con un gesto de encontrarse frente a frente y retrocediendo antes de encontrarse, esto simboliza el encuentro matrimonial del hombre y la mujer para compartir juntos las alegrías y desdichas de la vida.
En el segundo baile del fandango no existe el baile con "encuentro" sino que el hombre y la mujer mientras bailan "se siguen" mútuamente pero cuidando muy bien una distancia aproximada de un metro, si la mujer retrocede bailando el hombre "la sigue" y si el hombre retrocede bailando la mujer "le sigue", esto se baila en los funerales de niños en todas las comunidades del cantón Otavalo. Este "seguimiento" en el fandango significa que la vida continúa, que la vida sigue su curso.
Además del fandango, en los velorios de niños cabe destacar la actuación de los padrinos de bautizo y de confirmación, ellos son los encargados de llevar adelante todo el proceso del velorio y de contratar al tayta maestro [3], a los músicos de arpa, violín, guitarra y triángulo de metal, la compra del ataúd para el muerto y la preparación ceremonial del "altar" para el niño difunto. En este caso los padrinos cumplen la función que en otros casos le correspondería realizar a los padres, pero en nuestro mundo andino, el padrino tiene más responsabilidades y más autoridad que los propios padres. Por esta razón muchas veces si el niño todavía no ha sido bautizado ni confirmado necesariamente los padres tienen que coger padrinos y bautizarles o confirmarles aunque después de muertos para que se hagan cargo del ceremonial.
También es digno de mención la gastronomía que se ingiere en los velorios de niños. En la mayoría de las comunidades se reparte a todos los familiares el champús, que es la comida ceremonial de los muertos. El champús es una colada elaborada con harina de maíz cocinado, fermentado y endulzado. En otras comunidades ya no se cocina el champús sino que se reparte platos de arroz de sopa con dulce que tiene la misma función del champús.
Desde el momento de la muerte se inicia todo un proceso ritual de preparación del difunto para que pueda partir contento hacia el chayshuk pacha o el otro mundo. Inicialmente se le baña en agua de río aromatizada con hojas de romero, una vez bañado se le viste con la mejor ropa que haya tenido, se le hace abrazar a todos los familiares como una despedida para un largo tiempo. Posteriormente los padrinos ,que son los primeros en saber el deceso, elaboran el altar con carrizos, los rebozos de la madrina y la mamá conjuntamente con las sábanas que sirvieron para cargar al niño difunto.
Es importante la presencia del tayta maestro ya que es la persona principal que coordina y ordena en que momento se debe iniciar los bailes, cuándo tienen que bailar los padrinos y los padres, en qué momento se debe rezar y en qué momento deben bailar todos los familiares. Existen una gran cantidad de hechos que bien merecen ser tomados en cuenta para estudios más profundos, pauta que nos permitirá desentrañar de mejor manera nuestras vivencias.
Estos rituales si aún persisten en la clandestinidad de nuestra intimidad al interior de nuestras comunidades, también es cierto que cada día resiste al incontrolable embate "civilizador" de las iglesias cristianas y la sociedad occidental. Pero, la lucha cultural por sobrevivir cada día cuenta con mayores espacios y esto nos da el ánimo para seguir contando al mundo lo que somos.
En este trabajo no hacemos ninguna interpretación ni apreciación académica, solamente nos hemos limitado a describir lo mejor que podemos sobre los funerales que hemos vivido en la comunidad de Kotama del cantón Otavalo y la parroquia San Roque del cantón Antonio Ante en la provincia de Imbabura, Ecuador.
EL VELORIO CEREMONIAL
Nuestro hermanito todavía no había sido confirmado, por eso mi mamá cuando se murió lo llevó primero donde el sacerdote para confirmarle, pero él estaba muy ocupado con otros compromisos. Además, como mi hermano ya estaba muerto, solamente le dio indicaciones para que mi propia mamá se preparara agua bendita y le otorgara la bendición ella misma. Como la confirmación era muy importante en estos casos, nuestros papás realizaron la ceremonia de la bendición del agua y del difunto tal como el sacerdote les había dicho. Para dar fe de aquella bendición que era imprescindible, cogieron como madrina a nuestra hermana mayor llamándola Chaki Achik Mama [4]. Después de la bendición que equivalía a su confirmación le colocaron en una mesa con un mantel blanco hasta tener tiempo de comprar el ataúd y todas las cosas necesarias. Por la tarde vinieron los padrinos de bautismo y además nos reunimos entre todos los familiares y la comunidad.
