Vida y muerte entre los Urus
- LOS VILLI WILLI, nómadas de rios y lagos
- LOS URUS, cazadores de pariwanas
- FE Y CREENCIAS, la muerte entre los vivos
- CHIPAYAS, joya de Los Andes en peligro de extinción
LOS VILLI VILLI, NÓMADAS DE RIOS Y LAGOS
Los urus viven tradicionalmente, desde hace ya muchos siglos, en las cuencas hidrográficas del Altiplano. Con creatividad y orgullo supieron adaptarse al sistema lacustre y circunlacustre. Constituyen un pueblo en constante movimiento, cuya cultura gira en torno a los ríos, lagos y sus orillas. En varios momentos de la historia se resisten a abandonar los totorales y su condición de hombres libres.
L. Bertonio, en su vocabulario de 1612, habla de los “urna baque” (urna jaqi) o gente del agua. De esta manera, los urus se diferencian de sus vecinos que se llaman “laque” ( jaqi) u hombres, gente de la tierra.
En su generalidad las escrituras coloniales arrojan poco material acerca de esta interesante cultura del agua. En muchos casos se limitan a describir las formas externas de vida grupal. Pese a todo, contienen información valiosa para reconstruir la historia particular de este grupo humano.
Otra fuente de datos es la tradición e historia oral. No solamente permiten conocer a los diferentes sub-grupos que dieron origen a la nación originaria uru (chipayas, muratos, iruhitus...) sino también expresan lo más profundo de su identidad.
También la visión y la memoria de los otros habitantes de la zona tiene mucha importancia. Contiene información que ayuda a comprender la realidad de los urus, llamados villi villi (willi willi).
La presión social, política y económica de otros grupos no urus, amenazaron su cultura y el acceso a los recursos naturales de su ecosistema.
Además los cambios ecológicos en los lagos y ríos del Altiplano, frágiles a los efectos de las sequías e inundaciones, condicionaron la difusión del grupo.
VILLI VILLI
En el vocabulario de L. Bertonio se encuentran palabras que orientan nuestra búsqueda del significado del término “villi”. Así tenemos:
- Vichikh vichikhnactatha.- Andar vagabundo de una parte a otra.
- Villigratha: neutro.- Estar mucha gente esparcida en alguna parte como en tiempo de chacaras y cosas semejantes.
- Villistha: Esparcirse cosas y también hombres a diversas partes.
- Villullu: Pobre.
El texto es bastante claro. Señala que el término “villi villi” hace referencia a una vida de nómadas, derramados por el territorio altiplánico.
La historia oral sobre el tema es altamente relevante, no tanto por la cantidad testimonial, sino por la riqueza e interpretación y por la consideración hacia estas personas.
Ciertas formaciones geológicas de la región, por sus características particulares, recibieron también el nominativo de “villi”. Así tenemos:
Cerros:
- Villi villi: en Belén de Andamarca (Prov. Sur Carangas).
- Villi villi: en las inmediaciones de San Martín (Prov. Ladislao Cabrera).
Pampas:
- Villi villi: en las inmediaciones del lago Poopó, en el extremo norte.
- Villisiri: Lugares de desembocadura del río Juch'uyjawira, que aporta sus aguas al lago Poopó a través de varias acequias (Prov. Saucarí).
Isla:
- Ukpata villi: habitat de los originarios lacustres.
La nominación está ligada a la antigua presencia humana en los sitios mencionados, por lo menos en uno de los cerros y con toda seguridad en las pampas y en la isla.
El término “villi” designa a una persona uru, por sus características socioculturales muy particulares. "Vili” es el itinerante, el cazador de animales silvestres.
El término “villi villi” se refiere a personas -urus- desparramadas por lagos, ríos y pampas de la geografía altiplánica: cazadores, recolectores, pescadores y ocasionales sembradores de quinua en las márgenes húmedas de la cuenca.
