Artículo

AGRONOMIA ANDINA:
SAPO Y RANA EN LA PREVISIÓN DEL CLIMA

Juan van Kessel

 

Introducción: El lenguaje secreto de los señaleros del más allá
Veamos de cerca a dos avisadores muy observados en todas las comunidades del circun-titicaca, en el sur andino del Perú y en el altiplano boliviano y en la región andina de Tarapacá – Chile: el sapo y la rana. Son mensajeros con alto rango en la jerarquía mitológica del jaque, o runa. Sus mensajes tienen claro significado empírico-simbólico y son virtualmente observados en toda la región andina. Sin duda, el zorro es respetado como el mamífero más inteligente, con fama de andarín bien informado, conocedor de los secretos de los dioses, listo para avisar en todas las comunidades. Pero el sapo y la rana son avisadores que gozan de indiscutible ascendencia mitológica, como animal sagrado respectivamente de la Pachamama y de la Cochamama. Veremos variaciones en sus avisos conforme el microclima y el medio ambiente local, pero también conforme los intereses del campesino mismo sea agricultor o pastor. Tendremos presente que, de caso en caso, los riesgos del clima y los intereses del agricultor son diferentes. El sapo y la rana son solo parte del gran coro polifónico de los avisadores(1). Todos cantan, cada uno a su manera, todos conversan en un lenguaje delicado y sutil, el lenguaje en que las Wak'as comunican sus secretos y avisan a sus “hijos huérfanos”, los jaque.


1. El sapo y la rana
En la región circunlacustre talvez más que en otras regiones altoandinas, el sapo y la rana son animales sagrados; son hijos muy queridos y gozan de la protección particular de la Quchamama, la Pachamama. Son los protegidos de las divinidades de la lluvia: fuentes de agua, lagunas y pozos, y particularmente el inmenso Lago Titicaca. Los batracios están relacionados con las aguas y la lluvia y por eso también con la vida y la fertilidad, no sólo de la chacra, también del ganado, de la gente y de la naturaleza en general. Son señaleros de mucho prestigio por su ascendencia divina. Con su croar saben pedir y conseguir la lluvia. En los rituales de la llamada de la lluvia - una verdadera agro-tecnología simbólica - el yachaq moviliza el croar de los batracios para provocar la compasión de los dioses de la lluvia. De varias maneras se les hace sufrir por la falta de agua para que lloren y supliquen por lluvia (Rösing, 1993). Sapos y ranas pertenecen claramente al mundo Kay pacha; y al mundo Sallqa.

En el ambiente cristiano, criollo, “sapos y culebras” pertenecen, al igual que la serpiente y el lagarto, a la simbología del “nefas”: lo diabólico, la magia negra, los brujos, el infierno. Los mensajes de estos batrácios, su posición y su papel en el universo simbólico de los rituales andinos no dejan duda: pertenecen al Kay pacha, el mundo concreto del más acá donde se desarrolla la existencia de los comuneros y que incluye las tres comunidades vitales de su ayllu: la de las Wak'as, la Sallqa y la comunidad de los humanos. Los rituales para llamar la lluvia dejan testimonios muy clares de estos animales sagrados, respetados por los humanos, porque por su relación íntima con las divinidades maternales que dan vida al mundo: la Pachamama y la Quchamama las que aparecen, ambas, infinitamente desdobladas en sus multiples apariciones locales. En primavera, los batracios salen del interior de la divinidad madre - el sapo de la Pacha y la rana de la qucha - y después de cumplir con su ciclo biológico vuelven a entrar en Ella. Así son sus hijos preferenciales, ejempláricos y arquetípicos de la reproducción cíclica de la vida, comprometidos con el mito andino de la creación. En los rituales andinos aparecen continuamente por este considerable valor simbólico, como mensajeros e intérpretes de los avisos y mensajes divinos y como portavoz e intercesores para trasmitir las necesidades vitales humanas y para conseguir compasión y misericordia en tiempos de crisis y desastre. Vale recordar aquí los rituales de la lluvia, descritos por Andrés Llanque (1974) y por Ina Rösing (1993), en que las ranas actúan en su papel simbólico.

