Actualidad:

 

Aymaras indignados por arremetida de mineras en región de Arica-Parinacota

Por Eliseo Huanca Yucra
25 de septiembre de 2011

El origen de los aymaras de Chile se hunde en los milenios del tiempo. Las culturas locales y regionales de Arica e Iquique muestran antiguos vínculos con la cultura Tiahuanacota, con los reinos carangas, pacajes y otros. Tuvieron fuertes nexos con el Tawantinsuyu de los incas, con el desplazamiento de mitimaes que colonizaron tierras baldías y que transmitieron sus avances científicos y tecnológicos.

Sufrieron los embates de la conquista hispánica, exterminios, despojos, servidumbre, tributos, extirpación de idolatrías y reducciones. La emancipación republicana, no liberó a los aymaras, más bien se desmembró su territorialidad. No participó en la Guerra del Pacífico, pero se seccionó su identidad étnica pan-andina, y en los 59 años que pertenecieron a Perú y Bolivia nada importante aconteció.

La legislación indígena en Chile entró en vigencia en 1883. Luego vino una larga historia expansionista del régimen de Santiago, respondiendo a los intereses de los grupos latifundistas por las tierras del sur. Después de la “Pacificación de la Araucanía”, el Estado dictó una serie de leyes reconociendo la comunidad mapuche, dio “Títulos de Merced”, se crearon “juzgados de indios” y promulgó leyes (proteccionistas), para estimular la “integración” de los indígenas a la chilenidad.

En el caso de los aymaras, numéricamente menor a los mapuches, se practicó una asimilación diferente, se hizo negando su existencia en la legislación. De este modo sus comunidades nunca fueron reconocidas, no se entregaron Títulos de Merced, no existieron Juzgados de Indios y la propiedad colectiva de la tierra no se asentó en la legislación, estas pasaron directamente al fisco. El desmantelamiento jurídico de la comunidad aymara resultó desastroso para los andinos, a su liquidación de facto vino la privatización de las tierras comunales y los pleitos se multiplicaron y muchos se arrastran hasta hoy. “La ‘igualdad’ de los aymaras ante la ley chilena, era la falacia que justificaba esta política de asimilación, que de hecho era un atentado etnocidiario” (Van Kessel, 1980, p.227). Los aymaras y otros pueblos andinos, solo fueron reconocidos por la ley 19.253, en 1993.

Los aymaras de la provincia de Parinacota, que suman una veintena de comunidades, están ligados a la historia de Arica. Muchos han migrado a ella buscando mejores horizontes, pero sin olvidar su lugar de origen y a la que retornan para sus fiestas patronales. Han certificado que la ciudad tuvo su máximo apogeo entre los años 1957 y 1973, con la Junta de Adelanto y su industrialización (automotriz, electrónica, pesquera y turística), la que fue desmantelada por el Gobierno Militar, dejándola postrada y en el limbo.

Más información en: www.elclarin.cl

Entrevista a Boaventura de Sousa Santos
Incertidumbres y procesos contradictorios

Por: Osvaldo León
27 de septiembre de 2011

La crisis económica "nos debe hacer pensar seriamente porque no hay fuerzas políticas que, en la mayoría de los países, impongan una tributación progresiva, que fue la imagen política más importante de la socialdemocracia europea durante el siglo XX". Así opinó Boaventura de Sousa Santos, Director del Centro de Estudios Sociales, Facultad de Economía, de la Universidad de Coimbra, Portugal, en entrevista con ALAI en días pasados. El investigador habló de las contradicciones de las respuestas a la crisis: "Hoy en el inicio del siglo XXI el señor Warren Buffet dice que es injusto que pague menos impuestos que sus empleados y cuantifica: 'yo pago veintitanto por ciento y mis empleados están pagando 40 por ciento, yo soy el tercer hombre más rico del mundo. ¿Qué pasa?' Estas son las contradicciones". También habló de las contradicciones de los procesos de cambio en América Latina.

