RESEÑA

JÜRGEN GOLTE: "CULTURA, RACIONALIDAD Y MIGRACIÓN ANDINA", EDICIÓN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS PERUANOS, LIMA, PERÚ, 2001. 144pp.

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Hay algunos elementos claves que podrían ayudar a explicar las grandes diferencias. Quizás el más importante sea que las agriculturas americanas se han desarrollado sin la disponibilidad de animales de tracción, cuya presencia ha potenciado a la fuerza de trabajo humana de los agricultores tempranos europeos desde sus inicios. Es que los caballos, los bueyes, los camellos, elefantes, y cuantos animales se utilizaban para este fin, y las herramientas desarrolladas para su aplicación, han multiplicado la productividad de los esfuerzos humanos rápidamente a niveles que permitían que la gente pudiera sobrevivir con sus productos, y generar excedentes, incluso cuando los suelos eran pobres, o las plantas domesticadas no tenían frutos aprovechables de gran volumen. El segundo factor limitante habría sido la misma naturaleza de las montañas altas, con sus suelos pobres en nutrientes, su terreno en pendientes y las temperaturas bajas que limitan el crecimiento de los cultivos.

Los diversos modos de organizar la producción en el campo andino: la producción multicíclica en las vertientes andinas, la agricultura de riego en gran escala de la costa central y norte, la articulación ganadera-caravanera de la sierra sur, se van combinando ya desde el formativo, dando lugar a lo que se conoce como la Civilización Andina. Sin duda alguna su dinámica inicial nace de las sociedades costeñas con los requerimientos sociales y la productividad elevada de la agricultura de riego que permitió que se desligue una parte importante de la población de las tareas inmediatas de producción en la agricultura y la pesca, formando centros ceremonial-administrativos y de artesanos. Éstos, cuyas necesidades de materia prima son cubiertos desde la costa ecuatoriana, la sierra norte y la selva, son los que dan origen a un espacio integrado con características culturales emparentadas que se ha conocido bajo el nombre de Chavín. Ya después, con la integración de los caravaneros sureños, con sus recuas de llamas de gran capacidad de transporte, el espacio se amplía, dando lugar al florecimiento de regiones y culturas diversas en la costa y la sierra. El período tiwanakuwari es expresión del surgimiento de la consolidación de esta forma de integración organizada por los transportistas de las punas y del Altiplano.

La organización en los Andes como centro de civilización, se ha basado entonces en órdenes diversos de producción agro-ganadera y en sus consecuencias para el ordenamiento social. Si bien este conjunto se desarticula con la conquista española, los logros de las áreas diversas perduran hasta hoy. Quizás la producción multicíclica, expuesta en el presente trabajo, ha perdurado más con sus características específicas, ya que los europeos no podían sustituirla, al carecer de elementos que hubieran permitido superar los logros de los productores andinos.

En este sentido habría que advertir a los lectores actuales que las ideas de "La racionalidad" son particularmente importantes para la comprensión de la agricultura en las vertientes andinas, la vertiente oriental desde el Ecuador hasta Bolivia. Los Andes del norte peruano y los ecuatorianos tienen por lo general condiciones más benignas para los cultivos y por lo tanto ofrecen la oportunidad para agriculturas de otro tipo, y también han podido aprovechar más a partir del período colonial de cultivos y técnicas agrícolas oriundas de otras partes del mundo. Un análisis aparte merece el altiplano peruano y boliviano. El desarrollo agro-ganadero en esta zona muestra desde los orígenes una imbricación particular de la ganadería de auquénidos con una agricultura sumamente exigua, y artesanías, que por un lado se complementan y por otro lado sirven de base para el intercambio caravanero.

Para su comprensión cualquier estudioso debería acudir al trabajo de Lautaro Núñez y Tom S. Dillehay (Movilidad giratoria, armonía social y desarrollo en los Andes Meridionales: Patrones de tráfico e interacción económica. Antofagasta: U. Católica del Norte, 1995). En este trabajo se explica pormenorizadamente cómo la gente del Altiplano ha desarrollado un modo de vida que gracias a la circulación caravanera y la productividad relativamente alta de la ganadería de auquénidos, supo vencer las limitaciones impuestas a la agricultura altiplánica, buscando zonas complementarias en las vertientes. También este desarrollo agro-ganadero, entonces, parte de la utilización complementaria de zonas ecológicas diversas, pero a diferencia de la complementariedad agrícola en función de la utilización plena de la fuerza de trabajo, que es la médula del sistema descrito en "La racionalidad", la complementariedad altiplánica de hecho trata de complementar la dieta de la población altiplánica mediante un intercambio con las zonas bajas, en el cual se troca los excedentes ganaderos y artesanales por productos agrícolas.

También el texto habla sobre “migración andina y cultura peruana”. Porque hay una relación con el sistema cultural que se ha generado en el contexto del manejo agro-ganadero de “La racionalidad…”, pero trata de comprender su significado para el desarrollo de los últimos decenios, en los cuales contingentes cada vez mayores de gente han abandonado el campo andino para desarrollar nuevas formas de vida en las ciudades y en el contexto global, sin perder el nexo con sus antepasados y las formas de agricultura que supieron crear.

 

 

 

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