Llanque (1974, 26-27) describe un ritual con ranas para llamar la lluvia que se desarrolla en Puno, en la zona circunlacustre del Titicaca, cuando la sequía se ha agravado y afecta a los sembríos. Entonces los comuneros acuden a su yatiri y le encargan un ritual a los Achachilas para pedirles perdón y compasión ya que la sequía ocurre a causa de muchas faltas individuales o colectivas. El yatiri a su vez encarga a los comuneros coger las ranas de los pozos, riachuelos o del lago mismo. Luego los comuneros con las ranas y encabezados por el yatiri componen un cortejo que se dirige, con la música de sus quenas, a un calvario ubicado en la cumbre de un cerro cercano a la comunidad, donde el yatiri prepara la ofrenda para aplacar a los Achachilas y para lograr su compasión y una abundante lluvia. Luego, cuando el sol está próximo a ponerse, y después de haber esperado ese momento entre oraciones y música suplicatoria, dejan las ranas en una vasija nueva y completamente seca y las exponen así a la vista de los Achachilas para provocar su compasión. Los comuneros regresan a la comunidad, rezando con bastante fe y con mucha esperanza, porque al mismo tiempo se escucha el fuerte croar de las ranas que debe ablandar el corazón de los dioses de la lluvia de modo que éstos envíen la lluvia para salvar a sus animalitos más queridos.

Ina Rösing (1993) describe con lujo de detalles los rituales kallawayos para llamar la lluvia. Presenta tres variantes del ritual del paraman purina – la llamada de lluvia - tal como se desarrollaron durante la gran sequía de 1987 en Charazani; y luego sus variantes en Quillalaya y otros pueblos agrícolas y ganaderos de la región. Analiza también las principales variantes y define el sentido del ritual, para terminar comparándolo con los escasos datos históricos y con relatos muy deficientes en la bibliografía. Ahí leemos cómo un joven yachac kallawaya le cuenta:

“...el secreto de la rana. En el Lago siempre hay ranas. (Los encargados del ritual de la llamada de la lluvia) sacan afuera una de esas ranas. Así sacan a la rana con la mano y luego la golpean con una varillita. No son los ruraqkuna (los ritualistas) los que golpean a la rana, sino otros que están allí en el ritual. La rana dice chiss-chiss. Entonces llueve. A continuación - después de haber pedido fervorosamente perdón a la rana con hojitas de coca, con florcitas y con sebo de llama - vuelven a colocar a la rana en el mismo lugar de donde la han sacado. Con esto llueve todavía más. La rana llora, por eso es pues que llueve. La rana puede bien implorar miseriordia de Dios para que llueva. Este secreto de la rana siempre lo hemos sabido”.

Rösing comenta el relato del yachac:

“El llanto de una débil criatura conmueve a los poderes del cielo que se compadecen y envían la lluvia. También los niños pueden implorar esta compasión, en tiempo de hambruna, sequía y daños causados por la helada o la granizada. Sin embargo, esto se entiende siempre como un suplemento o una forma de intensificación de la llamada de la lluvia. Hay que ofrecerle sacrificios al lago, de lo contrario tampoco el llanto de la rana atrae lluvia ninguna” (Rösing, 1996: 162-163).


2. El mito del sapo
Efraín Cáceres, en comunicación personal, nos señala que el sapo, su presencia y su comportamiento, tienen un significado simbólico muy claro. La lectura de su mensaje se hace a partir de cuatro instancias.

2.1
La primera instancia es el campo de la representación espacial: El sapo representa la Pachamama y el kay-pacha (akapacha); la Tierra con abundancia de vida y riqueza (en alimenticios y medicinales); en productos de chacra y rebaño; (Fuente: Van Kessel: 1980, p. 280-281; Cáceres: 1988). El sapo es un arquetipo del reproductor, representa la Santa Madre Tierra del andino con su abundante reproducción y su máxima potencialidad reproductiva. El andino nos cuenta que el sapo vive en el interior de la Tierra y que “sólo sale de allí cuando es tiempo de lluvias, para cuidar las chacras, porque es el espíritu de la misma tierra” (testimonio de Exaltación Palomino de Santa Rosa, Melgar, Puno: 1983). Por lo tanto, el sapo es un símbolo de la tierra misma y participa activamente en la producción de los frutos de las chacras; está articulado al proceso de la crianza de la vida en la chacra con la misión de cuidar el fruto que nace de la Pachamama para la vida y el sustento de los runas andinos. Con razón el sapo es objeto de ofrendas rituales. En varias ciudades de Bolivia, como Oruro, tiene su estatua o monumento. Es representado también en los tejidos tradicionales, como de Taquile.

