LIBROS NUEVOS

Por el compromiso con nuestros lectores, en la Biblioteca de Antropología Andina (BAA) - IECTA, estamos actualizando constantemente la bibliografía con el objetivo de ofrecer un mayor y mejor servicio para con los investigadores académicos. Presentamos las siguientes obras:

 

Néstor Chambi Pacoricona y Otros;

Señas y secretos de crianza de la vida. “Señas y secretos de crianza de la chacra, animales, paisaje, tejidos y de la comunidad humana”.

PUNO - PERU: Asociación Chuyma de Apoyo Rural "Chuyma Aru", 2007; Pp. 287.

RESUMEN
La cosmovisión Andino-Amazónica es criadora de diversidad de plantas y animales a partir de la crianza ritual de las chacras y el paisaje que conviene al fluir de la vida en armonía con el diverso y cambiante medio andino. Desde la cosmovisión andina en la que todos son personas, esta crianza se hace en ayni (crianza comunitaria), y en ella participan tanto los humanos, las deidades andinas así como la misma naturaleza.

Esta peculiar forma de relacionarse con la naturaleza de manera respetuosa está lleno de manifestaciones de cariño. Los llamados rituales, no son otra cosa que manifestaciones de este respeto y cariño a la naturaleza y deidades andinas.

El libro que presenta hoy la Asociación Chuyma Aru, es una contribución valiosa para que el mundo oficial, aprecie en este caso, que la cultura aymara, tiene mucha sabiduría y no podría ser de otra manera, pues 10000 años de antigüedad no es poca cosa.

También se puede hacer un acercamiento a la comprensión de las señas desde la cosmovisión tecno-científica de occidente moderno. A principios de la década del 90, se decía: es curioso observar que la mayoría de las plantas y animales “señas” del clima sean silvestres. Estas plantas posiblemente tienen sistemas pigmentarios y enzimáticos, mucho más sensibles a las variaciones de ciertas radiaciones de energía electromagnética que las plantas cultivadas; por haberlas perdido éstas, en el proceso de su domesticación. Estas variaciones electromagnéticas afectarían el delicado equilibrio de las fitohormonas o reguladores del crecimiento de la planta, que determina la diferenciación del primordio floreal a nivel del tejido meristemático de las yemas terminales y/o axiales, para que se forme el botón floral que posteriormente se convertirá en flor.

Algo similar debe ocurrir en el organismo de un animal silvestre, en especial los batracios, reptiles y aves. Experimentos recientes, muestran que la glándula pineal del cerebro es sensible a la intensidad, composición espectral y a la duración de la luz, de tal manera que estos animales silvestres deben poseer glándulas pineales más sensibles que los animales domésticos.

Pero desde la vivencia andina, no se trata de comprender para criar la diversidad en las chacras, se trata de sentir y como ya expresamos línea arriba, se trata de que las ánimas de todas las personas que conforman el Pacha se empaticen, para así, en ayni criar la diversidad de semillas que nutran y curen, no sólo a las personas humanas sino también a las personas cerro, luna, plantas, agua, granizo, helada, etc. etc.

El libro también describe 810 secretos. El diccionario nos dice que “secreto es lo que cuidadosamente se tiene guardado y oculto, o que, es el conocimiento que exclusivamente alguno posee de la virtud o propiedades de una cosa”.

Para el runa chacarero, es otro saber más que permite empatizar las ánimas de las otras personas del Pacha, para criar en forma armoniosa y en ayllu la diversidad que conviene al fluir de la vida, con suficiencia y plenitud para todo el Pacha.

No se cría estga armonía una vez para siempre. Hay que estar continuamente criándola mediante comprometidos rituales. Evidencias de esta milenaria crianza ritual, están en los centros ceremoniales prehispánicos, tanto de la costa, sierra y selva.

Este valioso aporte de señas y secretos del mundo aymara, no dudamos que quedará completado, más adelante, en otra publicación que se refiera a otro de los saberes, es decir a las prácticas de crianza, que describa las diversas, variadas y cambiantes formas como el campesino, de acuerdo a la conversación con las señas, hace la preparación del suelo (barbecho), siembra, deshierbo, aporques, cosechas, selección de semillas, transformación de productos cosechados, almacenamiento.