- Has dicho que el modelo neoliberal tuvo un gran marco orientador que intentó promover la democracia para apropiarse de ella ¿Nos puedes precisar este punto?

Desde los años 80, por todo el mundo, tuvimos a la democracia como una condicionalidad del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Ya no son las dictaduras las preferidas, son las democracias. Pero democracias sin redistribución de riqueza, sin derechos sociales, sin clase media, porque la democracia es el sistema de gobierno que con más legitimidad (y “paz social”) puede producir la debilidad del estado que el capitalismo financiero busca. El capitalismo financiero puede imponer más cosas a una democracia que a una dictadura nacionalista. Entonces esta fue la trampa, una promoción de la democracia para apropiarse mejor del Estado. En Estados Unidos el capitalismo financiero fue todavía más lejos: comprar las elecciones, pagando las campañas electorales. Está todo documentado con datos totalmente fiables. En las tres últimas décadas Wall Street ha pagado las campañas electorales de todos los presidentes, incluso de Obama, y por eso quiere un retorno. No es filantropía, paga las elecciones para que su gente sea la que manda y la que hace política. Por eso Obama ha nombrado en todo su equipo económico y financiero a los hombres que el día anterior eran los grandes de Wall Street y por los crímenes que Wall Street cometió es imposible lograr meterlos en la prisión. Fue posible meter en la prisión a Madoff, por ejemplo, que es realmente un especulador, porque es un outsider de Wall Street, no es un hombre de Wall Street, es un hombre que trabaja por fuera, por eso fue un blanco fácil. Entonces, el problema que vivimos es eso, un problema de que no estamos con fuerzas y con modelos suficientemente fuertes para poder combatir esta situación.

De modo que caminamos por un mundo de incertidumbre, no lo imagino totalmente catastrófico, porque veo muchas energías surgir en el Sur global. Veo un desplazamiento del capitalismo del Norte al Sur, veo como está emergiendo el diálogo Sur-Sur. Es una incógnita, pues países como China, Brasil, Sudáfrica, India y Turquía ¿en algún momento van a introducir algunas novedades en el modelo prevaleciente que dicen defender? ¿Qué novedades? Y tenemos a China con grandes entradas en África, con compras de tierras porque está la crisis de la que nadie habla, que es la crisis alimentaria. Pero, por lo mismo, también están otros países -como Corea del Sur y Brasil- y muchas multinacionales, estableciéndose así un acaparamiento de tierras que es una nueva forma de colonialismo. El colonialismo clásico se caracterizó por ser dominación territorial de un pueblo por parte de un Estado ocupante. Ahora se expresa en ocupación territorial por parte de multinacionales o Estados extranjeros, por vía de contratos que establecen con los Estados “ocupados”, contratos que nunca incluyen a los campesinos que más tarde o más temprano serán forzados a desplazarse.

Es decir, además de todas estas crisis hay innovaciones interesantes en el mundo, hay procesos en el Sur que se están impulsando, como en la India, Sudáfrica, Brasil, Bolivia, Ecuador, Venezuela. Procesos que han intentado producir una alternativa. Sobre todo los procesos de Ecuador y Bolivia son procesos contradictorios que acompaño de cerca, y que me dejan preocupado por la polarización política interna que se está produciendo entre fuerzas de izquierda. Son propuestas nuevas de una renovación del pensamiento político, del pensamiento económico, del pensamiento cultural como la interculturalidad, la plurinacionalidad, el Buen Vivir y los derechos de la naturaleza. Esta es una riqueza enorme que desde un punto de vista del Norte-global no se valora. Se considera ridículo, no entra en la cabeza de un intelectual o de un movimiento político del Norte entender esto que se está gestando.

- Cuando dices procesos contradictorios, ¿cuáles serían esos nudos?


