Artículos
- Perfil social y cultural del pais de los Kallawayas
- Vida y fuerza del ayllu Kallawaya
- El saber Kallawaya: interrogando y aprendiendo
Perfil social y cultural del pais de los Kallawayas
Por Dr. J.J.M.M. van Kessel
Introducción
En el mapa administrativo de Bolivia, el país de los Kallawayas lleva el nombre de la "Provincia Juan Bautista Saavedra" y tiene por capital administrativa Charazani. Este nombre antiguo fue también cambiado por los gobernantes y figura actualmente en documentos oficiales como "Villa General Pérez". En esta provincia se usa predominantemente el idioma quechua pero existen en su territorio dos islas de grupos diferentes: la comunidad de Upinaya que es aymara-hablante, y la capital Charazani donde residen una mayoría de unos 55% de “vecinos”. Estos no se identifican con los indígenas y prefieren expresarse en castellano a pesar de dominar bien el quechwa. Muy escasos vecinos se encuentran en las cabeceras de los otros cinco cantones, encabezados por los pueblos de Curva, Chajaya, Amarete, Chullina y Carijana. Las autoridades administrativas y los profesores de estas comunidades suelen ser "vecinos". El cantón Camata, de la provincia Muñecas, está orientada a la provincia de Saavedra y forma con ella una unidad social y económica. Las comunidades de Caata y Chari están en trámites de independizarse y constituirse en cabecera de cantón. El total de la población alcanza según el último censo poblacional aproximadamente 3610 familias, de las que unas 135 son vecinos y unas 95 son aymaras (de Upinaya). Los kallawayas mantienen un alto grado de autarquía económica gracias a su aislamiento y la conciencia de su identidad histórica y cultural, gracias también a la relativa fertilidad de la región, a la tecnología autóctona de producción agropecuaria y al sistema de "verticalidad" (entendida como: la explotación simultánea de un máximo de pisos ecológicos, completada por un sistema de canjes con comunidades hermanas).
Actualmente, las dimensiones de la provincia son moderadas. La máxima distancia de Norte a Sur es de 61 kms. La máxima distancia de Oeste a Este alcanza 94 kms. Sin embargo su altura, clima y vegetación son muy variadas. En el extremo oeste encontramos, entre cumbres nevadas, la zona de la puna con terrenos helados para el pastoreo de verano. Los campos de Charazani, situados en el centro son de keshwa y se usan para agricultura y horticultura. El cantón de Carijama, en el Este de la provincia, es de yungas y produce frutos cítricos y caña de azucar.
Histórica y culturalmente, la población forma una étnia propia, que se conoce como los Kallawayas. En sentido más estricto, este nombre se reserva para sus famosos médicos ambulantes.
Las andanzas de estos médicos ambulantes y las ferias regionales aseguran un sistema autóctono de intercambio con las regiones adyacentes, principalmente: el sur andino peruano, los Yungas y La Paz, sistema que se está abriendo a la economía monetaria. Los pocos vecinos, económica, social y culturalmente más orientados hacia afuera que los comunarios, controlan el circuito de la economía monetaria gracias a su monopolio de la administración pública y de los servicios públicos (enseñanza, salud) y privados (transporte y comercio). Se trata de una economía dual - autóctona de canje y vecinal monetaria - con un área de intersección, que va creciendo a costa del área económica comunal y autosuficiente.
Un breve bosquejo histórico explica algo del particular perfil social que presenta la provincia hoy en día.
1. Una historia de larga trayectoria
Los comuneros mantienen vivo el recuerdo de su pasado en unos puntos esenciales con que refuerzan considerablemente la conciencia de su identidad histórica y cultural, son: 1) su ascendencia y función en el incario como etnia privilegiada, como médicos y cargadores de la litera del Inca; 2) la violenta dominación y reorganización de su territorio bajo la Colonia; 3) su actual situación desmedrada por efecto de la expoliación colonial y explotación posterior por parte de españoles y vecinos.
Efectivamente los kallawayas que formaban, en tiempos incaicos, una etnia y un señorío bien delimitado, sufrieron un divisionismo por las particiones territoriales del siglo XVI, con una serie de modificaciones sucesivas, dentro de las cuales, diferentes instituciones coloniales -encomiendas, doctrinas, corregimientos, reducciones, distritos urbanos y eclesiásticos- intervinieron en diversos grados. En consecuencia, las unidades domésticas kallawayas quedaron repartidas en diferentes jurisdicciones (urbanas, provinciales, aldeanas, eclesiásticas) que no coincidían, lo que ocasionó muchos conflictos de competencia y límites. A la larga las autoridades indígenas ejercieron responsabilidades limitadas a la localidad residencial y a la percepción del tributo. En 1614 reclamaron la restitución de sus derechos sobre el gobierno de Charazani y de la "Provincia de Carabaya". Con la pérdida de su poder y el desmembramiento de su territorio, los jefes kallawaya quedaron en el rango de simples agentes de la administración colonial, pero mantuvieron bastante influencia en la vida local. Desde el siglo XVII, la historia de las comunidades kallawayas prosigue en el marco más reducido del distrito de Charazani, ocupado por ocho ayllus. Estos ayllus forman - como antes en los Andes - una organización dualista de Hurinsaya y Hanansaya.
En el siglo XVII llegaron muchos indios prófugos de las alturas, que huían por la mita de Potosí: los forasteros. Se produjo una mezcolanza en que los "naturales" supieron salvar a la antigua especialización profesional de los herbolarios-curanderos.
