LIBROS NUEVOS

En forma permanente (a través de compras) la biblioteca del IECTA está incrementándose, con el objetivo de ofrecer un mayor y mejor servicio a sus clientes. Tenemos los siguientes libros:

 

Gerardo Fernández Juárez,

Kharisiris en acción: cuerpo, persona y modelos médicos en el Altiplano de Bolivia.

LA PAZ – BOLIVIA: CIPCA, 2008; 283 p.

RESUMEN
El autor, lo que quiere reflejar en esta ocasión en que una de las formas más eficaces de estigmatización de las actuaciones médicas y de los profesionales de la salud que se desempeñan tanto en las comunidades rurales como en las grandes ciudades del área altiplánica es su identificación con un personaje maligno que busca los fluidos humanos, la grasa originariamente, pero también ahora la sangre, que emplea para la satisfacción de diferentes fines y la elaboración de variados objetos y sustancias, entre los que destacan la elaboración de fármacos y tipos sanguíneos para las unidades hospitalarias. Este terrible personaje es el kharisiri, bien conocido y documentado en los Andes del Sur en su contraparte quechua peruana (ñak’aq o pishtaku) tanto como en el altiplano aymara boliviano (kharisiri, khariri, lik’ichiri, kharikhari). Su identificación, en algunos casos con las sedes hospitalarias, contribuye a la estigmatización del hospital y de los profesionales que pretenden dar cobertura a todos los servicios sanitarios que el hospital procura.

Para ubicar con mayor precisión etnográfica las características de este personaje y su asimilación a la actividad de los núcleos hospitalarios, resulta imprescindible dar un salto al otro lado del Atlántico y vislumbrar los perfiles etnográficos de los “sacamantecas” peninsulares. Las posibilidades de análisis que una etnografía comparada puede ofrecernos sobre el personaje permitirán aclarar ciertos matices o deshacer algunos lugares comunes sobre el mismo. Es muy frecuente encontrarnos con afirmaciones sobre el origen hispano o precolombino del “kharisiri”.

El libro presenta tres capítulos claramente diferenciados; el primero está dedicado a los sacamantecas ibéricos, sus antecedentes históricos con referencias constantes al cuerpo humano como generador de productos farmacológicos, pero también procedentes del dominio de la hechicería y la medicina, incluyendo referencias de prensa local sobre algunos criminales identificados como sacamantecas. El segundo capítulo se centra en el estudio del kharisiri aymara, antecedentes coloniales, características etnográficas contemporáneas, incluyendo una reflexión política sobre el personaje y sus actuaciones que afectan al propio concepto de “ser humano” entre las comunidades del altiplano. El tercer capítulo deslinda las relaciones existentes entre el kharisiri y los profesionales de la salud como ejemplo del extrañamiento y de la desconfianza que se produce entre los modelos médicos aymaras y los propios de la medicina científica o biomedicina.

Este proyecto de investigación se suma a las posibilidades de una Antropología Médica que no sólo se quede en el exotismo de las formas etnográficas y su extrañamiento metodológico, sino con la intención expresa de que “sirva para algo” y contribuya a desenredar, sin mayores pretensiones, parte de ese conflictivo “bloqueo intercultural” existente entre los profesionales de la salud y las comunidades aymaras de Bolivia en las que pretenden llevar a cabo funciones sanitarias.

 

Ana Vian Herrero

El indio dividido. Fracturas de conciencia en el Perú colonial.

MADRID – ESPAÑA: Iberoamericana, 2009; 572 p.

RESUMEN
La obra tiene una vertiente documental histórica, y otra claramente literaria. Por esa razón se dividió desde antiguo la mirada de los estudiosos: Nicolás Antonio la sitúa entre los “documentos morales, político-morales y filosófico-morales”. De “curiosa obra” la califica Vargas Ugarte y la enlaza con otros textos de historiadores aunque no la considera obra histórica. Se ha visto los Coloquios como fuente documental sobre el estado social y político del Perú en los primeros tiempos de la colonización, incluso “imparcial”. Algunos han cifrado su valor documental en considerarlo testimonio para calibrar el sentido de la conquista y los problemas que surgen durante la colonización, en especial en su aspecto evangelizador; también en el terreno político y jurídico; para dar cuenta de las cualidades antropológicas de los aborígenes: humildad y obediencia; falta de entendimiento y de palabra, pertinacia en la idolatría.