Son muchos. El primer nudo es que tenemos una dualidad en estos países, sobre todo en países como Bolivia y Ecuador, que son países que pasaron por procesos constituyentes bastante novedosos en el continente, en la medida que son transformaciones que nacen de movilizaciones populares. Son procesos que emergen desde abajo y no desde arriba. Antes eran los abogados quienes escribían las constituciones, no fue así en Bolivia ni en Ecuador. Estas constituciones crean un proyecto de sociedad, como por ejemplo el proyecto de plurinacionalidad, el Buen Vivir, el Sumak Kawsay, el Suma Qamaña. Entonces, ¿dónde está la contradicción? En la dualidad entre un proyecto de Estado plurinacional y la realidad del Estado existente en estos países que es un Estado-nacional con toda la vejez normativa, institucional, los hábitos del cotidiano burócrata colonial del Estado moderno. Tienes, asimismo, las contradicciones de una economía extractivista, cuyo desarrollo dependiente siempre se basó en la explotación desregulada de los recursos naturales, que además en este momento tiene una coyuntura favorable por el precio de los commodities o los recursos naturales, y al mismo tiempo un proyecto constitucional que apunta al horizonte postcapitalista de Buen Vivir, de otro tipo de sociedad. La tensión es entre lo viejo que todavía vive y es fuerte frente al nuevo que todavía no existe y apenas está emergiendo.

Estas contradicciones repercuten en el campo social y en el campo político. En el campo político tenemos las viejas izquierdas del continente, que fueron siempre muy modeladas por las izquierdas europeas, con las siguientes características: Por un lado, eran izquierdas monoculturales o sea eurocéntricas: nada de lo que existe fuera del Norte o de Europa es importante. Por otro lado, eran izquierdas que se polarizaban muy fácilmente alrededor de la lucha por el poder, por divisiones ideológicas. En tercer lugar, eran izquierdas que tenían la misma concepción de desarrollo de fuerzas productivas, la misma concepción de explotación de la naturaleza.

Pero hay iniciativas que surgen de este continente, que de alguna manera empiezan con los zapatistas y después con el Foro Social Mundial, y que van a tener un impulso bastante grande en mostrar que hay otros lenguajes de izquierda, otros movimientos -que hasta entonces estaban totalmente invisibles-, otras maneras de concebir la relación con la naturaleza, otras concepciones de desarrollo; esa es una gran novedad y de alguna manera vamos a asistir a una dualidad entre izquierdas.

En Ecuador como en Bolivia encontramos grupos -desde fuera es fácil ver- que son dos facciones de izquierda. Pero que a sí mismas no se consideran las dos de izquierda, o sea cada cual considera que la otra es de derecha. Entonces, cuando tú transformas tu adversario -dentro del campo de la izquierda- en tu enemigo, no hay lugar a diálogo. Y, por tanto, viene la polarización política.

Más información en: http://alainet.org/active/49721

Más información en: http://servindi.org/actualidad/52263

 

Bolivia: La obstinada potencia de la descolonización

Por: Raúl Zibechi

ALAI AMLATINA, 29/09/2011.- No es fácil encontrar un presidente que pida disculpas en público ante su pueblo, por las razones que sean, y menos aún cuando a los que solicita el perdón se oponen a un proyecto defendido con vehemencia por la máxima autoridad. Evo Morales es el único presidente que lo ha hecho en los últimos años, que yo sepa.

No es fácil encontrar un movimiento popular capaz de movilizarse con energía en defensa de un modo de vida que se está extinguiendo en el mundo, y de hacerlo incluso contra un gobierno presidido por alguien de su propia sangre, al que consideran hermano.

Es evidente, el propio gobierno lo reconoció, que la represión contra quienes defienden el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) fue una decisión equivocada y una acción criminal. La población boliviana no está dispuesta a tolerar represión y muerte. Fue la masacre del Porvenir, en Pando en 2008, la causa de la derrota de la oligarquía cruceña. La población no tolera la violencia del Estado. Fueron demasiadas represiones en muchos años, desde la última de 2003 que se cobró 75 vidas en dos días, hasta las no tan lejanas de los 70 en las que los muertos se contaban por centenares.

