LIBROS NUEVOS

 

 

Guillaume Boccara, editor:

Colonización, resistencia y mestizaje en las Américas

(siglos XVI-XX). QUITO – ECUADOR:

Abya Yala, 2002; 385 p.

RESUMEN
Este libro aborda los temas de la dominación, de la resistencia y del mestizaje en las Américas, entre los siglos XVI y XX, desde las problemáticas y los métodos combinados del antropología y de la historia y desde una aproximación a la vez estructural y dinámica. A partir de estudios de casos tomados de distintas partes del Hispanoamérica, intentamos dar cuenta de los mecanismos del contacto hispano- indígena, de las dinámicas socioculturales que se pusieron en marcha desde el encuentro, así como de los procesos históricos que desembocaron en la formación de mundos nuevos en el Nuevo Mundo.

Si tuviéramos que resumir nuestro propósito, diríamos que se trata tanto de devolverle espesor socio-histórico y protagonismo a los sujetos dominados como de demostrar que las realidades americanas, caracterizadas por la multiplicidad de los contactos interétnicos y la construcción permanente de espacios de intermediación, tendieron a imponerse por sobre la rigidez ideológica y administrativa del orden colonial y estatal-nacional.

En efecto, a pesar del carácter desestructurador de la conquista y colonización, del intento de inculcación de un arbitrario socio-cultural, de la voluntad de fijar normas y categorías, de congelar identidades y de construir espacios territoriales homogéneos y cerrados, los estudios histórico-antropológicos y etnológicos llevados a cabo durante las dos últimas décadas tienden a demostrar que tanto el dinamismo de las sociedades indígenas como el carácter generalizado y plurifacético del mestizaje pusieron y siguen poniendo en jaque toda veleidad de dominación y de control por parte de los agentes de la Corona de los estados-naciones.

Más aún, los dispositivos de sometimiento y de etnificación asentados por las autoridades coloniales y republicanas produjeron “efectos perversos” o inesperados, desembocando en muchas partes de América en procesos de etnogénesis, en la construcción de nuevas identidades y en la apropiación, a través de adaptaciones y reformulaciones, de las armas de los colonizadores.

No cabe duda que el renuevo de los enfoques antropológicos, etnohistóricos e históricos, en que pretenden inscribirse los trabajos aquí reunidos, están en gran parte determinados pro el contexto socio-histórico en que vivimos. Los efectos desestructuradores y reestructuradotes de la globalización sobre la producción de las identidades y culturas locales, nacionales y translocales, así como el momento de recreación y de fuerte reivindicación de la organizaciones indígenas y de los movimientos populares, son factores que favorecen una re-lectura del pasado colonial y del presente de los pueblos llamados, con cierto primitivismo ahistórico, “originarios”.

Así como en gran número de cientistas sociales han puesto en tela de juicio las concepciones esencialista de la identidad, sustancialista de la cultura, arcaizante de la tradición y ahistórica de las sociedades llamadas hasta hace poco “primitivas”. La cultura tiende a considerarse como dimensión de un fenómeno que permite hablar de diferencia y de identidades. Las sociedades “arcaicas” no son sociedades frías, sin historia, antimodernas, intrínsecamente opuestas al cambio o ajenas a los procesos de adaptación y de reformulación. Las tradiciones más “ancestrales” se remiten a un pasado histórico no tan lejano. La llamada “pureza o impureza cultural”, lejos de corresponder a una realidad social o histórica, es un elemento central en la estructuración de la visión y división dominante y discriminatoria del mundo social. Pues permite legitimar todas las enajenaciones y negarle existencia social a los indígenas actuales so pretexto de que ya no son “indios puros” y que, por lo tanto, no pueden pretender tener derechos ancestrales en tanto que “pueblos indios auténticos” (1).

Del mismo modo la plurietnicidad, el mestizaje y la llamada interculturalidad no son fenómenos recientes, puesto que las propias lógicas socio-culturales indígenas y populares americanas se caracterizan por su capacidad a pensar, integrar y digerir la alteridad, a establecer relaciones permanentes de complementariedad humana, política y cultural. En fin, lo que hemos llamado las lógicas mestizas que cientistas sociales, agentes estatales y desarrollistas empiezan recién a entender o tildan de confusas, irracionales, inauténticos o contaminadas, aparecen, como un invariante del pensamiento amerindio y parecen haber jugado un papel fundamental tanto en la resistencia y sobrevivencia política y cultural de los grupos indígenas como en la creación de espacios simbólicos y físicos de intermediación y entendimiento.