Los padrinos comenzaron a realizar el "altar" con carrizos que los buscaron ellos mismos. Hicieron un altar en forma de una casita debajo de la cual colocaron una silla para el asiento, luego cubrieron la "casita" de carrizos con rebozos de las madrinas y mi mamá conjuntamente con la sábana que sirvieron para cargar al difunto, pusieron debajo la sábana y encima los rebozos, igualmente en medio del cuarto pusieron una mesa con un mantel blanco, en los cuatro puntos cardinales alrededor de la mesa enterraron pedazos de carrizo como veladoras y a un quinto pedazo de aproximadamente un metro le ahuecaron para poner licor en ese recipiente y tomar durante la noche del velorio con todos los acompañantes. Luego que ya estaba todo preparado le bañaron a nuestro hermanito para vestirle con la mortaja blanca semejante a las usadas por los ángeles en las representaciones de la Iglesia, porque según nuestra mamá, nuestro hermanito muerto era un ángel por lo que tenía que vestirse de blanco, allí le pusieron su corona blanca, con figuras de colores e igual en las manos y pies, le pusieron sus collares de papel.
Cogimos agua del río, pusimos algunas hojas de romero y mientras todos le bañábamos en medio del patio mi mamá entre llantos le decía: "No nos olvides, acuérdate de tu madre, tus hermanos y hermanas, de tu padre y tus familiares, míranos desde el cielo y cuídanos de las enfermedades y cuida la casa porque tú eres como el papá de la casa". Mi mamá lloraba de esta manera y luego uno por uno, a todos los hermanos y hermanas, nos hizo abrazar después de bañarle y vestirle. Todos le abrazamos llorando y mi papá como recuerdo le colocó en su cuello el escapulario y su medalla que le habían obsequiado en su bautizo.
En un momento dado, nuestros padres conjuntamente con los padrinos y madrinas pusieron al muerto en el altar. Hasta la mesa le llevaron mis papás y después los padrinos le hicieron sentar en la silla que estaba dentro del altar en forma de casita. Le sentaron como a una persona viva, como si fuera la imagen de un santo. Adornaron bonito el altar con flores y papeles de colores, le amarraron bien por la cintura a la silla y así sentadito se pasó toda la noche hasta el otro día en que le tocaba salir con rumbo al cementerio.
En el velorio, hasta las 9 de la noche vinieron los familiares para visitarle, nos juntamos todos con los acompañantes que llegaban con algunos regalitos como pan, velas y otros. En la casa empezamos a hacer una comida especial llamada el arroz de dulce, para ofrecerle a la gente que llega a acompañar en estas ocasiones. Después de eso se reparte la comida al tayta maestro que está rezando, a este rezador se le entrega un poco de comida por cada nombre de un difunto para que él rece e implore esa noche por las almas de nuestros familiares muertos, porque esas almas vienen a este mundo y están presentes en este mundo cuando existe algún muerto.
El padrino se encarga de contratar a los músicos que generalmente interpretan arpa, violín, guitarra y triángulo de metal. Estos músicos apenas llegan inician a tocar su música mientras el tayta maestro realiza sus rezos y plegarias tanto en kichwa como las oraciones de la Iglesia frente a la mesa con el ataúd, en tanto que el muerto está colocado en el altar mirando a todo el lugar del velorio.
A los músicos la primera noche los contratan los padrinos de bautismo y la segunda noche los padrinos de confirmación. Cuando llega aproximadamente la medianoche el rezador suspende sus oraciones y decide el inicio del baile. Para ello reúne a los padrinos conjuntamente con sus esposas y acompañantes.
El rezador da una señal diciendo que la madrina, el padrino, la mamá, el papá, las hermanas, los hermanos y todos los acompañantes tienen que bailar para que el wawa [5] se vaya contento de aquí y no se quede en medio cielo. Ahí nos explicó que si no se manda al wawa bailando bien, el niño queda solamente en un árbol colgado en una rama y que por esa razón desde la media noche teníamos que bailar todos para mandar hacia el cielo el alma de mi hermano. Hasta la media noche fue rezos de toda la familia, pero desde la media noche en adelante hasta la madrugada fue solamente baile más o menos hasta las 5 de la mañana.