2.2
La segunda instancia es el campo de la mitología: El sapo es representante de la Pachamama. La mitología no deja dudas. Por eso tiene en su despensa mucha “riqueza” en semillas, alimentos, ropa y plata:

Dicen que cierta vez una mujer se dirigió a un lugar muy lejos a visitar a una pariente. Cuando regresaba a su hogar a medio camino se le hizo tarde y cayó la noche y se encontró en tinieblas. Pero sucedió que en el lugar donde se encontraba, a pocos metros, se le apareció una hermosa casa. La mujer estaba desesperada y decidió acercarse para hospedarse en esa casa. Gritó: “Mamitay Vecinita”, y pronto apareció la dueña de la casa que era una viejecita muy extraña. Tenía su rostro lleno de arrugas porosas (quechua: qhasqa paya), como hay en la espalda de un sapo. La vieja con amabilidad la atendió y la cobró en su casucha, pero antes le advirtió y dijo: “Te alojo en la cocina, es el único sitio que tengo, porque en la noche llegarán mis hijos. Ellos son muy malos. Seguramente me traerán abundantes víveres para alimentarme”.

Entonces la mujer fue a la cocina a descansar, pero además qhasqa paya le advirtió y le dijo: “Mujer, cuando lleguen mis hijos, tú no vas a hablar nada. Estate callada, no más”.

Más de noche llegaron sus hijos con fuertes vientos y granizadas acompañadas de truenos estremecedores. Estos tres hijos de la viejita habían traído todo tipo de cultivo, así como: papas, trigo, quinuas verdes y fresquitas y las depositaron en su despensa. Llegaron a la casa y dieron: “¿Qué cosa huele como humo?” y preguntaron constantemente a su madre, y contestó la viejita: “No hay nada”, y nuevamente insistieron sus hijos y dieron qué podía oler así, y buscaron en todo sitio. Pero no encontraron a la huésped. La mujer estaba muy preocupada, pero más tarde se había quedado dormida de cansancio, ya que estaba agotada del viaje. Dicen que al día siguiente muy de madrugada se despertó y se encontró con la ingrata sorpresa de que estaba recostada al lado de un manantial rodeado de enormes roquedales y peñas. No existía ninguna casa en el lugar. La mujer pensó mucho y casi se volvió loca. La anciana que la había alojado no había sido gente, sino había sido la madre de la granizada.

El sapo tiene su riqueza no solamente in natura, sino también en plata. En gran medida la economía del andino se ha monetarizado. La producción agropecuaria tuvo un complemento en el trabajo remunerado con plata; y el trueque, en la compra-venta en el mercado. Si el sapo es representante de la Pachamama, la que alimenta a sus hijos con sus hierbas, sus frutos y sus carnes, con sus aguas y sus materiales de construcción para el abrigo de sus hijos, es lógico pensar que toda riqueza para nuestro sustento viene de ella; también la plata y “la suerte”, especialmente en el negocio.

2.3
La tercera instancia es el espacio ritual: No sólo en las ceremonias kallawayas de la llamada de la lluvia (Rösing, 1993) aparece el sapo y/o la rana con toda su fuerza simbólica y su eficacia ritual. También en el ritual que crearon los andinos en el ambiente urbano y en su nuevo contexto económico monetario. En Oruro, por ejemplo, todos los primeros viernes del mes los aymaras, sean residentes, sean comerciantes-transportistas-visitantes, brindan un culto multitudinario al monumento del sapo que se encuentra en el sector norte de la ciudad. Le ofrecen una “dulce mesa” que es quemada en fogatas de carbón, y lo challan con abundante espuma de cerveza. Varias comparsas de comerciantes inmigrantes, oriundos de un mismo pueblo, celebran con alegría al sapo representante de la Pachamama y símbolo de la fecundidad. Le suplican y le agradecen la protección de su familia y de sus bienes, la suerte que han tenido, la fertilidad de sus campos, la fecundidad de su familia, la productividad de su negocio, el dinero que ha ganado y los bienes que han logrado(2). El sapo vigila por los hijos de la Pachamama; los cría y los cuida.