OTROS NOMBRES
Los urus en sus diferentes asentamientos, se caracterizan por recorrer lugares que posibilitan su alimentación: territorios con suficiente flora y fauna silvestre. Conocedores de importantes reservas naturales pusieron presencia en varios sitios del departamento de Oruro, donde les dieron el nombre de villi villi. Su modo de vida les hizo merecedores de otros adjetivos en poblaciones adyacentes al lago Poopó, nombres y significaciones diversas, como:
- Qillinchu : Gente huraña que aparece en la zona sur del lago, cazando quwi (conejo silvestre) en las noches frías de la época invernal. Sus antepasados llevaban poca ropa, de confección sencilla. Transitaban la zona en unidades familiares. Su vida sencilla alimentó los recuerdos de los lugareños. Se narra que las esposas embarazadas daban nacimiento a sus niños en los pajonales. El esposo, a los pocos minutos, llevaba al recién nacido a las aguas del río Wilajawira para darle su respectivo lavado. Están convencidos de que su gran adaptación a las bajas temperaturas se debe a ello.
- Willinchu: Nómada, cazador y/o trabajador nocturno. Persona originaria del lago. Cuando abandona su hábitat, los habitantes del lago Poopó, lo interpretan como una señal o un mensaje. Su presencia espontánea, en determinado tiempo y lugar, es interpretada como un anuncio: Willinchu sarnaqaskiwa, mach'a maranakiwa” (Villinchu anda, será mal año). Los abuelos aymaras les presentían como portadores de riesgo en la actividad agrícola. En realidad, según los urus muratos de Puñaca Tintamaría, los willinchu al encender sus grandes fogatas, anuncian épocas y lugares propicios para la cacería de quwi y quirquinchu.
LOS TOTORALES
El manantial -hervidero-, donde brota una rama importante de esta cultura, es el extremo norte del lago Poopó (antes llamado “laguna de Aullagas”). Los inmensos totorales sirven como genuino hábitat, alimento, abrigo, refugio, medio de transporte, lugar de caza y de recolección de alimentos. Infalibles conocedores del lago y sus alrededores, los villi villi conviven con la naturaleza desde siempre.
Sitios como Jachika, Qataqani, Ukpata villi villi y la isla de Panza son centros antiguos de difusión de esta cultura, es decir, de las primeras poblaciones sobre el agua. La constante humedad de la tierra, la poca profundidad de las aguas y los tupidos totorales dieron lugar a microclimas favorables a la presencia animal, vegetal (acuática y subacuática) y humana.
Los originarios recuerdan que los antepasados mantenían estrecha relación con sus similares de Paria, donde también hubo lagunas, pero los cambios ecológicos y demográficos debilitaron las formas tradicionales de comunicación. Buscaron alternativas de sobrevivencia, caminando por las orillas, recolectando huevos de parina, leqe leqe y choqa. En las pampas de arenales con paja brava y t'ula encontraron tuju, quwi, quirquinchu y vicuña, importante complemento de su alimentación lacustre.
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Lugares que hoy son parte de ocho provincias del departamento de Oruro se constituyen en alternativas de sustento, pero la constitución del Estado nacional, cuya política de “integración” sólo amplía los niveles de marginación, no deja oportunidad a los legendarios nómadas, acusando a los urus villi villi de ser cazadores furtivos y les obliga a cambios que no mejoran su vida.
Así mismo, los villi villi entre los chipayas tuvieron intensas actividades en el río Lakajawira, el río Lauca, el lago Coipasa y en otras dos lagunas que hoy se encuentran en la República de Chile: Huallatiri y Parinacota. Por razones de geopolítica estatal éstas quedan en el sector fronterizo con Bolivia, lo que dificulta a los originarios la provisión de carne y grasa medicinal.
Pese a tanta adversidad, los villi villi llevan en su memoria el mapa geográfico, elaborado desde sus ancestros: sitios precisos donde tienen acceso a los alimentos.
En el lago Poopó frecuentan seis lugares para la caza y recolección de huevos de flamenco o parina; cuatro lugares para la captura de qarachi y toda una ribera para secar ispi; ocho lugares para la caza de la vicuña (actividad no practicada hoy); quince lugares para la captura de quwi y diez lugares para la captura de quirquinchu.
Las vías migratorias de los villi villi construyen franjas humanas en geografías amplias. Su conocimiento sobre la ecología ayuda a proteger la región.
RASGOS CULTURALES
Su cultura guarda relación con la producción material, la conducta social, la creación intelectual y espiritual y con su interpretación de la realidad. La cultura de los villi villi está basada en el manejo de la totora y de las aguas poco profundas. Sus kuru (viviendas) construidas sobre la totora y con tallos de la misma planta, les brinda cobijo durante la época de pesca, cacería de aves y temporada de recolección de huevos.