Para iniciar el baile necesariamente tenemos que bailar primero el fandango; para eso el tayta maestro pide que inicien el baile los padrinos con sus respectivas esposas. Ellos en medio del círculo de todos los acompañantes, al frente del difunto, inician a bailar el fandango que se baila recorriendo cuatro pasos para atrás y cuatro pasos para adelante al ritmo de la música. La pareja también tiene que conocer muy bien el baile porque ambos tienen que "seguirse" para todo lado sin perder la distancia el uno del otro. Después de un momento, el tayta maestro pide que inicien a bailen. Eso sí es muy triste, mis papás bailaban llorando, es muy triste ver eso y muchos rompen en llanto mirando esta escena que es muy conmovedora. Luego de otro rato el tayta maestro pidió que también acompañen en el fandango el "servicio" con su esposa. Ellos son los encargados de ayudar en todo lo referente a la atención de los acompañantes en representación de los dueños de casa. El fandango solamente lo bailan los padrinos de bautismo, confirmación, los padres y los servicios. Muchas veces no es necesario que el tayta maestro ordene, los mismos acompañantes deciden quienes tienen que bailar y en que orden tienen que bailar el fandango.
Luego del baile del fandango que duró unos quince minutos, todos los acompañantes inician a bailar, pero los músicos cambian el ritmo de la música y empiezan a entonar sanjuanitos. Todos bailan en círculo zapateando fuerte de vez en cuando, diciendo que tenemos que mandar al niño al cielo. Aquí bailan más los padrinos con los acompañantes, mientras que los padres y los servicios esperan el momento de un nuevo baile del fandango. Luego de unos cinco o diez minutos de baile la música calla de golpe e inmediatamente el circulo de bailadores, sin suspender el baile, inicia el canto ritual llamado karabuelay diciendo: "halla…haa…haa…haa; halla…haa…haa…haa; ha…ha…ha…haa; ha…ha…ha…haa… [6]
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Bailaron unos 5 minutos cantando todos el karabuelay, luego nuevamente inició a tocar la música. Así bailaron por cerca de una hora sin parar. En el baile del sanjuanito también nos sacaron a nosotros, los hermanos del difunto para bailar. Nuestros papás, que por lo general sólo bailan el fandango y no el sanjuanito, lloraban mucho al vernos bailar junto a los acompañantes, también nosotros llorábamos mucho mientras bailábamos.
Había momentos en que se suspendía el baile e inmediatamente daba paso al baile del fandango. Durante el baile del fandango los papás siempre miran a su hijo muerto en el altar, mientras bailan llorando le dicen al difunto: "Cuídanos de las enfermedades y las desgracias, tú eres un angelito, todos los males que tengamos llévate contigo y protégenos a todos. No te olvides de nosotros, cuida la casa, acuérdate siempre de nosotros que todavía nos quedamos aquí".
En estos casos, los acompañantes no ingieren licor en abundancia sino solamente canelazos [7] y hervidos [8], pero en una cantidad muy restringida. Para ello los padrinos cogen el pedazo grande de carrizo ahuecado y preparado y allí colocan licor y solamente ese licor comparten todos los acompañantes y no se bebe en botellas como normalmente se hace. En las noches de los velorios tanto de adultos como de niños nunca se bebe hasta emborracharse, sino que el licor es solamente para contrarrestar el frío.
Al amanecer a las cinco de la mañana brindamos un caldo caliente de carne de res con papas y un poquito de mote para reponer las fuerzas de todos los que han acompañado bailando durante toda la noche.
Después de las cinco de la madrugada todos comemos y descansamos y algunos familiares ya se van a mudarse de vestido mientras que los padres del difunto están empeñados en los preparativos para salir al cementerio.