2.4
La cuarta instancia es los sueños avisadores: Nuevamente Efraín Cáceres nos asegura: “Los sueños nos avisan y por eso sus avisos son celosamente atendidos. En los sueños, el sapo significa dinero. Si el Runa sueña con sapos es porque va a tener dinero (y citando un testimonio): “Cuando te sueñas agarrando bastantes sapos, entonces vas a tener o ver mucha plata; así siempre es” (Exaltación Palomino de Santa Rosa, Melgar, Puno). Para los Quichuas del Ecuador, el sapo es un vigilante fiel que avisa en sueños de abigeo y robo de ganado (Van Kessel y Potosí, 2000, p.31). Los comuneros de Nuñoa y de la cuenca del Titicaca en general el sapo es respetado también por su fiel vigilancia de la chacra El significado mitológico de estos señaleros climáticos está claro. Por el valor simbólico de su ciclo biológico, por el lugar de su hibernación (lugar íntimo de la Madre Tierra, que es simbólico también para el entierro de los humanos) y por su estado letárgico en invierno (representativo para la Pachamama y la naturaleza en general que hibernan durante la estación del invierno) el sapo y la rana constituyen símbolos muy elocuentes para los rituales andinos; símbolos muy expresivos también en la visión andina referente a la condición humana y su ciclo vital con su complemento, la muerte, la que constituye el paso a otra, nueva vida. La siembra de la papa obedece a la misma simbólica. El entierro tanton de la papa como del runa, es fertilización e incubación de la vida, vida que nace de la muerte. Por su relación privilegiada con la Pachamama y la Quchamama, el sapo y la rana son señaleros mitológicamente aureolados. Sus avisos vienen del más allá y tienen valor y significado más que solamente técnico, un valor moral y profético.


3. Testimonios andinos
Podemos distinguir bio-indicadores climáticos a corto plazo, a mediano y a largo plazo, estos últimos referentes al desarrollo climático de todo un año agrícola, cuando éste está por iniciarse. El sapo avisa a largo plazo, a mediano y a corto plazo. A continuación presentamos un resumen de las señas que dejan los batracios tal como los runa en la diferentes comunidades andinas las observan y entienden. Partimos de su contexto mitológico, anotamos el modo y estilo de su observación y discutimos sus bondades y deficiencias como señalero del clima.

Primero recordamos aquí brevemente el diálogo que sapo y agricultor llevan a cabo en Urqhurarapampa.

En la comunidad de Urqhurarapampa (Nuñoa, Puno), el sapo aparece con anterioridad a las lluvias. Cuando se acerca un año lluvioso y sin presencia de heladas constantes, aparecen sapos grandes y en cantidades durante los meses de setiembre y octubre, en busca de charcos de agua para instalarse y reproducirse. En cambio, para un año seco, con pocas lluvias y con presencia de heladas constantes, aparecen en forma retrasada, es decir: durante los meses de noviembre y diciembre unos cuantos sapos pequeños. En años muy malos y de grandes e insistentes heladas nocturnas, sucede que durante el mes del crecimiento de los cultivos, algunos sapos quedan congelados en plena caminata. Esto significa un pésimo año para las cosechas. Durante la época de lluvias (enero, febrero, marzo), se comporta el sapo como indicador de corto plazo. Se observa generalmente la coloración de la piel del sapo, al que se le da dos interpretaciones. 1. Cuando la piel es más clara que normal anuncia la presencia de un veranillo. Las lluvias dejarán de caer por el lapso de varios días con que pueden caer heladas. 2. Cuando la piel es más oscura que normal anuncia que en los próximos días caerá bastante lluvia y posiblemente fuertes granizadas.

A mediano plazo avisa también del clima. Durante los meses de diciembre y enero, se observa la postura de sus huevos en los estanques permanentes. Para un año con suficientes precipitaciones escasas heladas, con buena producción, ponen sus huevos protegidos por una espuma blanca, abundante y compacta. Para un año con escasas precipitaciones, con heladas y granizadas y con escasa producción, ponen sus huevos protegidos por una espuma rala, descolorida, pequeña y aguanosa.

Durante los meses de enero y febrero se observa la intensidad de su canto dentro de los estanques. Cuando los sapos cantan con gran estruendo dentro de los estanques de agua donde se reproducen, con la siguiente tonada: awqa, awqa, awqa, como si fueran ovejas con crías, anuncia un buen año, con buenas lluvias, escasas heladas y por tanto buena producción; y para un año con escasas lluvias, con heladas y granizadas, y con poca producción agrícola, no gritan mucho ni con bulla. Se escuchan gritos aislados y de vez en cuando.

