Juan Alvarez Ticuna [2]
António Guterres Secretario de las Naciones Unidas alertó en su mensaje por el Día Mundial del Medio Ambiente que la Tierra está alcanzando rápidamente “extremos irreversibles” y que nos enfrentamos a una triple amenaza: la pérdida de la biodiversidad, la alteración climática y el aumento de la contaminación.
“La humanidad lleva demasiado tiempo talando los bosques del planeta, contaminando sus ríos y océanos y arando sus pastizales hasta hacer que caigan en el olvido. Estamos devastando los ecosistemas que sustentan nuestras sociedades”, advirtió.
A la amenaza muy cierta de una hecatombe global provocada por el ser humano, se sumó desde el año 2019 la llegada intempestiva del Coronavirus -19, una pandemia universal que nos sigue afectando, y que en sus primeros momentos parecía que nada pudiera controlarla.
Estos acontecimientos nos han hecho pensar en la fragilidad de nuestra convivencia como seres humanos, el poco respeto y la falta de reciprocidad que se tiene con la naturaleza, a la que las grandes empresas e inversionistas consideraran como un bien económico más, servible en la media que proporcione productos y servicios para el consumo de la población, según el modelo económico global imperante.
En contra sentido, cuando se hace más evidente estos síntomas que manifiesta la tierra enferma, es cuando comienza a generarse cierta sensibilidad en algunos grupos, y líderes respecto al restablecimiento, cuidado y preservación de la vida en el planeta. Algunos de ellos han vuelto su mirada y están tratando de adoptar a la Pachamama, como símbolo de sus luchas y declaraciones.
También nos parece conveniente analizar como se comprende desde el marco de las legislaciones recientes suramericanas (Ecuador y Bolivia), a la Madre Tierra como sujeto de derechos, al igual que los seres humanos.
Por este motivo, es bueno aclarar quien es esa Madre Tierra o Pachamama, desde la misma perspectiva andina y si corresponde al sujeto (de derecho) que dicen defender.
En la actualidad, Pachamama es la figura religiosa indígena más popular de los Andes centrales, reconociéndose su importancia en el Sur de Colombia, la zona andina de países como Ecuador, Perú y Bolivia, gran parte de Argentina y Norte de Chile.
El nombre Pachamama para cualquier persona de las comunidades de los Andes Centrales le es familiar, genera respeto y gratitud. Su origen se pierde en la antigüedad y de vez en cuando se le encuentra en más de algún relato como el siguiente:
Pachacamac, dios del cielo, se unió a Pachamama y de esta unión nacieron los gemelos llamados Wilka, varón y hembra. Como en otros mitos andinos, murió el padre, desapareció en el mar o se encantó en una de las islas del litoral.
Quedose viuda la diosa Tierra, sola con sus hijos y reinaba la oscuridad en la soledad de la noche. A lo lejos vieron una luz situada en un distante picacho y se dirigieron hacia las vacilantes llamas. Salieron de Kappur por las fragosidades de Gasgachin de la quebrada de Arma, y en el camino monstruos temibles los acechaban. Al pasar por la laguna de Rihuacocha bebieron de sus aguas y siguieron adelante.
Por último, llegaron a una cueva conocida con el nombre de Waconpahuin en el cerro de Reponge, habitada por un hombre semidesnudo llamado Wakon. En el fuego hervían unas papas en una olla de piedra y, dirigiéndose a los niños, Wakon pidió fuesen a una fuente a traer agua, pero el cántaro que les dio estaba rajado y por esa causa los niños tardaron en regresar a la cueva.
Durante la ausencia de los mellizos, Wakon intentó seducir a Pachamama y, al no lograrlo, la mató y devoró parte de su cuerpo, guardando los restos en una olla.
Al regresar los gemelos preguntaron por su madre y Wakon les dijo que no tardaría en volver, pero los días pasaban sin que apareciera.
Huaychau, ave que anuncia la salida del sol, se compadeció de los niños y les contó la suerte de su madre y el peligro que corrían de continuar con Wakon. Les aconsejó ir a la cueva de Yagamachay, lugar donde estaba durmiendo Wakon y, aprovechando de su sueño, atarlo de los cabellos a una gran piedra y escapar rápidamente, hecho que cumplieron los mellizos.
En su huida los hermanos encontraron a Añas, la zorra que les preguntó donde corrían y al enterarse de sus cuitas les escondió en su madriguera. Mientras tanto despertó Wakon y, después de desatarse de la guanca o piedra, partió en busca de los mellizos.
Por el camino topó con un puma, un cóndor y una serpiente o amaru, pero no supieron decirle donde se hallaban los niños. Después se cruzó con Añas, la zorra, que astutamente le aconsejó subir a un empinado cerro y desde allí cantar imitando la voz de la madre para que los pequeños fuesen hacia el cerro.