Al momento de salir al cementerio, los padrinos y las madrinas juntos bajan al niño difunto de su altar y le entregan en los brazos de sus padres para que ellos a su vez le coloquen dentro del ataúd mientras que el maestro está rezando sus plegarias en kichwa y sus oraciones cristianas. Después de eso el rezador ora su última plegaria, allí, antes de cerrar el ataúd la mamá pone algunos pedacitos de algodón debajo de la axila derecha del niño muerto y el papá en la axila izquierda y todos los hermanos ponemos un pedacito de algodón en la planta de los pies para que el difunto nos proteja de cualquier enfermedad. Generalmente los hermanos nos limpiamos con el pedazo de algodón la frente y las palmas de las manos para que el difunto nos guíe y nos ilumine en el camino del bien y si estamos en el camino del mal, para que nos ayude a rectificar nuestro camino.
Para salir al cementerio ponemos al niño muerto en su ataúd y empezamos a bailar juntos alrededor del féretro, dando vueltas por unos 30 minutos. Después de ese baile damos la vuelta el patio, los padres toman el ataúd y le entregan a los padrinos y luego salimos bailando con música, así recorremos todo el camino o por lo menos bailamos en los principales lugares hasta llegar a la iglesia. Para la misa en honor del difunto solamente entra el violín junto al féretro, mientras que el arpa y la guitarra se quedan a esperar afuera. Todos entran a la iglesia junto al difunto y durante la ceremonia mientras el cura está dando la misa, el maestro músico del violín sigue tocando en un rincón.
Antes de que termine la misa en la iglesia, algunos familiares se adelantan con el fin de cavar la fosa para enterrar al difunto. Estas personas son encargadas por el padrino de bautismo y confirmación. Ya cuando se llega al cementerio está medio listo la tumba. Mientras terminan los preparativos para el entierro el rezador está diciendo sus plegarias y oraciones junto a los familiares, mientras los padres y otros familiares llevamos comida para brindar a los acompañantes y a la vez hacer rezar por el alma del difunto y los otros difuntos familiares existentes a otros rezadores que siempre están presentes en estos lugares.
La última despedida lloramos todos junto a los padres, ellos le dan la última bendición al igual que los padrinos y después le ponen en la tumba. Se le hecha agua bendita sobre el ataúd, algunas flores y se procede a tapar con la tierra mientras la música sigue tocando todo el tiempo.
Luego de cubrir la tumba con la tierra, poner la cruz con el nombre del difunto todos bailamos sobre la tumba en círculo diciendo entre todos, "no se olvide de nosotros, aquí estamos todos junto a ti y tienes que estar feliz".
En muchos casos cuando se sale del cementerio los acompañantes esperan en la puerta con ramas de ortiga y con ellas se da golpecitos a los papás y los padrinos para alejarles la mala suerte y que otra vez no tengan que pasar por esos momentos con otro hijo muerto.
De regreso a la casa ya está lista la comida. A todos los acompañantes se les invita a la casa y junto al altar se sientan las madrinas, los padrinos y los acompañantes. Allí se reparte la comida comenzando por el caldo de carne de res con papa y luego la colada de maíz. La mamá y la madrina del difunto reciben los regalos en comida que les obsequian todas las mujeres acompañantes consistentes en tostado de maíz con fréjol, tostado de maíz con chochos, tostado de maíz con papas, tostado de maíz con habas, papas condimentadas, arroz con fréjol, papas con berros cocinados, entre otros alimentos, mientras que el papá y los padrinos cada cual reciben el tumin consistente en botellas de trago, cervezas, vinos y otros licores que son obsequiados por todos los acompañantes varones. La comida recibida por la mamá y las madrinas es reunida, mezclada bien y luego repartido a todos los acompañantes incluidos los niños y niñas presente por partes iguales por la esposa del "servicio". Igual ocurre con los licores, se reúne todas las botellas y el "servicio" se encarga de repartir a todas las personas adultas.
Mientras esto ocurre, en la cocina las cocineras están preparando el "mediano" para agradecer a los padrinos y madrinas por ayudar a pasar juntos por este trance de dolor.
Luego de comer, se empieza a beber los mismos licores llevados por los acompañantes y finalmente se baila en honor del difunto, pero los papás no tienen todavía que chumarse porque dicen que el alma del wawa difunto todavía está por allí dándose las vueltas. Si están chumados, y más si el niño ha sido muy apegado en afecto tanto al papá o a la mamá puede llevarlos con él hacia la muerte.