Según la tradición oral, los antepasados tomaron residencia y tuición de la isla de Panza, llamada isla de Cruz, en 1650. Llegó a ser uno de los lugares estratégicos en términos de vida y alimentación: santuario de aves y reserva productiva de tubérculos silvestres (apharuma, sulimana y majaya). Otra isla productiva de alimentos, como quinua, cañawa y tubérculos de papa silvestre (parina cunca) fue Qallapacha.
La antigua vestimenta de los villi villi estaba confeccionada con plumas de flamencos y patos. En los años 1800, mediante las actividades de intercambio de productos con sus vecinos, aprendieron a tejer. Hoy son los mejores tejedores. Ofrecen o -como dicen- turquean ispi, quwi y medicina (grasa de flamenco para tratar la sarna de las llamas), por lana y chuño, alimento y materia prima para su ropa, aunque antes también podían acceder a la lana de vicuña en forma limitada.
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En las orillas, donde pasaban una parte del año, construyeron pequeños putuku (viviendas circulares) de ch'ampa, igual que sus vecinos, pero sus camas para dormir eran de plumas de aves.
En todo momento mantienen el sentido de la unidad intrafamiliar y grupal. Las mujeres, en el alba, salían con sus balsas de totora a buscar huevos, mientras que los varones se encontraban de retorno de la cacería de patos, que efectuaron en la noche.
La presión social y política de los vecinos inculcó a los urus vergüenza sobre su idioma. Los chipayas mantienen su lengua. En cambio los muratos la perdieron, actualmente hablan quechua.
Culturalmente el apelativo de villi villi no queda bien a nadie. Fue una imposición aymara, que no expresa la profunda relación con la naturaleza ni la cosmovisión nómada de los originarios.
RASGOS HISTÓRICOS
La tradición oral cuenta cómo las épocas de fuertes lluvias y otros factores climatológicos obligaban a los antepasados a buscar islas y orillas, donde cavaban la tierra y donde vivían temporalmente en cuevas pequeñas y precarias, pero abrigadas por k'isana o esteras de totora. Esta forma de búsqueda de seguridad aprendieron de los quwi. El hacinamiento y el consumo de alimento crudo no representaba problema alguno; lo que contaba era la sobrevivencia en unidad.
Cuando se reunieron las familias del lago y decidieron encarar tareas comunes, de alguna manera ya era tarde. Otros grupos originarios habían incursionado en su territorio.
Al respecto, la historia oral -tanto de los hombres lacustres como de sus vecinos- señala: “El inka se impuso temporalmente con el uso de la fuerza. Tres encargados encabezaron las huestes invasoras: Ch'ujñawanaku, Minduwanaku y Visawanaku. Después de largas jornadas de lucha los liwi y wichi wichi (boleadores) de los villi villi fueron reducidos, imponiéndose las waraq'a (hondas) y las flechas. Los lugares de combate más recordados son Ch'akachuru y Ch'akapata” (ch'aka: hueso). Si bien cedieron parte de su territorio, mantuvieron su condición de hombres libres, pese a varios intentos de los kuraka de sacarles de su laguna. Los totorales fueron refugio seguro para los villi villi y peligrosa trampa para los invasores.
Después, durante la colonia, nuevamente son perseguidos. Esta vez la cacería humana se justifica como lucha contra las idolatrías (cristianización), reducción en pueblos (tambos y capillas) y exigencia tributaria. Los españoles alcanzaron ciertas metas: algunos “hombres del agua” atrapados no tenían más remedio que prestar servicios en los tambos y hacerse tributarios para poder acceder a los derechos de tierra. Así se aymarizan. Otros persisten en escaparse a sus totorales. Son acusados de rebeldes, ladrones y atracadores que amenazan la vida de los que se acercan a su territorio. En un sistema colonial toda actitud de resistencia -activa o pasiva- es considerada como delito.
La historia oral aymara trata de convencer a los originarios urus que sus abuelos no tenían ningún tipo de organización. Esto queda en duda, vista la sistemática oposición a la injerencia extraña en su ecosistema. Sacados mediante la fuerza, de un día a otro, retornaron a su laguna de origen. Los que quedaron en las capillas y tambos aprendieron el manejo de ganado, sobre todo porcino. Organizaron sus pueblos y para los españoles hicieron puentes de totora sobre los ríos.