Seguramente, también será oportunidad para que se refieran a las diferentes prácticas de crianza de las siembras muy adelantadas (milli) y de las siembras (temprana, intermedia y tardía) de la campaña grande. Estas dos clases de siembras tienen sus propias señas, sus propios secretos y prácticas de crianza.

Las siembras milli son para que primero prueben nuestras deidades andinas; y las siembras de la campaña grande, para que prueben también los runas y la propia naturaleza.

En un mundo tan respetuoso como es el andino-amazónico, todo se cría con cariño y respeto; y eso es, lo que precisamente han hecho los autores del libro con los testimonios recogidos en las comunidades donde acompañan a los campesinos criadores de la diversidad.

 

Nilda Callañaupa Alvarez;

Tejiendo en los Andes del Perú: soñando diseños, tejiendo recuerdos.

CUSCO – PERU: Centro de Textiles Tradicionales del Cusco, 2009; Pp. 112.

RESUMEN
En el mundo de hoy, los jóvenes generalmente consideran el vestido como algo habitual. Están expuestos a esta desde el momento que se levantan y visten por la mañana, hasta que se acuestan por la noche, vestidos que son producidos en fábricas a precios cómodos, lo desechan sin ningún remordimiento cuando se gasta. Así es en el mundo de la industria moderna y de la moda cambiante.

Pero hay otro tipo de vestimenta y textiles en los Andes y es acerca de ello que en este libro aprenderemos. Se trata del vestido hecho a mano, hilo por hilo, pieza por pieza, que cada fracción tiene su propia vida, el reflejo del espíritu, de la destreza y de la historia personal de su creador.

Empecé mis primeros tejidos y diseños con la ayuda de mi madre; luego intenté y aprendí por mi misma los otros diseños más complejos, logré captar la lógica del tejido y sentir la gran emoción de poder crear los diferentes diseños y dar el acabado final del tejido. Cuando había tejido varias piezas pequeñas empecé a vender mis trabajos a los pocos visitantes que llegaban a Chinchero; recuerdo muy bien primeras jakimas vendidas. Cierta vez un grupo de viajeros se entusiasmaron con ellas, pero yo solamente tenía tres, entonces las cortamos en pedazos para que cada persona tuviera la suya. En otra oportunidad, estaba tejiendo una faja con diseño de caballo con la técnica de las comunidades de Cordillera Urubamba que había aprendido examinando un tejido; a pesar de que aún tenía el tejido poco avanzado, un turista lo compró con todo el telar. Así pude entender que había interés en los diseños más complejos y en los estilos tradicionales, más que en las piezas sencillas tejidas en lanas sintéticas que muchos tejedores estaban produciendo para el comercio turístico. El poco ingreso económico obtenido de la venta ayudaba a mi familia en algunas dificultades que se presentaban por entonces.

Cuando terminé la secundaria, yo era la única joven que quedaba en un salón con más de treinta estudiantes varones; años difíciles pero que me sirvieron para reafirmar mi plan de continuar mis estudios en la universidad del Cusco, contando como siempre con el apoyo y aliento de mi padre y mi familia. Así, dejé la comunidad familiar y enrumbé a la ciudad, en donde pude ayudarme económicamente con la venta de mis tejidos, mientras asistía a clases en el programa de turismo, estudiando otros idiomas, historia, arqueología, antropología cultural, etc.

Vivir en la ciudad fue un enorme cambio para mí. A menudo enfrentaba momentos desagradables de discriminación de una u otra forma. Mientras tanto, mis habilidades textiles crecían y yo tomaba constancia que el tejido tradicional de calidad venía siendo altamente valorizado por los coleccionistas extranjeros. Las familias vendían sus tejidos antiguos por muy buenos precios. Incluso, mis propios tejidos de calidad con diseños tradicionales se vendían a mejor precio que los típicos tejidos comerciales. Sin embargo, muchos tejedores decían que el tejido tradicional no era una actividad económicamente prometedora y yo me preguntaba, ¿Qué está pasando con nosotros? ¿Por qué no nos damos cuenta del valor de nuestros tejidos?