Al otro día llega la música contratada por el padrino del bautismo para abrir el altar. Para esto todo empieza desde las 10 de la mañana, pero se debe decir que la música por lo general siempre está ahí, amanece y se atardece allí todo el tiempo. Para abrir el altar vienen los dos padrinos y las dos madrinas acompañados de todos los familiares y la ceremonia se inicia con el tumin hacia los padrinos y los padres del difunto.
Cuando empiezan a abrir el altar, con el primer carrizo desarmado se prepara el instrumento para beber, se ahueca el carrizo, allí se pone el licor y todos toman solamente el contenido de este carrizo, allí no se toma en botellas. Mientras tanto el rezador continua orando, al medio día se abre el altar y todos empiezan a beber en abundancia y solamente queda en medio de la mesa donde estaba el ataúd una taza de agua.
Los carrizos se los damos a las personas que acompañaron, en cambio las sábanas y los rebozos utilizados para cubrir el altar hacemos rezar en honor del difunto a la esposa del rezador, y ella sabrá si los utiliza o no en su propio provecho.
A las cocineras igualmente damos un agradecimiento con comida. Muchas veces se les paga a las que quieren aunque la mayoría de las veces estas personas lo hacen a cambio de nada, por eso siempre les damos la comida y muchas veces también un mediano a todas las cocineras y allí se termina el funeral.
Después de una semana "mandamos" una misa al difunto, a esto lo llamamos semana karay que significa la ofrenda de la semana, después de un mes otra misa llama killa karay o la ofrenda del mes; pero cuando el muerto cumple un año le "mandamos" una misa grande. Para eso hacemos nuevamente un velorio como si el cuerpo estuviera presente, igual se contrató el violín y en la mesa en lugar del ataúd le colocamos las frutas y comidas que el wawa comía cuando estaba vivo, luego al otro día vamos a la iglesia, participamos en una misa en su nombre, nos vamos al cementerio para hacer rezar comida en su nombre. Regresamos a la casa y realizamos una fiesta con comida y bebida como había ocurrido con el cuerpo presente.
Mi mamá en muchas ocasiones dice: he soñado con mi hijo muerto, algo va a suceder porque él siempre nos avisa. El no ha desaparecido de la familia, él continua vivo y muchas veces nos ha hecho soñar. El siempre está vestido, ya es grande y está vestido con una túnica blanca y mi mamá dice que muchas veces le ha hecho soñar de esa manera. Así sabemos que aunque el muerto ya no esté entre nosotros en cuerpo presente, siempre está viviendo entre nosotros. Cada vez que acudimos al cementerio como en la semana santa, en el año nuevo, en el día de la Ascensión,. San Pedro, 2 de noviembre o cualquier día lenes y jueves de la semana, hacemos rezar en nombre de los difuntos, también el nombre de nuestro hermano siempre es mencionado porque es parte de nosotros. Así vivimos y pensamos los indígenas en Imbabura, Ecuador.
NOTAS
[1] YAMBERLA, JUANA: Agricultora y Fundadora de la vírgen del Quiche de 60 años, oriunda de San Roque, Imbabura Ecuador. Entrevista efectuada en junio del 2000.
[2] CACHIGUANGO, JOSE ANTONIO: Agricultor de 65 años originario de la comuna Kotama del cantón Otavalo. Entrevista efectuada en noviembre de 1999
[3] TAYTA MAESTRO: Anciano oficiante de ceremonias y el autorizado para dirigir los juegos y bailes fúnebres tanto en la muerte de adultos y de niños.
[4] CHAKI ACHIK MAMA: Madrina para encaminar, madrina para ayudar a caminar.
[5] WAWA: Niño, bebé, infante.
[6] En el alfabeto del Kichwa unificado, la letra h al inicio de las palabras tiene el sonido de la j.
[7] CANELAZO: Mate de canela caliente con licor.
[8] HERVIDO: Jugo caliente de una fruta con licor.
FUENTES DE CONSULTA
CACHIGUANGO, JOSE ANTONIO (KATSA TAYTA): Agricultor de 65 años, originario de la comuna Kotama del cantón Otavalo, Imbabura, Ecuador.