A continuación comparamos estas observaciones con las de otras comunidades altoandinas. Condori (1989, p.14,s.), el más completo y detallado en su descripción, distingue tres batracios entre los señaleros observados en la comunidad dxe Maqueracota, Puno. Esta comunidad se ubica en el borde del Lago Titicaca, donde los batrácios tienen su hábitat preferido y donde abundan. Son los señaleros privilegiados de los comuneros. En primer lugar Condori menciona el ch'ich'ikaña, un sapito pequeño de color negro.

“Este batracio vive generalmente en las orillas del lago, de ríos y lagunas. Aparecen en la época de lluvias. Cuando estos animales desaparecen de los campos de cultivo, para dirigirse hacia el cerro Huillaccollo, anuncian que muy pronto caerán lluvias. Cuando se dirigen afanosamente hacia el lago o hacia una lagunilla indica que muy pronto habrá escampe y que las lluvias se retirarán por muchos días. Pues, para no morir, buscan a tiempo su refugio”.

Según la mitología andina, estos sapitos son enviados de los apus y de otras deidades de la zona para pronosticar el año agrícola. Avisan al campesino a que se prepare para el año agrícola. Por lo tanto, el campesino no los molesta ni los mata, pues piensa que pronto sería castigado con fuertes granizadas y/o heladas. Continúa Condori:

“El k'ayra - rana - es un anfibio que vive en el fondo de las aguas del Lago Titicaca. En la zona de Maquercota no hay ríos de caudal permanente, ni lagunillas donde se pueden observar a estos animales. La observación se realiza en las orillas del lago cuando sacan peces y cuando la gente va a cortar totora. Cuando la rana sale de las aguas del lago para ocupar un nuevo hábitat en la tierra, indica que el año será de intensas lluvias, pues las aguas del lago llegarán al nivel de su nuevo hábitat. Cuando el campesino escucha el grito de este animal dice que se aproximan años de sequía, de tal manera que, deben provisionarse de víveres para consumo humano y almacenarse buena cantidad de forrajes para los animales a fin de no padecer de la hambruna anunciada. En este batracio hay ciertas características muy bien observadas por el campesino, como esta: cuando la k'ayra nada en las profundidades del agua del lago, del río o de la laguna, indica que la buena cosecha será en las orillas del lago, en los milli(3). Cuando aparece nadando casi al ras de la superficie del nivel del agua, vaticina que la sementera será arrasada por fuertes heladas. Cuando se le ve con la epidermis de color negro, anuncia que habrá abundantes tubérculos, especialmente papa negra, y aconseja al campesino que siembre en lugares aptos para esta variedad a fin de tener buena cosecha. Cuando se ve su cuerpo con la epidermis de color plomo-blanquecino con manchas negras, denota que el año agrícola será regular, es decir, en lugares aptos para la agricultura la producción será buena, pero en lugares descampados y áridos no habrá producción. Asimismo, es observado el tamaño y contextura corporal del k'ayra, pues cuando la rana tiene un cuerpo abultado y nada agilmente señala que el año agrícola ha de ser de bonanza alimenticia, que los animales gozarán de comida y que su venta ha de ser satisfactoria. Pero, cuando presenta un cuerpo delgado y pequeño indica que el año agrícola ha de sufrir peripecias, que caerán fuertes heladas y que los campos serán azotado por la granizada”.

Está estrictamente prohibido matar este animal, pues, según cuenta la gente, la Mamacocha suele castigar a los que lo maltratan o matan. El castigo viene con fuertes inundaciones, que arrasan por completo las sementeras y las viviendas ubicadas al borde del Lago. Cuentan que este batracio está relacionado con Illapa y Juyphi Tata - los dioses cosmogónicos - pues después de matarlo, sabe resucitar y se pondrá en contacto con los dioses del trueno y en la época de lluvias el asesino de la rana será buscado por toda la superficie de la tierra para ser fulminado por el rayo.