Hasta los años de 1800, los originarios de la laguna estaban registrados en el antiguo curato de San Juan de Coripata, refugio seguro ante sus problemas y fricciones con los vecinos de Toledo. Estos últimos procuraron dispersar a los urus y se quedaron con sus pequeñas parcelas de tierra. Víctimas de esta historia, los urus, sin renunciar a su herencia de cazadores, acopian lana de vicuña, posteriormente de llama y cordero, para sus tejidos.
RUTAS MIGRATORIAS
Según la tradición oral se habla con mayor nitidez de los villi villi a partir de mediados de 1800. Lugares como Viluma Qallapacha, Chullasi, Awaquta, Llapuwintu, Pukuchuna, Kimsa Phuju, Sujtita, Satu, Lichich'utu y otros, son moradas temporales que marcarán pautas al sedentarismo.
Cabe destacar que los villi chipayas junto con los villi villi del lago Poopó organizaron con regularidad jornadas de cacería de aves, en las márgenes del río Lakajawira y con mucha equidad se repartían los beneficios.
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Mapa 1: Lago Poopo, Migraciones de los pueblos lacustres a través del tiempo.
El nomadismo en la búsqueda de alimentos conforma espacios de identidad y cohesión organizada. La experiencia y la información brinda seguridad y entusiasmo colectivo. Así los originarios del Poopó conformaron grupos y confirieron la cabeza de la caravana a una persona que, por su gran experiencia, le llamaron “delantero” (cuando la actividad se efectuaba en el lago) y “maestro” (cuando la actividad se realizaba en las pampas). En ambos casos el experto enseñaba a la gente: lugares, técnicas, ritos y horarios. Sobre todo demostraba su conocimiento para la sobrevivencia. Los que componían los grupos tenían edades que oscilaban entre catorce y cincuenta años.
Los urus del lago Poopó resistían imposiciones sociales y políticas de sectores o grupos dominantes, pero eran vulnerables a las fuerzas de la naturaleza. Es así que, ante la crecida de aguas en 1903 y 1904, organizaron salidas de sus totorales en búsqueda de sitios seguros en la orilla este del lago. Se establecieron en Jututilla, Ichumpata, José Pimpata, Siwinqani. Logran sensibilizar a las familias del ayllu San Agustín de Puñaca, quienes les permiten establecerse pero sin derecho al usufructo de tierras. En su calidad de “llamados” no renuncian a su contacto con el lago y de vez en cuando algunas familias retornan al sector de Ukpata villi villi, para construir sus viviendas y veredas de totora.
De este brazo migratorio, en los años posteriores, se desprenden algunos miembros quienes, bajo el mismo o peor sistema de trato socio-económico, se establecen en Tuju luma, Pullpata y Juch'usuma. Finalmente son aceptados como mano de obra barata en P'altaichu o Kuchiqiña en 1933. Con el tiempo algunos dirigentes urus de otros asentamientos deciden nombrar al pequeño pueblo “Santa María de Llapallapani”, pero no tienen el consenso de sus habitantes, quienes prefieren llamarle “Rancho Wilañique”, nombre mantenido hasta hoy.
Su relación con los terratenientes de la zona y los vecinos no fue siempre fácil. Su calidad de utawawa fue humillante y les obligaba a mirar el lago como proyecto de reconquista de libertad. También asumen compromisos como peones o -como dicen los vecinos cayachateños- “troperos”. Como pescadores, gente del lago, exhalan olor a lago, lo que es causa de segregación y motivo para llamarles.
En 1904, los originarios lacustres de la orilla oeste siguen recorriendo, tanto por el agua como por la ribera, el territorio de sus abuelos, aunque muchas familias se establecieron ya en varios sitios mencionados. En años posteriores organizan paulatinamente asentamientos mayores como Chullasi y Lichich'utu. Su existencia continúa siendo de la caza, pesca y siembra de quinua.
Por su forma de cocer sus alimentos y de dormir al calor de las fogatas en el suelo excavado, les llaman también k'unchiru, los ennegrecidos por el humo, o los que hacen fogones y cocinan en las pampas.
Algunos de sus miembros se aymarizaron, en sectores aledaños al río Lakajawira. Los demás conquistaron tierras en Wari Ventilla y le pusieron el nombre de “Rancho Llapallapani”. Las actividades en el lago entre los tres principales asentamientos, Puñaca Tintamaría, Wilañique y Llapallapani, son comunes.