En 1683 existían solamente dos propietarios españoles en el distrito de Charazani, prueba de la débil penetración de la hacienda española. Siendo una zona apartada, lejana de las rutas del altiplano resistió mejor a la disgregación colonial. La "reorganización" colonial originó una serie de conflictos de dirigentes indígenas entre sí y con los españoles residentes, que sorprende por su duración e intensidad.
En el siglo XVIII los abusos de los funcionarios locales, con el sistema de repartos de ropa y mulas, ocasionaron crecientes protestas por el endeudamiento progresivo de los kurakas y sus comunidades. Las protestas desembocaron en un medio siglo de agitación armada, desde las guerras tupacamaristas hasta las guerrillas de Independencia, dando lugar a la efímera "República de Larecaja". Estas luchas armadas ensangrentaron los valles orientales (1775-1825) y eran una guerra civil, étnica y social, a la vez.
Siguió un largo siglo republicano marcado por el advenimiento de una oligarquía criolla y de su clientela mestiza y por el despojo progresivo de las comunidades indígenas. El área kallawaya sufrió nuevamente divisiones territoriales.
Finalmente, en 1908, los pueblos de Moco Moco y de Italaque con sus distritos que acogían antiguos ayllus kallawaya (Warcas y Umanata) formaron parte de la nueva provincia de Camacho. Casi cuarenta años después, en 1945, el sector de Charazani fue separado de Muñecas para formar, con los distritos Amarete, Curvo, Chullina, Carijana y Camata, la nueva provincia Bautista Saavedra. En esta remodelación provincial, la antigua cabecera kallawaya (Charazani) se encontró asociada con sus yungas (Camata y Carijana) pero perdió sus punas (Ulla Ulla). Por otra parte, sufrió la mala costumbre republicana de rebautizar los nombres de pueblos: Charazani recibió el nombre de Villa General Pérez, mientras que el antiguo ayllu kallawaya de Chajaya se convirtió en pueblo y distrito: aquél de Villa General Ramón Gonzales. Pero los habitantes continúan utilizando los toponimios indígenas.
Los herbolarios-curanderos kallawaya frente a la presión republicana sobre el campesinado andino, realizaron verdaderas migraciones periódicas, destinadas a aumentar sus ingresos como a escapar a las presiones sociales y raciales que pesaban en su región de origen. A inicios del siglo XX, esta emigración temporal tomó el aspecto de un verdadero éxodo rural. Muchos artesanos de Charazani y Chajaya comenzaron también a instalarse en La Paz para ejercer diferentes actividades artesanales (joyería, orfebrería). Hacia mediados del siglo cesaría de transmitirse el saber botánico y médico kallawaya, anunciándose así la extinción de las prácticas curativas heredadas y transmitidas en el seno de la comunidad.
A partir de la segunda mitad del siglo XX (sobre todo en la revolución nacionalista de 1952), los campesinos de los valles de Charazani sufrieron los contragolpes de la historia nacional que aceleró algunos fenómenos: éxodo rural, fraccionamiento parcelario de la propiedad (incluidas las haciendas repartidas entre los "colonos"), control del campo por los mestizos (sindicatos agrarios, transporte), marginalización socio-económica y sanitaria.
Actualmente continúan las reorganizaciones administrativas en el sentido de un proceso de cantonización, en que cada comunidad intenta independizarse y formar un cantón independiente de los demás, fenómeno que se inserta en el proceso de atomización progresiva de la formación social kallawaya.
2. La economía agropecuaria indígena
La estructura agraria en esta región está especialmente determinada por dos factores:
1.- El uso del suelo para la agricultura en una región tropical de la alta montaña está siempre sometido a las condiciones naturales. Esto lleva diversos procesos de adaptación en dependencia de cada uno de los pisos ecológicos. Según la situación topográfica especial, en esta zona se encuentran las diversas características de los pisos ecológicos en un espacio muy reducido.
2.- La sucesión de estructuras prehispánicas, del tiempo colonial y finalmente las estructuras modernas dejaron, sin embargo, a la agricultura de los Kallawayas una clara predominancia de los elementos pre-coloniales, aunque algunos factores, - como por ejemplo, el uso de la chaquitaclla - son admirablemente modernos en sentido de una tecnología apropiada1.
La región es de relieve muy intenso y alcanza desde el piso nivel (sobre los 5200 mts.) hasta el nivel del bosque (debajo de los 2700 mts.). Las poblaciones en su mayoría se encuentran entre 3000 y 4000 mts. de altura. Casi todas las laderas del valle se hallan con terrazas de cultivos. Muchas veces se encuentran estas terrazas con canales de riego, con cuya ayuda después de las épocas de lluvia se conduce el agua.
El procedimiento de la conservación de tubérculos está muy difundido. De esta manera se puede asegurar también la alimentación en otros pisos ecológicos.
2.1 Los niveles ecológicos
Cada uno de los pisos agro-geográficos se adhiere estrechamente y por naturaleza a los pisos de la vegetación2 y muestra diferentes formas en el uso de la tierra. Por los diversos pisos de la agricultura se puede observar un intenso intercambio de los productos cultivados en cada uno de ellos. Por este intercambio se logra una vida semi-autosuficiente en la población indígena. La necesidad de un intercambio de los productos entre ellos se acentúa aún más, ya que el área se encuentra relativamente aislada de otros campos económicos3.
En el piso inferior agrario de los Yungas (entre 1700 y 2700 mts.) en el lugar del bosque tropical casi siempre verde se plantan naranjas, plátanos, limones, coca, caña de azucar, café y maní. En áreas de regadío cerca del río se cultiva también un poco de arroz; además cada familia planta maíz para consumo propio.