YAMBERLA, JUANA: Agricultora y fundadora-custodio de la imagen de la Vírgen del Quinche, originaria de la párroquiá San ¨Roque del cantón Antonio Ante, Imbabura, Ecuador.
Luis Enrique Cachiguango y Luz María Pineda
IECTA - Ecuador
katsaiecta@yahoo.com
EXPERIENCIA:
TESTIMONIO DEL RITUAL DEL OCTAVO DÍA DEL DIFUNTO
- Javier Vilca es natural de Lirima, un poblado precordillerano de la comuna de Pica, provincia de Iquique-Chile. Actualmente allí habitan cuatro familias, pero los hijos del pueblo suben desde la urbe cada vez que alguno de los suyos fallece, a cumplir con las costumbres que la tradición indica.
Nosotros los indígenas entendemos que el ser humano tiene tres instancias de vida. La primera es una vida cortita, de 9 meses desde la gestación, que es vida en realidad en un mundo aparte de los que estamos acá. Después se pasa a una nueva vida, la que tenemos nosotros diaria, del sol, de la noche, del sacrificio, de los llantos, de la alegría, de las dificultades y las felicidades. Esta vida es un poco más larga, entendiéndose que la vida misma en sí, desde la visión indígena, deber ser larga y uno tiene que morir anciano; cualquier circunstancia que haga morir temprano o niño es por una causa que hay que meditar, o sea, la vida debe ser completa y uno tiene que morir viejo. La tercera vida se inicia una vez que la persona se muere y es una vida espiritual.
¿Eterna?
No se habla de una vida eterna, pero se dice que es una vida infinita.
El espíritu está con nosotros aquí y por eso nosotros lo recordamos en cada momento. Recordamos a los abuelos, a los bisabuelos, incluso mucho más antes, y los recordamos en el sentido de que están acá con nosotros. Si estamos comiendo algo los recordamos señalando que están presente y si estamos trabajando ellos también nos ayudan a trabajar. También nos pueden dar alguna señal que algo anda mal y podemos soñar con lo finados, que es la más clara forma que tienen de expresarse, donde nuestro espíritu se encuentra con el espíritu del abuelo que está ya en la otra vida.
Ese es el nexo de comunicación. Y hay casos muy evidentes, de mucha precisión.
Yo he tenido sueños. Por ejemplo, un primo falleció y en sueños me decía "me faltan mis cosas" y mencionó varios objetos que le faltaban. Yo fui a conversar con el hermano y le dije "oye, soñé anoche con el Domingo y me dice que le faltan sus cosas". Después yo le pregunto a él y claro, ahí estaban.
Había justo que hacer lo que se hace a los 8 días.
Nosotros entendemos que estamos ligados. Eso sí, estamos juntos pero separados, o sea, no dormimos juntos con los espíritus... Para llegar a eso existe un procedimiento que más adelante voy a contar.
Una vez fallecida una persona, 8 días es el tiempo justo de preocupación que tenemos que tener para con ella, necesario para reunir todas sus prendas, todas sus cosas y que se las lleve. Esa es la forma exacta y la intencionalidad. El finado tiene que llevarse sus cosas. Algunas se fueron en el cajón, pero poquitas. Hay que reunir sus pertenencias, incluida su ropa usada, para quemarlas y que de esa forma se vayan con él.
Y lo que no se puede quemar, porque es grande o tiene un valor, se hace en miniatura. Por ejemplo, una guitarra, máquina o telar, e igual lo presento en las cosas que se va a llevar. Se reúne todo lo que más quería él. Y entonces ese día, el octavo, ya se han reunido todas las cosas y se han lavado, porque tienen que estar limpias para quemarlas.
Entonces ese día ya se inicia el ritual llamado paigasa.
Primero se designa, se busca un animalito, un llamo que era de él y se dice "éste va a ser el que va a ir acompañándolo", o sea, va a ser su animalito de carga que se va a llevar en el viaje. Se trae el animalito a la casa, ahí se le viste, se le pone una florcita, se le adorna y se le encarga para llevarse todas las cosas con su dueño, su amo. Y evidentemente con todo lo que es más cercano de la persona se hace todo un cargamento y se carga el animalito, con las sogas y todo. Una persona representa al finado, cualquiera y en lo posible que no sea familiar. Se pone la ropa del finado, su sombrero y sale, da una vuelta por el lado izquierdo –porque el izquierdo es de los finados- a la casa y se ubica en el lugar asignado donde tiene que hacerse la comilona, o sea, la boda, con la comida para la gente que está acompañando.