Para Duviols, en cambio, es “uno de los primeros monumentos literarios del Perú”. Quienes aceptan sus noticias sin poner reservas parecen en la práctica considerarla como una crónica, entre ellos Zarco Cuevas. Marzal mantiene una posición intermedia: “parece de una gran veracidad, aun que su autor haya preferido recoger su experiencia en forma de ficción literaria en vez de acumular testimonios históricos directos”.

Repodas ve lógico que unos insistan en la ‘veracidad’ y otros en la ‘literatura’, aunque sintoniza sobre todo con Marzal:

Según la óptica que se adopte, los Coloquios se emparientan, por su mono tema, con los escritos de trámite interno que señalan los abusos y sugieren correctivos; oscilan, por su visión de los indígena, entre las historias de Las Casas y de Fernández de Oviedo; constituyen en fin, por sus preocupaciones formales y sus pasajes de raíz literaria, una nueva suerte de crónica -de las compuestas con vistas a la publicación- en la que el diálogo, habiendo dejado de ser esporádico, lo hubiera invadido todo. Se trata, en suma, de una obra moral y política, de contenido fundamentalmente histórico, enfoque controversial y cierto carácter literario, concebida como un instrumento coadyuvante al buen gobierno espiritual y temporal de las Indias.

En síntesis, la ambivalente condición de la obra aconseja y exige el análisis “precisamente desde la doble vertiente histórica y literaria, con el fin de intentar delimitarlas y aclarar cuál es su verdadera índole…”. En esa misma línea se sitúa este estudio, realizado con el convencimiento de que la intención literaria del autor es determinante para la elección del género; también con la certeza de que sólo desde la ignorancia de la retórica historiográfica del periodo se puede postular el valor documental como el único de estos Coloquios. Los valores históricos e ideológicos se deducen y miden con facilidad si se analizan a la vez los primeros, pero ya sin equívocos. Delimitar en este caso lo que en el texto hay de historia, de ideología y de ficción implica partir de varias evidencias para un historiador de la literatura: una, que la obra literaria une indisolublemente las tres facetas –y el analista las separa sólo para hacerlas evidentes como fuerzas en convivencia-; dos, que el texto dialogado no recoge una “realidad” directamente –como la entiende el historiador-, sino una mimesis o representación de la misma, seleccionada y organizada de un modo específico, literario, incluso si pone a conversar a personajes históricos. Es decir, los Coloquios de la verdad de Quiroga van a analizarse desde las herramientas interpretativas que ofrece la moderna teoría del diálogo, sin cuyo auxilio estos Coloquios y otros muchos nunca podrían desvelar por completo su significación, ni para la literatura, ni para la historia, ni para la ideología o la historia de las mentalidades.

Se abordará en primer lugar lo que ha podido reconstruirse de la biografía del autor, casi desconocido durante décadas y ya identificable, gracias a la exploración de una nutrida documentación archivística custodiada en el Archivo Histórico Nacional y en el Archivo de Indias principalmente, con una única persona de un religioso castellano asentado en el Perú durante largos años (cap. 2). A continuación se estudia el contexto político-social, económico, espiritual e ideológico del Perú en el que vivió Quiroga (cap. 3), tanto en sus datos positivos como en los problemas de evangelización derivados -que serán materia preferente del discurso de estos Coloquios-. Tras ese análisis, se explora la obra misma en sus distintas vertientes (cap. 4): en el contexto literario -obras emparentadas por género o por preocupaciones-; en el contexto también de la literatura de avisos peruana y la tradición historiográfica coetánea al autor; en su linaje literario y fuentes de inspiración; en su aspecto ideológico -discutiendo el alcance del problemático lascasianismo del texto-. El género de la obra se aborda por primera vez en su calidad de obra argumentativa con marco, personajes y lengua literaria (quechua, castellano y citas latinas) concebida a su servicio, sin aislar, por tanto, la lectura argumentativa de la literaria y pragmática. El capítulo 5 se ocupa del estudio material y ecdótico de los manuscritos en los que el texto se ha transmitido, las ediciones de las que ha sido objeto, y los criterios que han guiado la confección de esta nueva edición.

     
 

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