MURATOS
En 1967, frente a la sociedad dominante, reclaman sus derechos bajo el autodenominativo de “Isla Muratos Urus”. Que la palabra “murato” tendría su origen en el nombre del escribano colonial Miguel García Morato, parece poco probable. Más bien habría que buscar su significado en el léxico originario. Actualmente la palabra “murato” contempla también a los que se encuentran en la diáspora.
Nomadismo y sedentarismo, en ritmo alternativo para coexistir con la sociedad circundante, si bien es reto a la cosmovisión originaria, también ayuda a manejar una imagen auténtica y mejorar el contacto con los vecinos. De todos modos se perciben cambios de todo tipo. La tecnología de las balsas de totora cambia por pequeñas embarcaciones de cuero de camélidos en el río y por botes de madera y calamina plana en el lago. La antigua pesca con qana y kakuna, fue sustituida por grandes redes comerciales cuando se introdujo el pejerrey. La tecnología de la caza de aves acuáticas y animales terrestres sufrió pequeñas e imperceptibles modificaciones.
Las dolencias y las medicinas corporales no mostraron cambios. La salud es el resultado del nivel socio-económico. La falta de alimentación y el hacinamiento provocan significativos índices de mortalidad infantil. Por el trabajo y la pobreza de los cazadores y/o pescadores, es común tener problemas pulmonares y gastrointestinales.
Cuando la tuberculosis se encuentra en fase avanzada, el mito del lik'ichiri (ladrón de grasa humana) y la sabiduría popular les aconseja consumir carne y sangre de aves lacustres, que tienen plumaje negro. En cambio, los dolores gastrointestinales se alivian con determinadas plantas.
La religión de los originarios villi villi sitúa al hombre como indicador natural de las condiciones ecológicas de la región. Para los ancestrales villi villi y para sus descendientes, los muratos, todo tiene lógica, porque de los factores naturales depende su sobrevivencia.
Con profundo amor a su entorno desarrollan ritos de agradecimiento que les reafirma en su identidad. Recuerdan que los abuelos, en tiempos del inka y de la colonia, ofrecían tuju y quwi al lago, al Lamar Mama o Lamar Qucha. Con orgullo retoman esa memoria cuando dicen: “Por los sacrificios rituales de nuestro ganado nos odiaron los tusha o jakaku (intruso, ladrón) quienes los consideraron como ritos en contra de la cruz. Pero en realidad sólo expresaba nuestra relación con el agua sagrada, desde antes de que ellos llegaron”. Acompañan su economía con ritos, mitos y leyendas, para que asuman la cultura en términos de fiesta y unificación, que de cualquier manera exige reconocimiento antropológico como pueblo que no renunció a su origen.
Los Jalsuri o juturi son agujeros en el fondo del lago que, antes de que el agua infiltre, provocan peligrosos torbellinos, que forman grandes espirales de agua. Estos remolinos se ubican en varios puntos del lago, pero ritualmente tres tienen significado: Ukpata Jalsuri, Ch'ujñaquta Jalsuri y Reymolino Jalsuri. La ast'aña (entrega de mesa dulce) se realiza el viernes después del día de comadres, invocando a hombre y mujer. Los Jalsuri son los padres de los habitantes del lago.
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Mapa 2: Lago Poopo, Sistema ritual lacustre.
Tres islas son lugares de culto de los originarios lacustres: Ukpata, Panza y Qallapacha. Las consideran moradas de los abuelos. Antes, en la mayor de ellas -la isla de Panza- se realizaban ritos de sacrificio en la cueva llamada “Mamuta” y en el pedregal llamado “Qalauta tunari”, Durante la colonia fueron suprimidos y se instauró la festividad de San Andrés. Actualmente la isla está en poder de Untavi.
Todos los ritos toman en cuenta el conjunto del lago: Trincha Mallku, Trincha T'alla. Invocan lugares que brindan recuerdos y beneficios: los totorales, la masa del agua y las orillas, como santuarios de vida silvestre. Cada rogativa sirve para la autoidentificación, que recuerda los orígenes como villi villi.
Aunque los cambios afectan seriamente la vida de los originarios lacustres, no rompen la fidelidad a los valores ancestrales. Los villi villi conservan su cultura activa y no petrificada.
La labor cotidiana y la vivencia en cada unidad doméstica tiene componentes rituales. La cosmovisión suelda la identidad grupal y permite abrir -desde la vida originaria- un mundo sin fronteras, más bien de auténtica solidaridad y preservación natural.