Esa conciencia anti-represiva es una buena señal que Evo, y quienes apoyan su proyecto, podrían tomar como punto de partida para enderezar el proceso, porque esa misma población no está dispuesta a ser juguete de la derecha ni del imperio, como lo demostró de sobra por lo menos desde la Guerra del Agua en abril de 2000, en Cochabamba.

Es inocultable que hay intereses oligárquicos y multinacionales que se frotan las manos ante el conflicto en torno al TIPNIS, y hasta se tiñen de ambientalistas para promover distancias entre gobierno y movimientos. Es oportunismo y es síntoma de una derrota histórica infligida por esos mismos movimientos. La derecha boliviana no tiene espacio ni aire y sólo respira cuando el gobierno se equivoca, como lo hizo en diciembre cuando el “gasolinazo” y ahora con la represión en Yucumo.

También es evidente que la dichosa carretera interesa más al expansionismo brasileño que a la propia Bolivia. Nótese que algunos de los más importantes movimientos en la región, como el de Puno contra la minería y las hidroeléctricas y como el que defiende el TIPNIS, están enfilados contra proyectos de las multinacionales brasileñas financiadas por el BNDES. La misma lucha en Brasil enfrenta las represas de Belo Monte y del río Madera. Lo que menos necesitamos es debatir a quién beneficia cada acción: si a la derecha y el imperio o al subimperio y la burguesía paulista.

El fondo de la cuestión es el camino que desean transitar los pueblos que habitan Bolivia. Y esta es la cuestión más difícil, la más espinosa y la que menos estamos debatiendo. ¿Acaso alguien puede ignorar que el Buen Vivir y la no explotación de la naturaleza impedirá el acceso al consumo a grandes sectores de la población? ¿Es posible combinar una política no desarrollista, con bajo crecimiento económico, con una mínima satisfacción de las necesidades de alimentación, salud y educación de toda la población?

Es evidente que no tenemos respuestas, porque sencillamente no sabemos; y no sabemos porque damos por sentado que no hay vida más allá del modelo basado en el crecimiento económico. Podemos elegir la austeridad para sostener un proyecto de cambios, pero esa opción debe pasar por un debate sincero que no puede ser protagonizado por los sectores acomodados e ilustrados de las clases medias, que no son austeras ni están por fuera del consumo. Ese debate deben orientarlo los de más abajo, los que hasta ahora no tienen la vida resuelta, porque son los y las que pusieron el cuerpo contra el neoliberalismo y porque son quienes más tienen para perder si los procesos de cambio se desmoronan.

Hace falta voluntad política, y cierta audacia, para encarar esos debates y no dar por sentado que los tecnócratas de arriba ya saben lo que se necesita. La ventaja de Bolivia es que hay un presidente capaz de pedir perdón y, sobre todo, movimientos de los diversos abajos que saben lo que no quieren y están dispuestos a dar la vida para evitarlo. No sabemos, sin embargo, cómo es el Buen Vivir aquí y ahora, y eso debemos reconocerlo por una cuestión ética y porque sólo así es posible enriquecer los debates.

Convocar un referendo, como anunció Evo, en los departamentos de Beni y Cochabamba, donde está el TIPNIS, es la mejor forma de evitar debates de fondo. El problema es que abrir un proceso de debates, que no de negociación, requiere mucho tiempo, pero ese es el costo que una sociedad debe estar dispuesta a pagar para resolver cómo y por dónde.

La disputa entre movimientos y gobierno, que en Bolivia se va a mantener largo tiempo, es la mejor noticia incluso para los gobernantes que quieren cambios de verdad y no sólo estar aferrados a un cargo. No fue la “lucidez” de los cuadros, siempre blancos y tecnócratas, ilustrados y bien hablados, lo que cambió América Latina en la década oscura del neoliberalismo sino la acción cotidiana de las gentes del color de la tierra. Pensar que son buenos para poner el cuerpo pero no para conducir, sería reproducir los modos coloniales que son, precisamente, lo que pretendemos remover.

Decir Bolivia, aún hoy, es decir que todavía es posible que los de más abajo decidan. En el acierto o en el error. ¿No es esa la descolonización?