En los valles (entre 2700 mts. y 3800 mts.) la vegetación natural (mata semi-verde) ha desaparecido casi en su totalidad ya que la región es utilizada por la agricultura. Acá se cultivan generalmente cereales y legumbres, siendo el maíz (Zea Mays L.) lo que está más difundido. Ya que el maíz es muy delicado y sensible a la helada se lo cultiva con preferencia en las partes inferiores de este píso. En la región de los Kallawayas se realiza el cultivo en áreas de regadío, al contrario que en los valles vecinos.
La planta precolombina del maíz es aún acá la base principal de la alimentación. Se la utiliza como humita, choclo, mote, harina, chicha y como forraje (chala de mazorca). Más allá se cultivan trigo (Tritium sec.) y cebada (Hordeum vulgare L.) y raramente avena. De las legumbres que se cultivan, predomina el haba (Vicia faba).
La cebada desarrolla un rol importante para la rotación en el nivel inmediato superior de las cabeceras de los valles (entre 3900 y 4100 mts.). La vegetación natural consiste ya acá en praderas. En este nivel se cultivan sobre todo las distintas especies de patatas (Solanum tuberosum) que están acostumbradas al clima de la altura. Al lado de éstas se planta oca (Oxalis tuberosum).
En la Puna (sobre los 4100 mts.) se crían llamas, alpacas y ovejas. La llama es un animal de carga indispensable en lugares donde sólo hay sendas. En cambio, la alpaca sirve especialmente como donador de lana y carne. De la lana las mujeres indígenas hilan y tejen los vestidos. Aprovechando el clima de la Puna se elabora la carne secándola (charque) y ésta desempeña un papel importante en el intercambio con los niveles agrarios inferiores.
Hasta una altura de 4300 mts. se cultiva una especie de patata amarga que luego se la elabora en chuño y tunta.
2.2 Formas de adaptación ecolóciga
La agricultura de los Kallawayas parece a primera vista retrasada y subdesarrollada. En realidad se trata de formas características y quizás incluso formas optimales de adaptación teniendo presente las dificultosas condiciones agrarias. Estas formas de adaptación ya se han formado en épocas precolombinas y su utilización se encuentra aún hoy en forma casi nada modificada. Los logros de adaptaciones encontramos en:
- el cultivo en terrazas
- el manejo de la taclla (y del arado)
- las formas de regadíos
- el método de conservar tubérculos
- el sistema de rotación de los cultivos y descanso de tierras
- el seccionamiento en áreas de cultivo en diferentes pisos ecológicos
Estas seis formas de adaptación permiten la agricultura en una zona tropical de alta montaña que es muy difícil de cultivar pero que no obstante asegura de manera suficiente la alimentación de la población. Al mismo tiempo el ecosistema queda relativamente recargado en un mínimo, conservando un equilibrio. Con el empleo irracional de maquinaria y métodos europeos se interrumpiría este equilibrio ecológico.
Cultivo en terrazas: La ingeniosa construcción de terrazas en las empinadas laderas, son principalmente la base para la agricultura de esta región. Sin estas terrazas artificiales se limitaría el cultivo en las pocas terrazas naturales de los ríos y en las cabeceras de los valles. Por medio de las terrazas se conservan los suelos que de todos modos no son muy profundos. La capa superior del suelo fértil es retenida y de esta manera se resguarda contra la erosión que representa un gran problema ecológico en gran parte de los Andes Centrales. Estas terrazas se amoldan exactamente en forma y tamaño a la situación topográfica. Mientras empinada sea la pendiente, más pequeña es la superficie de la terraza. El área de cultivo muestra por lo general solamente un pequeño declive; en el caso ideal éste es completamente llano.
Más allá, por medio de las terrazas se acumula y retiene el agua de lluvia, de manera tal que ésta puede penetrar en los suelos. Aparte de esto, se consigue una repartición favorable del agua al ordenar los surcos adecuadamente. Los muros de las terrazas tienen que ser cuidados y renovados constantemente. Por ejemplo, si es que no se cuida de arrancar las raíces que se encuentran en las fugas de los muros, el muro se derrumba al cabo de una generación. Consecuencia inevitable que sigue es la erosión del suelo y el deslizamiento. Pero la mayoría de las terrazas en la región kallawaya están aún intactas y son cultivadas.
Uso de la taclla y del arado: Una mayor parte en el procedimiento del trabajo se lo realiza aún en la actualidad tradicionalmente como hace siglos. Como principal instrumento de trabajo queda la taclla incaica. El arado de madera del tiempo colonial ha encontrado gran difusión en las superficies grandes de las terrazas en el fondo del valle.
El uso de maquinaria moderna en terrazas de difícil acceso, con pendiente y suelos pedregosos causaría enormes problemas técnicos. Además de labranza de los suelos con instrumentos tradicionales como la taclla y el arado no recargan tanto el ecosistema como lo harían los arados modernos europeos bajo las circunstancias naturales que ejercen. Estos arados con asadas y arendelas penetran profundamente en el suelo, sacan terrones de tierra enteros, para luego despadazarlos. Por medio de esto se logra ablandar el suelo en una profundidad de 10 a 20 cm. que se lavan rápidamente con la caída de las lluvias tropicales especialmente en superficies inclinadas. En cambio con el uso de la taclla y el arado se sacan terrones de tierra que son despedazados a grueso modo con un martillo de madera.
Entre los surcos queda siempre una loma de tierra firme, que representa una efectiva protección contra el deslizamiento del suelo. Además con el uso de arados modernos se entierra muy profundamente en el suelo la capa delgada de humus.
El riego: Los grandes sistemas de riego empleados en los terraceríos incaicos, tales como los que se conservan en Machu Picchu y en Pisac (Perú) muestran el grado de apogeo en que se encontraba el riego artificial en época precolonial4.
