RESEÑA
WILLIAM CARTER Y MAURICIO MAMANI: COCA EN BOLIVIA. JUVENTUD, LA PAZ - BOLIVIA, 1986
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La utilización más corriente de la hoja de coca es mascarla, aunque también se usa como medicina, como energético y como lubricante social. Es empleada como cataplasma, en infusiones, y como medio de adivinación del futuro, de diagnosticar enfermedades, de aplacar la ira de los espíritus airados, en definitiva, como una forma de control sobre un mundo amenazante y caprichoso. La compleja gama de usos de la coca ha sido prácticamente ignorada hasta este momento, pero debe ser tenida muy en cuenta ante cualquier intento de interferencia en el abastecimiento de los mercados. Los campesinos de los Andes siempre han afirmado, entre otras cosas, que mascar hojas de coca les quita el hambre, surgiendo así un amplio debate científico en torno al problema de la coca y la nutrición.
La hoja de coca ha sido objeto de controversia desde finales del siglo XV, cuando los españoles observaron por primera vez a los isleños del Caribe masticando aquellas hojas de una planta parecida al zumaque era una práctica muy extendida entre los nativos de América del Sur y Central, antes de la intrusión europea en este hemisferio.
Aunque se desconoce el tiempo y el lugar exacto de su cultivo, parece que es originaria de la cuenca del Amazonas, donde todavía se pueden hallar variedades silvestres. Existen restos arqueológicos que indican su paso por las montañas de la costa Central y Sur del Perú hacia el año 1.500 a C., por tanto las poblaciones del altiplano probablemente conocieron la coca antes de esa fecha. Desgraciadamente, los restos arqueológicos del altiplano no son tan completos como los del desierto de la costa, debido a que la humedad de su clima no lo hace tan apropiado para conservar los restos vegetales. Por lo que no se dispone de fechas más precisas que determinen la introducción de la costumbre de la coca entre las poblaciones de alta montaña. Sin embargo en Tiwanaku (Bolivia), se han encontrado algunos objetos de oro y cerámica representando seres humanos con la mejilla abultada por el bolo de coca. Este hallazgo sugiere que la hoja ya se utilizaba en ese lugar antes del siglo IV d. C.
Es probable que la coca se cultivase independientemente en varios lugares por diferentes pueblos, como así parece indicar la existencia de diversas leyendas relacionadas con sus orígenes. El término "coca", como se conoce a la planta por toda la cordillera desde Argentina al Ecuador y zonas de Colombia, podría derivar de la palabra "quqa", término genérico aymara para el árbol o arbusto
Aunque muy pocos cuestionan el hecho de que la coca fuera conocida en Perú con bastante anterioridad a la aparición del Imperio Inca, existen discrepancias respecto a la exacta naturaleza y extensión de su utilización. Desde la época de los cronistas de la Conquista española, numerosos historiadores han sostenido que los Incas, conservando la práctica de grupos anteriores, restringían el consumo de coca exclusivamente a la nobleza y para ritos religiosos, Insisten además, en que todas las tierras pertenecientes a los Incas y la coca cultivada como tributo por las comunidades locales, era propiedad del emperador y del estado. Parte de esta coca, se supone, era enviada a Cuzco, mientras que el resto se depositaba en almacenes provinciales.
Es evidente que en un alto porcentaje de regiones dominadas por los Incas, existían cocales con un solo propietario así como otros de régimen comunitario, junto con los destinados al Inca y al Sol. La coca producida en los primeros no era objeto de tributo y se destinaba por tanto a un uso particular. Sólo la coca producida en las tierras pertenecientes al Inca y al Sol, se depositaba en los almacenes provinciales, y en algunas circunstancias, como épocas de hambre, o cuando se rendía tributo al estado, la población local tenía acceso a los víveres almacenados (incluida la coca). Los Incas podían reclamar una teórica propiedad sobre todos los cocales, sin embargo permitían a las poblaciones locales el usufructo de esas tierras a cambio de su lealtad, como un medio de incorporar con eficacia a los pueblos recién conquistados e imponer cohesión en sus dominios.
Con la conquista española del Perú trastornó durante largo tiempo este antiguo sistema de producción y distribución de coca. Los conquistadores, que no entendieron la complejidad del sistema de archipiélago, separaron a gran número de mitimaes de sus comunidades locales enviándolos a otras jurisdicciones. Además, los españoles rápidamente se percataron de la posibilidad de un ventajoso negocio, asumiendo el control de la comercialización de la coca mediante el sistema de la encomienda.
Al parecer el crecimiento en la producción de coca, coincidió con el auge minero que siguió al descubrimiento de las ricas vetas de plata de Potosí en el año 1545. La explotación de estas minas requería la movilización de un segmento notable de la población nativa, y los españoles se percataron de la necesidad de la coca como ingrediente indispensable para movilizar a la mano de obra, convencidos de que los nativos no realizarían ningún tipo de trabajo sin coca.
En la relación coca y trabajo la coca la utilizan en todo el año y en todos los trabajos agrícolas. Cualquier cosa puede faltar, menos la coca para trabajar. Ya que la coca es una ayuda para los trabajadores campesinos que trabajan día y noche los campesinos afirman que cuando picchan coca tienen ganas de hacer todo. Le dan ganas de trabajar; hay fuerza, hay voluntad. Ya no tienen hambre; ya no tienen sed. Quieren aguantar el trabajo más y más. La coca es la compañera del campesino.