Por otra parte, observamos que las críticas cada vez más radicales en contra del orden discursivo dominante, por parte de voces consideradas como heréticas por los defensores de la ortodoxia discursiva, permiten tomar distancia respecto de las clasificaciones coloniales y de las narrativas oficiales de los estados-naciones. El proceso de invisibilización de los sujetos que llegaron a ser subalternos está siendo estudiado de manera cada vez más acuciosa. Del mismo modo, se analizan con mayor atención los imaginarios nacionales del periodo republicano temprano que se estructuraron en torno a la percepción del indígena como “salvajes” y del territorio ocupado por los autóctonos como “desierto por conquistar”. Desde ese punto de vista, conviene insistir sobre el papel central que jugaron las elites políticas y universitarias latinoamericanas en la construcción de esteriotipos socio-étnicos, así como también en la elaboración de los modelos teleológicos de interpretación de la historia de las naciones consideradas como comunidades naturales. De hecho, nuestras disciplinas, consideradas de una u otra forma ligadas a los proyectos y a las visiones estatales socio-históricamente determinadas, han sido acusadas de haber cometido varios pecados capitales tales como el etnocentrismo, el androcentrismo, el primitivismo y el positivismo.

Es con la voluntada de romper estos escollos etnocéntricos y con los viejos hábitos colonialistas que entregamos al público este libro que trata sobre la dominación colonial, las estrategias de resistencia y adaptación de los grupos y pueblos dominados y de las creaciones de nuevos sujetos históricos mediante de los múltiples procesos de mestizaje e hibridación. Si el contenido y la difusión de este libro contribuye en alguna medida a derribar esterotipos y prejuicios así como a difundir las armas de la ciencia contra la violencia simbólica que se ubica como base de la reproducción de la dominación social y cultural, habrá plenamente alcanzado su meta.

Notas.
(1) A modo de ejemplo, he aquí lo que escribe el historiador chileno Sergio Villalobos a propósito de los que él llama “los descendientes de araucanos”, ofendiendo así deliberadamente, a millón de mapuches que hoy residen en Chile: “El mestizaje predominó al norte y al sur del Bíobío, al punto de que las fuentes históricas del siglo XVII señalan que sólo por excepción, en rincones muy apartados, quedan indios puros. Desde entonces y hasta el día de hoy, los llamados araucanos – eufemísticamente mapuches- no son más mestizos, aunque sean notorios los antiguos rasgos. En el orden natural hubo actitudes ambivalentes. Por una parte se mantenían las tradiciones y costumbres y, por otra, había una aproximación a la cultura de los dominadores. Tempranamente algunas agrupaciones comenzaron a hablar el castellano y con el correr del tiempo se generalizó su uso, aunque hubo comunidades o individuos recalcitrantes que aún pueden encontrarse como curiosidad (“Araucanía: errores ancestrales”, El Mercurio, 14 de mayo 2000, p. A 2). Más adelante, el tono etnocéntrico del articulo se vuelve racista y hasta difamatorio: “La religión y la moral cristiana también influyeron en la vida araucana (…). Ideas tales como la del bien y el mal, es castigado y la recompensa, se abrieron paso. La justicia en lugar de la venganza, la monogamia y la condena de homosexualidad, que era una práctica corriente, se impusieron a la larga”.

 


 

Rodolfo Cerrón Palomino:

El chipaya o la lengua de los hombres del agua.

LIMA PERU: Pontificia Universidad Católica del Perú, 2006; 309 p.

El chipaya o la lengua de los hombres del agua ofrece la primera descripción gramatical del chipaya, última variedad superviviente de la otrora familia lingüística uruquilla, que se hablaba en el Altiplano peruano-boliviano, a lo largo del eje acuático Titicaca-Poopó, y que se mantiene vigorosa aún, para orgullo de sus hablantes y asombro de los estudiosos, en los eriazos orureños de Santa Ana de Chipaya. Intenta cubrir, de esta manera, un gran vacío largamente sentido entre los científicos sociales del área andina y, en particular, entre los linguistas de la especialidad.

Su autor explica: la obra que entregamos ha sido preparada no solo para atender el reclamo de los lingüistas, particularmente de los del area andina, sino también para satisfacer el interés y la curiosidad de los estudiosos en general, comenzando por los propios chipayas, cuya intuición y sensibilidad lingüísticas, a fuerza del discremen idiomático secular de que fueron víctimas, por parte de puquinas, aimaras y quechuas, no parecen tener parangón en el área andina. En función de ello se ha buscado, siempre que fuera possible, emplear un lenguaje accesible, reduciendo al máximo el metalenguaje y los tecnicismos propios de la disciplina, y procurando, al mismo tiempo, echar mano de las viejas nociones gramaticales que forman parte de la tradición cultural occidental.

Concebida en tales terminus, la material lingüística propiamente descriptive comprende cuatro partes, destinadas a presentar, sucesivamente, los aspectos del sonido (caps. II-III), de la palabra (caps. IV-VII), de la frase (caps. VIII-X) y de la oración (caps. XI-XIII). En la introducción (cap. I) y en el epílogo (cap. XIV) ofrecemos, respectivamente, tanto el panorama histórico-social y lingüístico dentro del cual se enmarca el estudio de la lengua, cuanto el balance de conjunto de la realidad poliglósica del mundo andino y su impacto en la remodelación estructural del idioma Chipaya. Cierran el libro dos apéndices: el primero contiene una muestra textual chipaya, analizada gramaticalmente y vertida al castellano tanto en forma literal como en versión libre; el segundo ofrece un índice alfabético de los morfemas de la lengua destinado a facilitar el reconocimiento de los mismos a lo largo del material lingüística empleada.

     
 

subir