En la región kallawaya existen varias terrazas que funcionan aún con regadíos. Los regadíos de las terrazas de cultivo tienen dos funciones: en general las lluvias en esta zona son suficientes para el cultivo, pero se logra un cultivo intensivo mediante el riego artificial antes de la época de lluvias. El cambio de época de lluvias y tiempo de sequía junto a la alta fluctuación de temperaturas del día y la altura es decisivo para la forma de cultivo. Junto a esto, es característico en especial el período invernal largo (mayo hasta julio). De esta manera dependen del riego el cultivo de plantas duraderas como la caña de azucar o árboles frutales que son plantados en la zona de los Yungas.
En las regiones de los valles se desvía el agua de los ríos a las terrazas próximas a estos por medio de un sistema de acequias. En especial se cultivan en estos lugares papas tempranas y trigo. Así mismo con la ayuda de esta agua se hacen funcionar en las cercanías del río Charazanz varios molinos de cereales. Para el regadío de las terrazas superiores se utiliza el agua de las quebradas que atraviesan el lugar, que sirven de regadíos sobre todo para el cultivo de maíz.
La conservación de tubérculos: La conservación de tubérculos está sumamente propagada en la provincia. Utilizando el cambio de clima con la helada, se extrae totalmente el agua de los frutos, de manera tal que queda sólo el tubérculo fuculento. Estos productos pierden entonces su peso y se pueden conservar un tiempo indeterminadamente largo. De esta manera permiten estos un transporte liviano y sobre todo se dejan almacenar. Todo esto es de suma importancia porque los tubérculos no elaborados para su conservación se pudren bajo la acción del clima.
El invento de los métodos de conservación significa una de las capacidades culturales más grandes de los indígenas de los Andes Centrales, junto con el cultivo del maíz, estas conservas aseguraron las reservas económicas del reino incaico y de esta manera representaron el fundamento en el cual se basó el poder de los soberanos Incas. Carl Troll da a estos métodos de elaboración tal significado cultural como el invento del arado en Europa: "chuño y maíz, ambos producidos en forma de cavado suplantan completamente la alimentación con cereales del mundo viejo, que se debe gracias a la labranza con el arado"5.
Para la elaboración del chuño es decisivo el cambio de clima helado. En la región kallawaya el límite de altura para este efecto se encuentra cerca de los 3900 mts.
En los lugares que se encuentran por encima de esta altura se elabora la papa amarga en el mismo sitio. Los habitantes que viven en las partes inferiores a este límite de altura se ven obligados a elaborar su chuño en lugares por encima de los 3900 metros. Allí ellos tienen que permanecer por varios días y noches.
El chuño se elabora acá de una especie de papa amarga resistente a la helada, ("papa ruqui"). Los en sí pequeños frutos de esta especie son expuestos después de la cosecha al cambio para la helada nocturna y a los rayos solares durante el día. De los tubérculos más grandes y de mejor calidad se elabora la tunta. El procedimiento es parecido al del chuño.
También la oca puede ser elaborada para su conservación y luego se denomina caya. Cada pueblo en la región kallawaya posee depósitos de agua en los cuales se elabora la caya mediante un método de lavado que dura varias semanas. Por lo general, la caya no se pone a la acción de la helada nocturna antes de ser secada.
Los Kallawayas producen cahui de las ocas de tamaño grande. La oca se la despedaza en pequeños pedazos y simplemente se la seca la sol. La tuntilla se hace de la papa lisa donde el método de elaboración es análogo que de la tunta. Predomina el chuño y la caya, siendo estos la alimentación diaria de los campesinos.
Rotación y descanso: El sistema de la rotación de los cultivos y del tiempo de descanso ilustran nuevamente la experiencia de siglos de los indígenas. En las comunidades más mestizas se pierden estas experiencias y parece con esto también baja la producción. Para la rotación y el tiempo de descanso los indígenas tienen en cuenta, aunque conscientemente las condiciones del uso de la tierra como suelo, clima, altura, exposición o situación topográfica. Para que estas experiencias no se pierdan fácilmente existe en las comunidades una cierta "medida preventiva", el cultivo obligatorio de k'apanas. Para estas k'apanas la comunidad determina exactamente el tipo de rotación y el tiempo de descanso. Esta resolución es obligatoria para todos. Las k'apanas tienen su origen en la organización agraria incaica donde las tierras de los ayllus eran repartidas en distritos donde se cultiva uniformemente un sólo tipo de fruto6.
El cultivo de k'apanas era en ese entonces en primer lugar para el mejor control de la producción y repartición de la cosecha.
Este ingenioso y complicado sistema de rotación y descanso se practica hoy en día en varias comunidades kallawaya7.
Aparte del cultivo en k'apanas en el nivel de los tubérculos aún existen varios otros elementos de la organización agraria incaica. Así también tienen lugar la cosecha y siembra en determinadas fechas y en forma de ayuda mutua. Esta forma de trabajo comunitario se da a conocer en el sistema del ayni. El pago con dinero o con la entrega de una parte de la cosecha (sistema de minka) es raro en las comunidades indígenas tradicionales y por lo general se da en aquellas comunidades mestizas.
Las áreas de cultivo según pisos ecológicos: En el medio de la alta montaña el cultivo está ligado casi siempre a riesgo de una mala cosecha. Las causas generalmente son por aspectos climáticos (heladas tempranas, sequía, llegada tardía de lluvias, etc.). Además varias plantas de cosecha son atacadas por enfermedades y parásitos. Por medio de la repartición de las áreas de cultivo en varios pisos ecológicos se logra disminuir el riesgo de tales malas cosechas.