El hamp'atu - el sapo común - es un batracio anuro del orden de los bufónidos. Inverna y permanece aletargado durante el qasa pacha, la estación de heladas, que dura aproximadamente del mes de mayo al mes de agosto y a veces se prolonga hasta el mes de setiembre. El hamp'atu sale de la tierra a partir del mes de setiembre para permanecer fuera de ella hasta la finalización del período de lluvias (mes de abril). La mayor parte de su ciclo biológico, que dura aproximadamente 77 días, lo lleva a cabo durante la época de lluvias, poniendo sus huevos en los estanques o charcos de agua permanentes formados por la lluvia. Tiene su morada generalmente en zonas húmedas. Vive preferentemente en las orillas del río, del lago, de riachuelos y lagunillas. No vive en lugares frígidos ni secos. Es raro encontrarlo en los cerros elevados y en las zonas áridas donde no hay agua de río, pozo o laguna. Dice Condori (1995):

“Cuando este batracio desova en las orillas del lago, indica que el año será de abundante lluvia, y cuando desova en el centro del cauce o a pocos metros de la profundidad del lago, es que las precipitaciones pluviales han de ser escasas. En este caso la siembra debe hacerse en las orillas del lago, en milli, para que no sea arrasada por las heladas. En la época del desterronamiento, este batracio, es observado constantemente en los campos de labranza. El campesino lo observa detenidamente, pues si este sapo abunda y es de tamaño grande, es señal de un buen año agrícola, pero si se observan sapos pequeños y flacos, es indicio de que no habrá producción agrícola.
Cuando se escuchan los gritos de estos batracios, los campesinos vaticinan que en los siguentes días va caer bastante lluvia. Y, si el croar de estos sapos es lastimero indica que muy pronto caerá helada. Cuando los sapos aparecen en la época de verano - época de lluvias - con la epidermis negruzca, anuncian una lluvia torrencial, y cuando aparecen con epidermis blanca, indican que muy pronto se despejarán las lluvias. Las aovaciones de este batracio son también observadas con atención. En la zona de Maquercota, la primera desovación se produce a principios de agosto, la segunda a fines de agosto y la tercera a principios de setiembre. Se observa cuál de estas desovaciones es la que tiene mayo vialibilidad, y según ello se realiza la siembra de los productos: temprana, normal o tardíamente. Al nacer los renacuajos, éstos son también observados cuidadosamente, pues su excesiva mortandad es señal de que las sementeras serán arrasadas con fuertes lluvias y torrenteras”.

En Chipukuni, también al borde del lago Titicaca, el sapo hamp'atu – una especie grande - es un animal mitológico muy relacionado con la madre tierra, la fertilidad del campo, la lluvia y la humedad. El hamp'atu indica el momento oportuno de la siembra de la papa. Cuando se acerca la época de la siembra, el campesino está alerto para ver en qué momento aparece este sapo. Cuando lo encuentra en la chacra ha llegado el tiempo más propicio para la siembra de la papa. Si el sapo se hace presente por la mañana, la siembra se adelanta: “¡Nayra sata!”. Si se advierte este sapo por la tarde, la siembra debe ser tardía: “¡Qipa sata!”. Cuando el croar del sapo suena impaciente anuncia la presencia de la lluvia. Lo mismo significa el desplazamiento de los sapos por las noches. Su constante croar pronostica la llegada de la lluvia (Van Kessel y Cutipa, 1998: 181). De los comuneros de Zepita, también de la región cincunlacustre, citamos los siguientes testimonios sobre la validez del sapo como señalero (Condori y Acero, 1993: 15;29):

“Si el sapo ovoposita en las orillas del lago, o de los ríos, es para campaña de lluvias (F.C.I.)”.

“Si el sapo toma un color oscuro húmedo, es para la presencia de lluvias; y si es de color claro, blanquecino y seco, anuncia la ausencia de las lluvias, y si en algunos casos llegan a secarse por factores climatológicos adversos, como la falta de lluvia, significa también la ausencia de lluvias en la campaña agrícola próxima (F.A.M.)”.

“Si el sapo pone sus huevos en las aguas estancadas y de éstas llegan a secarse y si como consecuencia mueren los renacuajos, es indicio de que habrá baja producción por causa de heladas o sequías (J.C.J.)”.

“Si ponen huevos en las partes bajas y éstas llegan a secarse por sí, esto indica la presencia de heladas y escasa producción en la campaña agrícola (A.A.C.)”.