Apresurado se marchó Wakon, sin darse cuenta de que Añas le había tendido una trampa, y al pisar la piedra cayó al abismo. Su muerte causó un violento terremoto.
Los mellizos permanecieron con Añas, pero hastiados de alimentarse solo con su sangre, le pidieron ir al campo a recoger unas papas. Allí encontraron una Oca (Oxalis Tuberosa) en forma de muñeca y al jugar con ella se partió en pedazos. Lloraron los niños por la pérdida del juguete y por fin se quedaron dormidos.
Al despertar la niña contó su sueño a su hermano y como ella lanzaba su sombrero al aire y allí quedaba, y lo mismo sucedía con su ropa. Mientras los niños se preguntaban por el significado, vieron bajar del cielo una larga soga. Sorprendidos, consultaron entre ellos y decidieron trepar por la cuerda y ver donde les conducía. Subieron y subieron y llegaron al cielo donde hallaron a Pachacamac que se había apiadado por sus desventuras.
Reunidos con su padre, fueron convertidos el niño en el Sol y la niña en la Luna. En cuanto a Pachamama quedó para siempre bajo la forma de un imponente nevado llamado hasta hoy día La Viuda (Cordillera Central del Perú)”.
Respecto al significado etimológico de Pachamama, hay diferentes acepciones cercanas. El primero que registra el significado de Pachamama es el misionero italiano Ludovico Bertonio en el año 1612:
“Pachamama, suyrumama. (es) “La tierra de pan llenar y acerca de los antiguos era nombre de reverencia, por ver que la tierra les daba de comer. Y así decían. Pachamama wawamaja: ¡oh! tierra, yo seré tu hijo o tómame o tenme por hijo” Diccionario aymara de Ludovico Bertonio 1612.[4]
Según Walter Quispe “Pachamama es la madre del tiempo y espacio vital en el Akapacha, una fuerza activa, que no es espíritu ni materia, es una fuerza vital que se manifiesta en todos planos de la existencia, con la cual coexistimos y criamos la vida”.
“Pachamama, por conclusión es la madre del tiempo y espacio vital, junto a los demás seres tutelares, que comprende todo nuestro mundo material y espiritual inmanente, ella nos cría, en ella criamos la vida. Es dimensión concreta, donde las jerarquías no existen, donde los seres humanos somos uno más de la red, para cultivar la vida en todas sus expresiones, tanto directa o indirectamente en una red recíproca y grandemente interrelacionada”.[5]
Pachamama es una palabra quechua-aymara cuya etimología se compone de Pacha: universo o mundo y Mama: Deidad, madre; por lo que Pachamama hace referencia a la deidad máxima de los pueblos andinos.
Sin embargo, esta definición etimológica es insuficiente para designar el complejo significado cultural que históricamente ha tenido Pachamama para estos pueblos. De hecho, para algunos estudiosos, “Pacha” en la cultura quechua hace referencia a un amplio concepto, difícilmente abarcable por un sólo concepto semejante existente en otras lenguas.
En sus orígenes, el mito de la Pachamama debió referirse primitivamente al tiempo, tal vez vinculado de alguna forma con la tierra: el tiempo que distribuye las estaciones y fecunda la tierra, pero también el tiempo que cura los dolores. Pacha significa tiempo en lenguaje quechua y aymara, pero con el transcurso de los años, y las alteraciones de la lengua, finalizó reduciéndose a la palabra tierra.
Como puede verse, esta apreciación del “tiempo” no equivale a lo que en las civilizaciones modernas se entiende como tal. Para estas culturas, el tiempo es “una medida” de lo que transcurre, así se cuantifica y se enumera.
Para los andinos, sin embargo, éste no es numerable y equivale a lo que globalmente transcurre en un lugar; así que «Pacha» es también lugar, incluso, mundo y universo; de tal suerte que, incluso la interpretación de la Pachamama autóctona, como “Madre Tierra”, terminaría siendo un prejuicio de la cultura “occidental” ya que la Pacha no excluye al “cielo”, es el universo entero de nuestra existencia.
Pachamama desde la cosmovisión y la lingüística aymara.
Desde esta cosmovisión originaria, todos somos hijos de la Madre Tierra y el Padre Cosmos, en aymara se afirma: “Pachamaman Pachakaman wawapatanwa”, que significa “somos hijos de la Madre Tierra y del Padre Cosmos”, por lo tanto la relación del ser humano con el entorno es de hijo(a) a padre‐madre. Y cuando decimos “todos” nos referimos a toda forma de existencia, por lo que no solamente entre seres humanos resultamos ser hermanos sino con cada planta, animal, insecto, piedra, pues para nosotros “todo vive”.