Cuando en uno de los pisos el cultivo queda improductivo, la familia campesina cuenta con los productos agrarios de otro piso ecológico para asegurar su alimentación. Por medio de esta diseminación las malas cosechas no logran tener el efecto devastador que se tiene en lugares de cultivo de estructura uniforme.
Fig.2: NIVELES AGRO-ECOLÓGICOS EN KAATA
Kaata dispone de cuatro niveles entre 3100 mts. y los 4200 mts de altura (Véase fig. 2). En cada uno de estos tiene cada familia sus respectivas parcelas. La mitología y la cosmovisión referente a la "entereza" de la Pachamama -Madre tierra- interpretan la necesidad de este sistema, y la ética social de los comuneros incluye la obligación de integrar todos los pisos en la producción comunal y familiar8. Como en Kaata, el sistema de producción simultánea y diferenciada según un máximo de pisos ecológicos disponibles, es normativo en todas las comunidades de la provincia.
2.3 Modernización: Siendo la manera de vivir de los Kallawayas muy cerrada, la agricultura se ha podido aún conservar en forma original sin ser influenciada por efectos de modernización y otras medidas de desarrollo. Allá donde por iniciativa propia se anheló una modernización, por ejemplo en Charazani y en los pueblos con influencia mestiza de la región de los valles, la situación agraria no muestra de ninguna manera mejoras. La agricultura indígena, basada en antiguas experiencias heredadas desde hace siglos parece ser óptima según las posibilidades que ofrece esta región, para el uso agrario y donde al mismo tiempo no se peligre en un mínimo el equilibrio ecológico.
La mayoría de los pueblos indígenas cuentan con abundante tierra cultivable, de manera tal que pueden permitirse suficientes tiempos de descanso. Aunque cabe hacer notar que con la introducción del sistema de repartimiento de una herencia, con el tiempo llega a empequeñecer el tamaño de los cultivos alcanzando en ciertos pueblos el límite de la rentabilidad.
El aumento de los rendimientos por medio de abonos químicos e insecticidas -aplicados con mucha moderación y cuidado- parece ser exitoso. No obstante, su aplicación útil es muy limitada por la calidad y estructura de la tierra cultivable y por la casi ausencia de medios de financiación en las comunidades indígenas. El uso de semillas mejoradas podría ser favorable y aceptado previa demostración convincente, pero hay que considerar siempre los limitantes: la debilidad y sensibilidad de estas semillas y sus altos costos.
Una mejor selección de semillas, la expansión de áreas de regadío, así como el uso intensivo de abonos naturales unido a la recolección de estiércol y materias orgánicas en descomposición, son factores para asegurar y elevar la producción. Hay que tener en cuenta que cada influencia de afuera –bien intencionada pero sin buen conocimiento de terreno- puede traer daños inestimables para la cultura y la agricultura kallawaya que hasta ahora funcionan en forma tradicional.
3. Movilidad regional
El campesino boliviano muestra en todas las regiones de la cordillera una gran movilidad. Se dirige a las regiones tropicales a cosechar o a vivir como también a la zafra al Norte de Argentina.
Al observar la región de Charazani se dejan acá aún agregar dos factores que influyen ya desde hace generaciones en la movilidad de la población kallawaya. Hasta 1986 existía en la provincia una sola ruta de penetración apta para vehículos - la que llegaba a Charazani – por lo que se ha mantenido hasta fines del siglo una forma de vida semi-autárquica, con un intensivo intercambio de productos dentro de los pisos ecológicos con un vivo comercio por medio de caravanas. El contacto con el "mundo exterior" fue realizado desde tiempos muy antiguos por los médicos del valle, los legítimos ‘Kallawayas’, muy conocidos en todo el país y en las regiones adyacentes de Perú y Argentina. El cronista Poma de Ayala relata en el siglo XVI sobre los Kallayawas, las funciones importantes que desempeñaban en el Cuzco. Esto muestra el aprecio que se tiene a este grupo de población fuera de los límites de la región que habitan actualmente.
Ambas formas tradicionales de la movilidad regional en el valle de Kallawaya están en mutua relación. El comercio con plantas medicinales desempeña hasta nuestros días un papel notorio y que no debe subestimarse. Las hierbas medicinales y los amuletos llegan hasta otras partes de los Andes por medio de los médicos ambulantes.
3.1 Control vertical
De especial interés para entender y apreciar el sistema de la intensa movilidad geográfica es la teoría de Murra badsada en el concepto del "control vertical", el cual encierra que los habitantes del medio montañoso tienen entrada a diversos espacios naturales y productos agrarios. En el valle kallawaya se observa el sistema del "control vertical" en diferentes formas:
1) La demarcación de una comunidad agraria es tan extensa que alcanza de dos a cuatro pisos ecológicos tal como en Amarete y Kaata.
2) Una comunidad agraria dispone en diferentes pisos ecológicos de parcelas aisladas. Es así como los Chullina disponen de claros debajo del límite de vegetación; es el llamado "sistema archipiélago".
3) En los mercados anuales y semanales, especialmente en Charazani, existe un intercambio muy variado de productos, originarios de los distintos pisos ecológicos.
4) El intercambio directo de productos entre productores se da casi siempre en conexión con transportes por caravanas, practicado sobre todo por los habitantes de la periferie: las zonas tropicales y los llameros de la Puna.
En el control vertical 1) y 2) se trata de un tipo de movilidad entre lugares cercanos, según el ritmo del calendario agrario. Sobre todo en épocas de cosecha se encuentran los habitantes alejados de sus centros por días e incluso semanas, utilizando cabañas temporales. En las formas 3) y 4) se trata de movilidad periódica.