De ahí se va a un lugar que siempre es detrás del pueblo, no tan lejos pero apartado, y se sacrifica el animal. Hay que sacarle la pura carne, ningún hueso, y tiene que comerse toda entre la gente que lo acompaña y el que está representando al finado.
Él aconseja, recuerda cómo era su conducta, su comportamiento y les habla. Los invita a comer,
"porque me voy a ir. "Hermano", "mamita", "tía"... "me voy a ir, así que quiero que todos coman hoy día"; "quiero bailar...". Y si eso quiere, bueno, hay que bailar y se baila la canción del finado que nosotros sabemos cuál era la que le gustaba mucho. Es una cuestión muy emotiva, para no olvidar.
La cosa importante que tiene esto es que es el momento en que el finado encarga cómo tienen que vivir ellos, como hermanos, que no tienen que pelear, no tiene que haber discordia, no tienen que… todas esas cosas él encarga. Y en verdad que se considera eso muy importante porque creemos que él guía las palabras del que los está representando.
Terminado todo lo que es la comilona (otra gente se ha ido ya temprano a sacar mucha leña y hacer una gran ruma ) se va a quemar las cosas.
En esa semana a veces se hace también lo que es la separación de la familia del finado. Se entiende que hubo una vida juntos, no? Ya falleció la persona pero está espiritualmente viviendo y él quiere que alguien más se vaya con él; lo que significa que alguien más se puede morir. Entonces ahí interviene un yatiri, en cuanto a hacer la separación de esta persona, que se llama Apartar del Alma.
Esta separación se le hace a todos los familiares. Se les amarra una pitita en la mano y en el pie izquierdo de lana de vicuña. El yatiri dice: "éste es el camino del finado y éste es el camino de nosotros", así que hay cortar ese camino, o sea, hacer camino aparte, porque nosotros podemos estar en ese camino y podemos morir también. Así se hace el camino de separación del alma. Y esa pitita es como el candado.
Toda la familia está apartada y así también el finadito se va contento y no va estar intentando ni una cosa ni teniendo pena, porque ahora sabe ya que está apartado.
Volviendo a ese día, el octavo, que es un día de despedida, faltando un poquito para que se entre el sol, cualquiera puede ser la hora, pero ese es el momento, las personas ya están preparadas, y ya sea en la casa adentro o en el mismo lugar donde ya él está, se hace la despedida, el despacho del alma.
Al llamito –cubierto nuevamente con la piel sobre el esqueleto- lo cargan, y se lleva un perrito. Y ahí él (representado) se despide ya. Cada uno se despide y escucha un consejo, porque él va señalando de todo. Y ahí la gente ya vuelve a la casa hasta que regresen los designados para la quema que siempre son 6, 8 ó 10 personas las que van, generalmente puros hombres.
El perrito va a estar siempre y lo va a acompañar en el viaje al finado. Y cómo es la naturaleza del perrito... que llora cuando su dueño se ha muerto y busca de irse, porque en ese momento está contento y ya al estrangularlo no grita absolutamente nada.
Ahí se prendió un fuego grande y se quema todo, con el llamo completo y el perrito. Todo, todo, todo.
Generalmente está ya oscureciendo y la gente se retira de la gran quemazón.
Antes de irse, observan para ver. Ahí ven al finado, aunque no todos lo ven. Nunca he visto yo. He visto algo pero nunca con claridad, los otros lo ven clarito y no siempre la misma persona ve, hay veces que no pueden ver y ven otros. Algunos ven muy bien y dicen "ahí llegó". "Ahí está", dicen, "sacó su llamo", "su perrito también va", "va haciéndole cariño", "ya, están cargando sus cosas". Y hay otros también que están cuidándole, que lo alcanzan a reconocer y dicen: "mira quien está ahí". "Es hombre", "sí, es hombre", o "es mujer", "es mujer"… Y ya cuando está oscureciendo, entre claro y oscuro, se ve que se va, y alguien lo acompaña o se va solo. Algunos ven, reconocen a otra persona que se va con él. Es el que se podría morir. Si es conocido hay que apartarlo con un ritual especial para la persona y para la familia. O si no dicen: "fue alguien, no sé quién". Y evidentemente no pasa más de 4 ó 5 meses y ya fallece alguien de la comunidad.