La coca como integrante social en los pueblecitos y aldeas rurales del altiplano de Bolivia y Perú, es un artículo indispensable que posibilita los buenos modales, la petición de un favor, el trato en los negocios de la comunidad e incluso el inicio de conversaciones casuales en los caminos. Suaviza las relaciones sociales básicas de la misma manera que los cigarrillos o el whisky en la moderna sociedad urbana. Sirve para cerrar un contrato, facilitar una reunión entre amigos, estimular la conversación en reuniones y asambleas; ayuda a restablecer la armonía en situaciones conflictivas; es útil en las visitas de cortesía, en la transferencia de poderes y en toda clase de rituales legitimadores de la estructura de la sociedad rural.
El efecto psicológico de la coca en las asambleas es notable. Las pautas de comportamiento del campesino tienden a dispersarse en estas reuniones por su larga duración cuando el campesino asiste a ellas sabe que deberá permanecer 3 horas por lo menos, cuando no son 6 u 8. Por ese motivo, lleva consigo raciones de papas hervidas, habas, maíz o tostado de trigo. Como habrá de resignarse a tomarlas frías, una vez concluido su almuerzo mascará coca, que con su valor le evitará posibles problemas digestivos.
En los usos medicinales de la coca, las enfermedades tradicionales andinas son consideradas como el resultado de la acción de fuerzas sobrenaturales. Por ejemplo, la jallp'a (tierra) es atribuida por unos a ciertos gases ocultos en la tierra, por otros a una posesión de los espíritus. La saxra waira (mal viento) es asociada a las corrientes de aire. La manchariska (quechua) o ajayu (aymara) se cree que está causada por el vuelo del alma al verse sacudida por un gran susto.
Aparte de estas enfermedades, existen otras que son una fusión de concepción andinas y europeas. Entre ellas se cuentan; dolores de cabeza, malestares estomacales, reumatismo, resfriados, fiebres, pulmonía, colerina, asma, parálisis, hemorragias, luxaciones y fracturas e inflamación del útero, etc. En todas y cada una de ellas, la coca puede intervenir como infusión, símbolo mágico - ritual, emplasto o cataplasma. Puede ser usada para la diagnosis y como lubricante social al solicitar los servicios del especialista.
No hay un sistema de clasificación único que pueda describir la extensa gama de curanderos tradicionales activos en la Bolivia rural. Entre los aymaras se encuentran los yatiris (adivinos o sabios), los quilliris (herbolarios) las usuiris (parteras), los thalirs (especialistas en huesos), y los ch'amakanis (espiritistas, los más poderosos). Un solo individuo puede ejercer varias de estas especialidades simultáneamente, aunque existe una cierta jerarquía. Los yatiris, los quilliris y las usuiris suelen ser los más comunes y los de menor categoría. La usuiri casi siempre es mujer y normalmente desconoce las demás especialidades médicas. En cambio los ch'amakanis son personas excepcionales que infunden gran temor y respeto. Es muy distinto el panorama que se presenta al correlacionar esta utilización de la coca con el nivel de escolaridad. Aquí vemos una clara y constante disminución en el consumo a medida que aumenta el nivel de educación. Una vez más la educación formal emerge como un determinante decisivo.
Existe una variedad de métodos de consulta, pero los más usuales son: sumergir plomo caliente en agua fría, arrojar una clara de huevo en agua cristalina, el juego de las tabas (especie de dados), la forma de la millucha (espuma de la orina), la interpretación de los sueños, la forma adoptada por la vela al derretirse, el no equivocarse al rezar, la dirección del humo del copal o incienso, la forma en la que se consume el cigarrillo, la presencia o ausencia de espuma en la cerveza y el llanto del niño. Si bien todas estas técnicas de adivinación se emplean a menudo, la más corriente y respetada es la lectura de la coca. Ya que con un simple acullico es posible anunciar un futuro favorable o contrario.
En relación a la coca y nutrición al preguntar a un campesino por qué mastica coca, la respuesta será que mitiga su hambre, sueño y cansancio. Probablemente, de respuestas de este tipo surgió la idea de que la coca suple de alguna manera las deficiencias de una nutrición inadecuada. En cualquier, caso, existe una profusa literatura que señala a la coca como la causa principal de la desnutrición en las áreas rurales, sin tomar en cuenta aspectos del contexto socioeconómico, característicos de las regiones consumidoras de coca y que las sitúan en desventaja al compararlas con el resto.
Considerando otras actividades relacionadas con el uso de la coca, encontramos una correlación entre la edad y el convencimiento de que la coca ayuda en la digestión, a la vez que existe una correlación negativa entre dicha creencia y el nivel de escolaridad.
La coca suprime la sensación de hambre y el masticador de coca la consume para suprimir la desagradable sensación que le produce la inanición crónica. Pero el consumo de la droga ocasiona, después de algunos años, la pérdida de apetito. El masticador habituado prefiere la droga a la comida, estableciéndose un círculo vicioso; se empieza a mascar coca para suprimir el hambre, provocando la pérdida del apetito, y se acaba comiendo todavía menos, debido al consumo de coca.
Si existe una toxicomanía que haya producido la quiebra definitiva de los valores espirituales y culturales de una raza, que lejos de permitirle alguna redención, como la de buscar caminos para mejorar su condición, la haya sumido más en la servidumbre y borrado por completo el espíritu de rebeldía, es la cocainomanía, generadora de la deficiente alimentación, la insalubre y rudimentaria vivienda, así como de la alta emotividad, la desconfianza, la irascibilidad, del espíritu mentiroso y calumnioso característico de los grupos humanos que viven sumidos en el vicio.
La coca, cultura y control para los consumidores tradicionales, del pueblo campesino y minero de Bolivia, tiene una relevancia incluso superior a la del café Y tabaco para los norteamericanos o el té para los ingleses.