3.2 Los pisos ecológicos (Fig. 3)
Como es de esperar, la geobotánica y la clasificación agraria de los pisos ecológicos influye también en los centros poblados y en la estructura poblacional del valle. Las formas específicas del control vertical no han propagado de ninguna manera una nivelación, si no que a pesar del estrecho contacto entre pisos ecológicos se advierten dos formas diferentes de labranza. Se basan en primer plano en contrariedades étnicas e histórico-culturales. Estas se fundan por un lado en la herencia indígena de la población de la cordillera, por otro lado en la influencia hispano-colonial en la mitad de la región del valle.
Fig. 3: PISOS ECOLÓGICOS Y CARACTERÍSTICAS GEO-CULTURALES
3.3 El tránsito de caravanas.
Hasta los últimos años del siglo pasado las caravanas aseguraban un sistema del tránsito muy funcional para las necesidades de la economía semi-autárquico. En las casi impenetrables regiones del valle, lejos de toda carretera, el transporte con animales tiene un extraordinario significado. Aparte de los lugares de comercio en las cercanías de ciertas carreteras, el comercio por medio de caravanas desempeña la función de repartir productos de la ciudad y por el contrario, también el acopio de productos locales. Con la apertura de dos caminos provinciales para vehículos motorizados, las caravanas perdieron su exclusividad, pero siempre son el medio preferido para el transporte del producto destinado al canje inter-andino (Fig. 4).
Por lo general estos trayectos son recorridos varias veces al año. Los guías de las caravanas se orientan rigiéndose a las fechas de cosecha en los diversos pisos ecológicos9. Los productos son en un 60% a 80 % comercializados en forma de intercambio directo (sistema de cambio simétrico), sin que la transacción con dinero sea necesaria.
Hasta hoy día – después de la construcción de dos nuevas carreteras que cruzan la provincia - las caravanas son numerosas en los meses durante y después de la cosecha, o sea desde mayo hasta septiembre. En este tiempo hay un tráfico semanal de 185 caravanas de llamas, con un promedio de 8 a 10 animales por tropa; además hay cerca de 75 recuas de mulas con 4 a 6 animales cada una. En la parte inferior de la región del valle éstas atraviesan el Abra de Chullina. Por la parte superior, se reparten en dirección a los cuatro valles principales de la región kallawaya. Estas caravanas son acompañadas por 650 personas, de las cuales 120 son originarias de la provincia vecina. Transportan aproximadamente 80 a 100 toneladas de artículos, con lo cual en esta temporada se llega a superar la carga que transportan los camiones de Charazani.
En el tráfico de caravanas se destacan sobre todo tres direcciones:
1) Hay un tráfico en dirección vertical, en la cual se atraviesan de uno a tres pisos ecológicos. Ello forma un 80% del tráfico de caravanas.
2) Entre el valle kallawaya y los valles vecinos (figurando acá el valle de Ayata) el tráfico no es significativo. Este tráfico tiene también un componente vertical.
3) Un intercambio horizontal se realiza en la región de los llameros, en el área de los mercados limítrofes y cuyo relieve llano permite incluso un tráfico directo con las provincias vecinas.
En el intercambio vertical de productos participan los habitantes de los diferentes niveles de altura, destacándose con una mayor actividad sobre todo dos grupos:
1) Los llameros que se encuentran por encima del límite de cultivos.
2) Los campesinos de los Yungas que rara vez van acompañados con más de tres animales y que casi no suben a las regiones altas.
Un esquema de los mercados internos que dirigen el flujo de las caravanas correspondientes se observa en la fig. 5.
Fig. 5: CONTACTOS INTERCOMUNALES EN EL VALLE DE LOS KALLAWAYAS
4. Relaciones externas
Aparte de los mercados y las migraciones por temporadas, hay que señalar el movimiento de los médicos ambulantes (Fig. 6) que es responsable de una influencia cultural que se extiende sobre todo el país, grandes partes de Perú y del norte de Argentina. Es una forma especial de migración periódica, la de los comerciantes de hierbas y la de los médicos ambulantes. Según un censo privado del año 1998, se ocupan a este oficio tradicional 150 familias del valle de los Kallawayas. Estas se han especializado en medicamentos, amuletos y métodos de cura.
La mayor parte de los médicos kallawayas cuentan con un inventario de 20 a 30 plantas medicinales, aparte de tener un número similar de amuletos. Este círculo de personas se distingue por el conocimiento de la lengua kallawaya que se utiliza sólo durante el viaje. Aparte de la función mágica durante las curaciones, tiene también la función de ser lengua secreta entre ambulantes de un mismo círculo.
Los médicos kallawayas se atienen a reglas fijas dentro de sus comunidades para resguardar su oficio. No viven en todo el valle, sino son originarios de sólo ocho pequeñas poblaciones. El espacio limitado de las áreas de cultivo en estas poblaciones ha originado una migración por temporadas desde hace generaciones, de manera tal que se sigue un segundo oficio. Estas poblaciones tienen acceso a uno y a lo mucho a dos pisos ecológicos, por medio de los contactos con el exterior se alcanza recién a complementar la variedad de productos alimenticios. De esta forma existe dentro del valle una considerable tensión en las relaciones de las "comunidades agrarias tradicionales" (Kaata y Amarete) y entre las comunidades de médicos naturalistas cuya característica es el contacto con las localidades exteriores. En ambos casos se ha llegado en cierta forma a una especialización en el campo de las formas de vida desde le punto de vista hereditario o tradicional.
Fig. 6: VIAJES Y LOCALIDADES DE TRABAJO DE LOS MEDICOS
AMBULANTES DEL VALLE DE KALLAWAYA
Los habitantes de Chajaya se dedican al comercio de amuletos de piedra que son traídos del Perú para el resto de los Kallawayas. Con la producción de amuletos de plata se ha formado incluso una rama de oficio propia: los joyeros de Chajaya con casi 50 establecimientos existen hoy repartidos en todos los centros grandes del país.