- Raúl Zibechi es periodista uruguayo, docente e investigador en la Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor de varios colectivos sociales.

Más información en: http://alainet.org

¿Cómo negociar con el Estado y con las empresas extractivas? Test de los derechos de los pueblos indígenas, a propósito del Caso Morona

Por: Juan Carlos Ruiz Molleda
29 de septiembre de 2011

En los últimos días la prensa ha dado cuenta de un conflicto entre el Pueblo Indígena Shuar y la empresa petrolera Talismán. Según un pronunciamiento y una carta abierta de la organización Shuar de Morona (OSHOEM), actualmente la empresa canadiense Talismán viene explotando el petróleo en el territorio Shuar en el distrito de Morona, provincia de Datem del Marañón, Región de Loreto, en el lote 64 para ser más exacto. El problema que surge es que en ningún momento la concesión fue consultada.
De igual forma se denuncia que estas actividades vienen generando con conjunto de impactos negativos en la vida del pueblo Shuar insostenibles y violatorios de un conjunto de derechos de los pueblos indígenas. Según la información disponible, el pueblo Shuar ha intentado negociar directamente con la empresa sin mucho éxito, razón por la cual optó por la medida de fuerza del cierre temporal del río Morona, medida que ya fue levantada.

Casos como este permiten poner en evidencia un estilo de negociación de los pueblos indígenas que debe ser revisado, pues incurren en una serie de errores que comprometen la eficacia de sus esfuerzos.

Es por esta razón que en este artículo intentaremos reflexionar sobre cuáles deberían ser los criterios que los pueblos indígenas deben de tener muy presente al momento de negociar con el Estado y con las empresas privadas, según nuestro criterio. El debate está abierto.

Principales errores de los pueblos indígenas al negociar con el Estado y las empresas

1) Se debe negociar en principio con el Estado, pues a diferencia de la empresa este tiene la función de no solo de respetar los derechos de los pueblos indígenas, sino de garantizar que los particulares (las empresas) respeten los mismos. (art. 44 de la Constitución – CP y el art. 1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos - CADH).

2) Se exige a la empresa como si esta nos diera “concesiones”, cuando en realidad debe exigirse el respeto a los derechos de los pueblos indígenas. La diferencia está en que las concesiones dependen de la “generosidad” de la empresa o del Estado, mientras que los derechos se deben cumplir por exigencia del ordenamiento jurídico, independientemente que las empresas o el Estado sean generosos o sensibles. Un acto público privado que no respeta un derecho constitucional es nulo.

3) No recurren al sistema de justicia cuando las empresas y el Estado no respetan los derechos de los pueblos indígenas. Olvidan que los jueces son los encargados de proteger los derechos cuando el poder y los políticos no lo quieren hacer.

4) Los pueblos indígenas no invocan ni sustentan sus demandas en los derechos contenidos en el Convenio 169 de la OIT (C169), a pesar que estos tienen rango constitucional y tiene mayor jerarquía que las normas legales y reglamentarias que regulan el sector minero energético. La argumentación en base a derechos tiene el potencial de legitimar las demandas, pues su incumplimiento implica una violación al Estado de Derecho. Asimismo, tienen una capacidad de deslegitimación cuando se critica a alguna autoridad pública por violarlos. Esta fuerza política del derecho es desperdiciada sistemáticamente por los pueblos indígenas.

5) Los derechos de rango constitucional como son los derechos de los pueblos indígenas, no solo obligan al Estado sino que también obligan a las empresas privadas. Por ello es un error no exigir a estas empresas el cumplimiento de estos derechos. Un buen ejemplo lo constituye el derecho a compartir beneficios. Los Shuar en ningún momento señalan que el derecho de los pueblos indígenas a compartir beneficios de la explotación de recursos naturales en sus territorios, es un derecho contenido en el artículo 15 del Convenio 169 de la OIT y que debe ser cumplido indefectiblemente.

Más información en:
http://www.justiciaviva.org.pe/notihome/notihome01.php?noti=657

 

subir