Cuando llegan de vuelta a la casa, lo hacen con nombres cambiados, se ponen nombres extraños, como Tumbacerros. Llegan ahí ante toda la gente y se presentan.
Yo no sé exactamente porqué se cambian nombres pero siempre ha sido así, yo lo conocí así. Saludan y dicen: "te vimos a ti", "tú estabas ahí", "te puedes morir", entonces se sientan en la puerta de la casa y ahí le dan tres guascazos con una rama de molle o correa de cuero cualquiera, para evitar que esta persona pueda seguir el camino. Entonces ya se termina, se ha cumplido con el finadito… con la norma, la regla, el código o qué podemos llamar, la costumbre. Se ha cumplido y se da una pauta de buenahora y ahí concluye.
El sentido grande es que la persona debe llevar sus cosas por dos motivos: porque las necesita y porque nos traería un recuerdo doloroso ver su ropa, sus cosas ahí.
Quedamos con la conciencia tranquila porque hemos cumplido y también el finadito. El yatiri, que es el guía, es el que va a decir si el finadito ya está contento, bien, tranquilo, "sí, debe estar con pena pero ya va a pasar la pena", "el finado les va a ayudar"… Evidentemene que es un tiempo muy de dolor, donde uno lo recuerda y en cada instancia que tiene siempre le pide, es parte de la cosmovisión, al finadito le pide ayuda. Si es en trabajo… hno, tío, abuelo, papá, mamá, ayúdame en este viaje, en este negocio, en fin, uno lo recuerda mucho. En ese sentido está su presencia, esta unión.
Y con respecto a quien ya está en otra vida, no decimos que esté en el cielo ni en el infierno, sino que en otra vida simplemente.
Es muy claro, el hecho de que uno diga está en otra vida y está también con nosotros y por eso lo recordamos y cuando estamos comiendo recordamos algo y nuestra forma de compartir con ellos es de varias maneras. Cuando tenemos fogatas, echamos un poquito al fuego con la mano izquierda, si estoy comiendo queso, pan, carne, chicharrón, choclo, lo que sea, digo "comparte hermano", "mamita, te gustaba así que aquí te voy a convidar".
No es que nos encontremos en el fuego, sino que el fuego lo quema y del fuego se hace humo, y el humo es el que llega.
Siempre con la mano y por el lado izquierdo. Por eso todas las costumbres tan estructuradas de que uno tiene que partir con el pie derecho, saludar, repartir un trago. Ese es un código, una norma importantísima, parte del orden también y la separación. Para los finados es con la izquierda. Cuando se despide del finado uno, se despide con la mano izquierda. Todo lo que es "me voy a servir un traguito con el finadito", lo hago con la mano izquierda. Así está entendido y es.
En Lirima lo seguimos haciendo. Yo sé que en otras partes ya se ha ido perdiendo. Cuatro familias viven en este momento en el pueblo, pero muchos suben a los pueblos a hacerlo, aunque fallezcan acá, aunque sean sepultados en Huara o en un cementerio de acá, igual suben a los pueblos a hacer la despedida, el despacho del alma.
Se ha perdido por una intromisión fuerte de los pentecostales, los protestantes, porque los católicos permitían todo el ceremonial. Pero los evangélicos pentecostales han sido muy lapidarios en ese sentido. Y son todos aymaras, pero por una exigencia y una enseñanza ya no lo hacen. Yo sé que lo sienten, pero como están sujetos a otros mandos superiores, entonces no lo hacen.
Algunos lo hacen igual. "No importa", dicen, "Dios me va a perdonar, porque yo tengo que cumplir con mi finado" y lo hacen. Pero en términos generales ha decaído por esa causa.
En las ciudades la quema no se hace, pero se espera al alma a la semana siguiente. Se hace el lavatorio pero no se quema la ropa, y se pone una mesita, que es como un velatorio nuevamente, pero todo lo otro del animalito, el perrito, no corre acá.
Javier Vilca
Dirigente aymara
I Región - Chile.