Ayala (1990:7), escribiendo sobre las previsiones meteorológicas en Collpuma en el altiplano de Oruro, dice:

“El sapo, o hamp'atu, es un animalito de las aguas que frecuentemente aparece al inicio de lluvias, y como indicador del tiempo. Se comporta así: cuando croa mucho en el iqiwiri, una especie de laguna, avisa que durante la noche caerá lluvia. Los abuelos cuentan que en períodos críticos de falta de lluvia a estos animalitos se las amarra de las patas alrededor del iqiwiri, para que con su croar pidan lluvia para la comunidad. La visita a la comunidad de un ave de las orillas del lago Poopo llamada waku - es signo de que apareció la época de lluvias. Pero cuando esta ave consume gran número de sapos es signo de que se acerca un veranillo”.

En cuanto a las comunidades de Chango y Tres Cruces, Depto de Cochabamba, Ponce (1997) y Aguilar (1997) en sus tesis para el título de agrónomo, se conforman con mencionar sin agregar mayores detalles que entre los bioindicadores meteorológicos observados por los lugareños figuran también el sapo y la rana.

En Pomani, así cuenta Fernández (Fernández, s.a.), “el sapo de color negro y grande si aparece durante la siembra de papa en la parcela es para buena producción de la misma. Cuando aparece con esta buena noticia, se le ch'alla con coca. “Lo contrario es ver ratón en la siembra que anuncia producción pobre y por tanto se le debe matar”. Cuenta que cuando los comuneros de Pomani sufren de la sequía, movilizan los animales de mayor significado mitológico, en especial el zorro y los batracios con sus renacuajos; los hacen sufrir de sed para que lloren y supliquen por piedad y pidan al Señor agua para la comunidad, esperando que así se compadezca. “La esencia del ritual es el pago de la deuda sacrificial a los dioses de la lluvia” (s.a.:49;51). El autor no especifica cuáles son estos dioses.

En Conima, ubicado en la costa norte del lago Titicaca, los agricultores observan también las conducta de ranas, sapos y renacuajos, como escriben loshermanos Chambi (1995:90-91):

“El ch'iich'iikaña es un tipo de rana del que se observa el croar y la coloración de su cuerpo en el mes de julio. Cuando cantan harto y si son de color verdoso, anuncian que las lluvias ya vienen. Y en agosto y septiembre su croar anuncia que continuará lloviendo. De lo contrario, se prolongará la época de estiaje. Del hamp'atu - sapo - se observa la presencia y la pigmentación del cuerpo en la época del desterronamiento: agosto y septiembre. Cuando se presentan gordos y brillantes, es señal de que el año será bueno y si son flacos, amarillos, pálidos, es signo de que será un año malo y que habrá yawa: enfermedades, plagas u hongos a causa de la sequía, las heladas y granizadas. Asimismo, cuando el sapo es bastante grande anuncia que ya es tiempo para sembrar, y si son pequeños aún falta para la época de la siembra. En los lugares de ovación se observa el desarrollo del huq'ullu - el renacuajo – desde que la cadena de huevos a semejanza de tripas hasta la conformación completa del batracio, o sea hasta el momento en que cae la cola. Si el agua de alguna garúa o granizo destruye y hace desaparecer este proceso de metamorfosis, es señal de que el año será malo, y si el batracio completa su desarrollo con todo su grupo, indica que será buen año”.

Finalmente la comunidad de Chambi Kimsa Cruz, ubicado en las cercanías del Lago Titicaca y en el distrito de Yunguyo. Tito (1991), que describe la señas del sapo y de la rana con atención para el contexto del coro polifónico de los señaleros, dice:

“El canto incesante de las gaviotas durante el vuelo, como queriendo avanzar contra el viento, en las mañanas con brisas del lago, y el canto de los chiwancos al medio día, confirmadas por el croar de las ranas que indican lluvias en breve plazo”. ... “Entre los meses de agosto y septiembre, las nubes altas de aspecto brumoso con bordes orientados hacia el sur, anuncian que dentro de pocos días caerá la lluvia. Como indicador de dicho fenómeno aparecen en forma simultánea sapos de aspecto amarillento-verdoso. Croan pausadamente por las noches desde su guaridas, mientras que las estrellas se opacan, el agua en los pozos se entibia hasta aumentar de caudal. Los alimentos sólidos como granos azúcar, dulces y tostado de maíz se humedecen y las gaviotas revolotean contra el viento gritando insistentemente”.