Tradicionalmente llegaban los viajes de los médicos naturalistas hasta Buenos Aires, Santiago, Lima e incluso hasta el canal de Panamá. Hoy en día se limitan a la región del habla quechua en la Cordillera Boliviana, viajando generalmente por temporadas. Cada una de las comunidades tienen lugares de preferencia para la realización de trabajo.
Por medio de estas migraciones se tiene en comparación un temprano esparcimiento del elemento mestizo en estas comunidades. Las familias de los médicos naturalistas están caracterizadas por un gran empeño de alcanzar un mejor nivel. En el colegio de Charazani se encuentran en un máximo representados los hijos de los "comerciantes". Sin embargo, la generación joven se aleja del oficio de los padres con la instrucción recibida en el colegio. Ellos se dedican al negocio de la coca, incienso, comercian en la frontera, en algunos casos son profesores y abogados.
5. Religión agraria y religión urbana
A la reseña geográfica de la provincia corresponde también un párrafo sobre la Religión a modo de un panorama cuantitativo de la organización religiosa en que se destacan dos tipos: la religión agraria de raíces andinas y religión urbana de orígenes cristianas. Como es de esperar, cuando existen dos grupos étnicos – mestizos (los vecinos) y kallawayas (los indígenas) - y dos culturas correspondientes, así encontramos también una doble religión, aunque su culto se observa en forma entremezclada: religión agraria (de origen andina) y religión cristiana, de origen español).
El panteón kallawaya muestra elementos activos de la mitología aymara: Pachamama y Ekeko-Tunupa. Se adora a los cerros (Sunchulí y Tuana) y se incluye el culto incaico a Chuquilla e Illapa. Sobre estas capas originales se asentaron los elementos de la religión católica, conformando un sólo sistema bien integrado, gracias a su lograda reinterpretación en términos andinos. El culto de los elementos religiosos autóctonos es semiprivado y semiclandestino, limitándose a la unidad doméstica o a la comunidad. En otras oportunidades éste se realiza insertado en el culto católico público o se disfraza como tal.
Los elementos del culto católico, celebrado en forma pública, comprende las fiestas patronales, la celebración de la Semana Santa y de los Difuntos (1 y 2 de noviembre), Navidad celebrada más bien entre los vecinos y apenas en las comunidades. Estas en cambio celebran con gran interés los carnavales reinterpretadas en términos autóctonos y orientados al culto religioso agrario. Las Cruces de mayo -fiesta de origen cristiana reinterpretada en el culto autóctono- se celebran en 15 localidades, en varias de ellas como fiesta patronal del templo. Otras fiestas patronales se dirigen a las "Vírgenes" (Remedios, Nieves, Rosa, Natividad, Carmen, Santa Ana, Rosario y Candelaria) y a los "Señores" (Santiago, Corpus, San Miguel, San Felipe, además de los 15 Señores Santa Cruz).
Las fiestas patronales se concentran entre el 1 de mayo (San Felipe) y el 5 de octubre (Rosario) y se encuentran en estrecha relación con los términos de la cosecha en cada uno de los pisos ecológicos. Las fiestas se suceden en promedio de 8 a 10 días y en cierto modo remplazan a un sistema periódico de mercados. Todas las celebraciones de origen católico, incluso carnavales, Semana Santa y Todos Santos, tienen fuerte relación con la cosmovisión autóctona y con el ciclo agrícola, de modo que hay que definir la religión tradicional de las comunidades como una religión agraria andina. En ella se destacan las siguientes características: una clara coherencia y un alto grado de diferenciación ritual; un claro carácter comunal y comunitario; fuerte radicación en la cultura y cosmovisión autóctonas; considerable capacidad cohesionadora dentro de la comunidad. Además hay que reconocer su funcionalidad agro-económica dentro del sistema comunal, su funcionalidad como "tecnología agraria simbólica" y su funcionalidad como principal referencia y criterio para la conciencia de la identidad del comunero.
Los vecinos católicos limitan generalmente sus celebraciones de culto a las fiestas patronales de Charazani (Carmen y Corpus), Navidad, Semana Santa y Todos Santos. La expresión arquitectónica de su religión post-conciliar es su templo moderno de estilo urbano, que es atendido por un sacerdote y tres religiosas extranjeras.
Existe una mínima afiliación (4% a 6%) a religiones y sectas protestantes, tanto entre vecinos como entre comuneros. Un templo Sabatista, el único no católico de la provincia, se encuentre en Silij Playa. Sus feligreses rechazan la religión agraria tradicional y se destacan por un pretendido puritanismo, personalismo y radicalismo.
El catolicismo oficial profesado por los vecinos, y también las recientes denominaciones no-católicas, carecen de los contenidos agrarios, de la cosmovisión andina de fondo y de la celebración comunal del culto. Sobre todo las sectas pretenden ofrecer una comunidad de fe alternativa, rompiendo así la unidad y la unicidad de la comunidad tradicional. Ambas formas de religión pretenden ser universalistas y hacen abstracción del medio ecológico, socio-económico y cultural andino. Son "foráneas" también por la acentuación de la conciencia personal y por el espiritualismo escatológico del que se inspiran. Por su origen, orientación y marco referencial también hay que caracterizarlas como urbanas y modernas.