Pachamama (Madre Tierra) es la fuerza telúrica y Pachakama (Padre Cosmos), la fuerza cósmica; toda forma de vida viene a ser la expresión de la complementación de ambas energías, el punto convergente de estas dos fuerzas. Pachamama es la conjunción de dos palabras; mama que significa madre y pacha que se traduce literalmente como tiempo y espacio, pero bajo nuestra lógica tiene un significado más amplio.
Sin embargo, es necesario remitirnos al significado de PACHA- un término quechua y aymara -, para entender a la PACHAMAMA.
Según Fernando Huanacuni Mamani, “la palabra Pacha es la unión de las dos fuerzas. PA que viene de PAYA, que significa Dos y CHA que viene de ch’ama, que significa Fuerza (dos fuerzas). Dos fuerzas cósmico‐telúricas que interactúan y se complementan en armonía y equilibrio, para poder expresar aquello que llamamos multiverso, como una totalidad de lo visible (Pachamama) y lo invisible (Pachakama)”.
“Pachamama representa el mundo material visible y tangible, por lo tanto, cuando hablamos de respeto a la Madre Tierra, no estamos solamente hablando de respeto a la naturaleza o a la tierra propiamente, hablamos de respeto a toda forma de existencia, lo que implica cuidar y respetar los ríos, las montañas, los árboles, los animales y a los seres humanos que también son Pachamama”.[6]
Mesa ritual a la Pachamama
Como se dijo, la Madre Tierra en agosto se encuentra con “hambre y sed” y los hijos humanos como reciprocidad a los favores recibidos deben acogerla con ofrendas que calmen su “sed y hambre”. Por ello, la gente se junta en la noche previa al primero de agosto y prepara la mesa ritual a la Pachamama, que es una especie de banquete que se le ofrece con elementos aromáticos, sabores y colores que “le gustan” a la Pachamama. Durante la preparación hacen libaciones y ch’allas por la Pachamama, compartiendo entre ellas.
“Estas ceremonias consistían en incinerar una plantita que se llama colla junto otros elementos y se pedía permiso a la madre tierra y bendiciones para que las plantas crecieran bien”[7]
“El primero de agosto, es de mucha importancia para la gente andina. Ese día la Pachamama despertará con hambre. Debemos ofrecerle una mesa (qülla y wilancha que es su comida), para que nos de abundante fruto.” Ese día comienza el ciclo productivo agrícola. A partir de esta fecha la tierra está preparada y apta para recibir la semilla”[8]
Javier Vilca describe la ceremonia del 31 de julio, víspera de primero de agosto. En la noche se realiza la ceremonia de la suerte. Se trata de una ceremonia familiar donde se phawa los bienes familiares, para que haya abundancia durante el año que se inicia, y para que se reproduzcan los bienes familiares.[9]
Debido a factores como la migración de la población andina, la ceremonia se adaptó en las ciudades, explica el antropólogo Nelson Antequera.
“Es un rito agrícola para fortalecer a la Pachamama, pero ahora tiene un carácter urbano porque personas del transporte y el comercio de las ciudades también lo hacen, al igual que las familias que piden que les vaya bien, salud e incluso algunos que desean el amor. La costumbre se adecuó al ámbito urbano, pero ya no por el lado agrícola sino por los deseos de suerte y prosperidad”[10]
Pero, la Pachamama no es recordada solo en agosto, también al comenzar cualquier trabajo importante nuestros abuelos siempre hacían una ceremonia.
“Tenían costumbres algunos para las cosechas en las chacras, de enterrar para la Pachamama, una botellita de alcohol, una malta, una Pilsen, una papaya, una botellita de vino, cigarro, coca y copala, eso lo enterraban y al otro año cambiaban otra vez lo mismo, le hacían un poco de brasas con carbón y echaban el copal, eso era para la cosecha”[11]
El día 1° de agosto es un día crucial para el clima del año en las comunidades andinas. Las señas del cielo, de la flora, de la fauna, configuran el pronóstico del año siguiente.
En las comunidades aymaras de Tarapacá, si el cactus silvestre del campo llamado pusinkaya, sancallo o guacalla, florece en el mes de agosto, es seña que habrá un buen año para el campo. Si los zorros cantan en los primeros días de agosto en forma clara, el año será bueno. Si amanece con un cielo despejado el año será sin lluvias, si por el contrario aparece nublado, habrá lluvia. Todo ese periodo la Pacha está abierta a entregar sus bendiciones y secretos, si le ofrendan como corresponde.