Efectivamente, Tito insiste en que se trata de un coro de señaleros. Pero sabemos que no se trata de un coro a una sola voz, sino polifónico, y a veces con disonantes que reflejan exactamente los caprichos del clima. Se dice también que el clima está cambiando y que por eso hasta los mensajeros a veces se pierden. En estos momentos de confusión e incertidumbre, no faltan los jóvenes, que se sienten incómodos con las “creencias de los viejos” y que frente a sus compañeros universitarios se distancian de “esas cosas” citando casos de aparentes equivocaciones para justificarse. Los que “creen” en las señas, en cambio se defienden diciendo que siempre son tendencias, que posteriormente se ajustan; que “por los errores de la gente (se piensa en peleas, abortos y otros) el tiempo puede echarse a perder”; que por las “costumbres”, los “pagos” y los “trabajos de los yachaq” se puede “curar el clima”.

Otra característica de las observaciones climáticas que relata Tito es que el campesino lee las señas con gran sensibilidad y finura, las recibe con el corazón, con emoción y sentimiento, y como si fueran mensajes personales de sus amigos y seres queridos, que también sienten alegría o preocupación por los fenómenos climáticos que se anuncian. Por su viva experiencia como agricultor andino reflejada en el estilo de su libro, Tito demuestra que en este diálogo-enseñas se trata de una verdadera convivencia y una existencia compartida; de una solidaridad familiar en la crianza de la vida.

Conclusión
Resumiendo: la rana (que dice una relación muy particular con la Quchamama, el agua y la lluvia) aparece como avisador mitológico entre los señaleros de: Maquercota (Condori), Conima (Chambi), Chambi Kimsa cruz (Tito), Tres Cruces (Aguilar) y Ajanani (Quiso). El sapo (con su acceso privilegiado a la intimidad de la Pachamama) aparece como avisador mitológico muy respetado entre los señaleros de todas las comunidades andinas sin excepción. Los batracios aparecen en su calidad de símbolo de la vida amenazada por la sequía en los testimonios de Ayala (Collpuma) y Fernández (Pomani). En la perspectiva del diálogo con los batracios, aparece lo que Estermann llama: “la ética cósmica del andino”. El mismo Tito indica que suscribiría esta expresión cuando dice unas páginas más allá: “Según la cosmovisión campesina, la occurencia de la granizada sobre los sembríos verdes es causada por los errores humanos, como faltas cometidas a la moral cósmica, atentados contra la salud de la naturaleza. Por estas causas el andino está seguro de que los abortos provocados, el maltrato de los animales y las plantas, las ofrendas y rituales prometidos a los Achachilas y dejados sin cumplir, son causantes graves para que ocurra la granizada que destroza los cultivos”.


Bibliografía:

Aguilar Apaza, L.C.,
1997 Predicción del tiempo y su influencia en la organización de la producción en la comunidad Tres Cruces, provincia Tapacarí; tesis de grado. AGRUCO, U.N.San Simón, Cochabamba.

Ayala Flores, Gónzaga,
1990 Pronóstico del año agrícola; en: Buena Siembra, Año 1, Nº 1, pp.29-35; Fac. de Ciencias Agrícolas y Pecuarias; Oruro.

Condori
1989

Condori Ylla, B., y L. Acero Mamani,
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Notas

(1) Se señalan y describen centenas de avisadores o bio-indicadores climáticos entre aves, mamíferos, peces, insectos, batracios, anfibias y vegetales en: Van kessel y Enríquez, 2002.

(2) Por lo demás, existe en el sector sur-oeste de la misma ciudad también una roca dedicado a la víbora de Chiripujo, donde se desarrolla un culto similar en los primeros viernes del mes; y en el sector sur se encuentra un monumento al Condor festejado los miércoles de Carnavales.

(3) Milli: es el terreno húmedo y “caliente” al borde del lago, muy fértil por las periódicas inundaciones, donde la tierra no necesita descanso. Todos los años se puede sembrar allí, sin preocuparse si las lluvias vendrán temprana o tardíamente. Solo cuando las señas avisan que las lluvias vendrán en tanta abundancia que harán subir el nivel del agua en el Lago, no es posible sembrar allí, porque se inunda el milli.

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