Durante mis estudios universitarios, tuve la oportunidad de ganar una beca para viajar a California para estudiar la historia textil de diferentes lugares del mundo, experimentar con diferentes tipos de telares y conocer diversos estilos de vestimenta. Viví en Berkeley durante seis meses y cuando regresé a casa me encontré confundida, no solamente entre los dos mundos de Chinchero y Cusco, sino también ahora con el mundo de Norte América. Todos eran tan distintos pero algo de cada uno me atraía. Recuerdo estar sentada en el patio de nuestra casa en Chinchero muy desconcertada. ¿Cómo podía yo formar parte de todas esas diferentes culturas? ¿Qué camino debía escoger?

Al final, fue la tradición textil y las amistades con las tejedoras que lograron mantener mi vida reunida. Entendí que podía ser quien era: una tejedora. Podía vivir en Cusco y ejercer mi profesión, vestir ropas modernas y tradicionales, vender mis trabajos, podía viajar a otros países a compartir las habilidades tradicionales de mi pueblo. Lo más importante para mí era que podía estar con mi familia, mi cultura y trabajar con tejedoras de mi pueblo y de otras zonas en la recuperación de los tejidos tradicionales originales.

Los años subsiguientes han sido arduos pero apremiantes, he trabajado con un equipo de personas en el desarrollo y creación del Centro de Textiles Tradicionales del Cusco, que ha logrado reunir tejedores de diferentes regiones e inforporarle al objetivo de aprender, rescatar, exponer y vender sus tejidos de finos acabados. Así mismo, de sentir orgullo de la riqueza de nuestra cultura, de quiénes somos y de lo que hacemos.

He aprendido que cada una de las piezas tejidas encierra el espíritu, la destreza y la historia personal de cada tejedor o tejedora. Tejer es un arte vivo, una expresión de la cultura, de la geografía y de la historia, que enlaza la vida emocional de un pueblo con un hilo infinito.

 

 

Luis Millones;

Perú indígena. Poder y religión en los Andes Centrales.

LIMA –PERU: Congreso del Perú, 2008; Pp. 207.

RESUMEN
En la primera parte de Perú Indígena, Luis Millones reconstruye la visión religiosa andina prehispánica y la del catolicismo andino virreinal. Remonta su estudio a las divinidades primigenias que dieron sentido a la vida desde los orígenes de la civilización en los Andes. Desde el personaje del lanzón de los pasajes subterráneos de Chavín de Huantar hasta el misterioso Señor de los Báculos que preside la Puerta del Sol de Tiwanaku y que reaparece en los cántaros ceremoniales y mantos wari. El autor se pregunta acerca del efecto producido en la subjetividad de los hombres andinos por la imagen y el ritual en tiempos prehispánicos y virreinales. Describe con precisión el encuentro de esta visión religiosa primigenia con los cultos a cristos, vírgenes y santos del Barroco español.

En la segunda parte presenta la forma en que las sociedades originarias fueron percibidas por los conquistadores, clérigos y funcionarios españoles, testimoniada en las crónicas y visitas a las reducciones indígenas. Luego analiza los informes y estudios de los viajeros europeos, como Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Alexander von Humboldt y Juan Jacobo von Tschudi. Destaca que en los viajeros prevaleció la descripción de la flora, la fauna y el paisaje, invisibilizado a los hombres y comunidades originarias a excepción de algunos escritos de Humboldt y Tschudi y, sobre todo, Flora Tristán. Así, Millones muestra los conocimientos a la vez que los prejuicios, las controversias y las actitudes de los viajeros de los siglos XVIII y XIX.

Al lado de estas miradas, reconstruye la visión de los cronistas indígenas y la compara con la de los intelectuales indigenistas de inicio del siglo XX y los antropólogos de mediados y fines de ese mismo siglo. Sitúa la mirada de la antropología moderna en el contexto de los intensos cambios originados por la migración indígena a las ciudades de la costa, en especial a Lima. Muestra su optimismo por la esperanza que trae el descubrimiento de la riqueza cultural y religiosa de las comunidades originarias y de los nuevos mestizos por los resultados de la lucha por el reconocimiento que ambos grupos obtienen en las urbes.

Finalmente, el libro concluye con una síntesis del último trabajo de campo del autor en la punta de Huanta, Ayacucho, en el que pone de manifiesto las condiciones reales en que viven las comunidades indígenas en su difícil transcurrir cotidiano al mismo tiempo que da testimonio de su enorme y variada riqueza religiosa y, en general, cultural.

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