6. Conclusión: una situación tensa y de contradicción:
En resumen se destaca en este perfil social las siguientes características económicas, sociales y culturales:
La fuerza numérica, de amplia mayoría (92%) y la cohesión social cultural y económica del sector indígena. La vigencia de su sistema social: el ayllu. Su dirigencia tradicional propia, prevista de autoridad moral y prestigio interno. La vigencia del idioma original, con mayoría de monolingues; de la mitología, cosmovisión y religiosidad andinas, en que se han integrado, previa andinización, gran número de elementos cristiano españoles; vigencia de la ética agraria andina; fuertemente enraizada en la tierra y el ayllu y marcada por la lealtad comunaria y familiar; vigencia del mito ecológico andino (de la Pachamama); vigencia del sistema tecnológico andino y del sistema de salud andino, ambos radicados en la cosmovisión andina, y apoyados en el sistema organizativo autóctono de la actividad económica y social.
La desconfianza y el antagonismo de los comunarios frente al sector mestizo de los vecinos, centralizados en la capital, Charazani. Estos a pesar de ser una pequeña minoría (8%), ocupan una posición claramente dominante: primero, por el control de la relaciones hacia afuera: relaciones jurídico-administrativas, económicas y sociales, la vias de comunicación y transportes; segundo, por el control del comercio monetarizado y del trasporte mecanizado, al interior de la provincia; tercero, por su control de un mayor porcentaje de recursos de tierra y agua, ganado y trabajo campesino; cuarto, por su control cultural, mediante recursos espirituales: (religión oficial, compadrazgo, sistema de obligaciones personales morales), mediante su dominio casi exclusivo de la lecto/escritura; y su control de la información.
Por su posición dominante, los vecinos saben adueñarse de una parte del producto autóctono. Saben también aprovecharse más de la ayuda externa, nacional e internacional, destinada a la provincia Establecieron privilegios y se aseguraron de un mayor nivel de consumo. Saben relacionarse en forma directa y provechosa con la sociedad nacional y los sistemas oficiales de: la cultura, la religión, la economía, enseñanza y salud, administración pública, la justicia y la política. Así los vecinos definen y aseguran la articulación entre los sectores nacional-urbano y regional-andino en términos francamente asimétricas. Por estas razones, los vecinos son considerados, respetados y combatidos por los indígenas, como una clase señorial y dominante, y como una seudo-casta, (que no acepta relaciones de intercambio matrimonial, y que cultiva una vida social propia e inaccesible para el indígena). En varios aspectos y en muchas oportunidades, los comunarios cuestionan la legitimidad de tal posición de dominio y control sobre el sector indígena. En el sector autóctono, se observa alto grado de autosuficiencia económica en lo productivo y en lo distributivo, y alto grado de autarquía a nivel de comunidad y en lo social y cultural. De parte de los vecinos esta situación de relativa independencia es calificada negativamente como: marginalidad, subdesarrollo, miseria y falta de cultura. La relativa autarquía, la clara conciencia de la identidad histórica y cultural, las relaciones informales con la sociedad externa (curanderos, plateros, viajeros, etc.), y la capacidad de dirigencia observadas en el sector campesino, son la base de sus tendencias emancipatorias, y posibilitan un proceso de desarrollo emancipatorio.
NOTAS:
1 El Instituto de Ecología de la Universidad de La Paz aconseja en un calendario a los campesinos el uso de la taclla y del arado en vez de los arados mecánicos modernos, para evitar de una manera más efectiva la erosión de los suelos. (Comp. H. Ellemberg, 1981).
2 Véase P. Seibert 1982.
3 Veáse W. Schoop 1980.
4 Véase tambien K. Sapper, 1934.
5 C. Troll, 1931, p. 269.
6 Compárese sobre todo F. Monheim, 1959, y C. Troll, 1931.
7 Véase un ejemplo elaborado de Kaata en L. Mankhe, 1984.
8 Véase J.M. Bastien, 1973.
9. Los principales meses de la cosecha en el valle de Charazani son: Mayo (patatas, oca, maíz), Junio (papa marga, cebada, maíz, producción de la caya) y Julio (haba, trigo, arveja, producción del chuño y la tunta).
FIGURAS:
Fig. 1: El país de los Kallawayas: Mapa del Depto. La Paz con la Prov. Bautista Saavedra,
Fig.2: Niveles agrarios en Kaata
Fig.3: Pisos ecológicos y características geo-culturales
Fig.4: Tráfico de caravanas en el valle de los kallawayas
Fig.5: Contactos intrercomunales
Fig.6: Viajes y localidades de trabajo de los médicos ambulantes del valle de Kallawaya
BIBLIOGRAFÍA CITADA:
Troll, C.
1931 Die geographischen Grundlagen der andinen Kulturen und des Inkareiches. Ib.Am.Arch., V, 1931.
Schoop, W.
1980 Die bolivianischen Departamentszentren im Verstätterungsprozes des Landes. Wiesbaden.
Sapper, K.
1934 Geographie der alt-indianischen Landwirtschaft. En: Petermanns Geographische Mitteilungen, 80, 1934, p. 41-45.
Monheim, F.
1966 Studien zur Haziendawirtschaft des Titicacabeckens. En: Heildelberger Geograf. Arb. 15, 1966, p. 133-163.
Ellenberg, H.
1981 Desarrollar sin destruir; La Paz.
Seibert, P.
1981 Investigación de ecosistemas en la zona Callawaya (Andes bolivianos). En: Ecología de Bolivia, 2, 1982, p. 27-39.
1984 Formas de adaptación en la agricultura indígena de la zona de los Callayawas. En: T. Gisbert: Espacio y tiempo en el mundo Callawaya, La Paz, 1984, p. 59-71.
J.M. Bastien
1973 Qollawaya rituals: an ethnography of the symbolic relations of man and land in an Andean Village. Nueva York.