Antecedentes sobre estos pronósticos para la región altoandina del Perú nos referencia Ricardo Claverías: “Entre las plantas silvestres más importantes para predecir el clima, según los campesinos, se encuentra el “sancayo” (es una cactácea). La primera floración se realiza entre los meses de junio y julio. La segunda en agosto y la tercera en noviembre. Una señal de buen año es cuando la floración de esta planta es abundante en el mes de agosto”;[12].
La espiritualidad que las poblaciones andinas, sienten del entorno que le rodea, donde todo tiene vida o ánimo, obliga a una relación en sintonía con la naturaleza, interpretando sus necesidades y devolviendo recíprocamente sus beneficios. La Pachamama es un referente concreto de la espiritualidad que emana de una relación simbólica de mutua ayuda con la naturaleza.
Esta vinculación cercana y fraternal, incide en la identidad de las personas que se sienten pertenecientes a la Madre Tierra, benefactores y responsables con ella.
“La visión del mundo de los aymaras nos da la señal de cómo la identidad es el motor del desarrollo. Ellos entienden el desarrollo como bienestar, que se funda en el diálogo permanente con la Pachamama. El Cosmos debe estar en equilibrio. Todo tiene su lugar y cada una de las partes, seres humanos, naturaleza y animales, integran un mismo horizonte”;[13].
En las comunidades rurales, las mujeres desempeñan un rol particularmente importante en la transmisión y conservación de la cultura a través de la vida familiar y comunal. En las comunidades quechuas, aimaras, atacameñas, collas y diaguitas, las mujeres cumplen roles fundamentales en el desarrollo agrícola; por ejemplo, en la siembra, en la selección y el almacenamiento de las semillas, en la socialización de los conocimientos, en la difusión valórica a nivel comunal y familiar.
La cualidad esencial que conlleva a cumplir estos roles de la mujer en la familia y en la comunidad es “la de constituir fuente de la vida, poseer la fertilidad para generar el nacimiento de nuevos seres, al igual que la “Pachamama” que es personificada como madre o como una abuela “tan igual que cualquier abuela real de la comunidad, que viste como nosotros, que quiere y castiga a sus hijos como cualquier madre de la comunidad” (expresiones del campesino Víctor Juli, en la comunidad de Amantani). “Pachamama” (el símbolo religioso) y la mujer son dos entes que contienen la fertilidad. Todas las semillas y los animales nacen en los cerros y las fuentes de agua, la Pachamama solo concede al hombre esos recursos en calidad de encargo, mientras los cuide bien. En la crianza de estas “uywas” (crías), tiene como preeminencia a la mujer adulta y con capacidad evidenciada de ser madre, “no solo porque tienen hijos sino también porque poseen las manos para abrigar”.[14]
Por tanto, las mujeres andinas en cuanto a su sensibilidad y fortaleza espiritual emularían a la Pachamama, en multiplicar la vida y conservar la sabiduría ancestral y proteger el medio ambiente que nos rodea.
La sensibilidad o preocupación que despierta el futuro del planeta obliga a resguardar a lo memos el mundo que habitamos ¿pero podemos hablar de derechos de la Pachamama a quien, hemos descrito como espíritu inmanente que queremos como madre regeneradora de la vida?
La constitución de la República del Ecuador señala en el artículo 71 del año 2008.
“La naturaleza o Pacha Mama, donde se reproduce y realiza la vida, tiene derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos.
Toda persona, comunidad, pueblo o nacionalidad podrá exigir a la autoridad pública el cumplimiento de los derechos de la naturaleza. Para aplicar e interpretar estos derechos se observarán los principios establecidos en la Constitución, en lo que proceda.
El Estado incentivará a las personas naturales y jurídicas, y a los colectivos, para que protejan la naturaleza, y promoverá el respeto a todos los elementos que forman un ecosistema”.
Por lo expuesto, consideramos que la Pachamama rebasa el significado y semántica del concepto naturaleza, por su connotación que tiene desde occidente se la ve como sinónimo de medio ambiente. Desde una visión antropocéntrica, medio ambiente es el hábitat; en cambio para el andino, es el espacio vivo. Pachamama no es medio ambiente, no es solo hábitat, es por antonomasia el medio viviente que regenera la vida donde el andino cohabita y comparte la existencia con los demás seres. Huanacuni refuerza esta aseveración:
“Hasta el momento todas las propuestas se han enfocado en «cuidar» el «medio ambiente» y son justamente esos términos los que demarcan la diferencia de paradigmas. Para los pueblos indígena originarios no solamente la Madre Tierra no es objeto, no es medio ambiente, sino que es «nuestra Madre» y es una Madre que ha visto pasar muchas humanidades, sin embargo ella sigue ahí eterna, milenaria, indestructible; sería pretencioso de parte nuestra afirmar que «vamos a cuidar de ella», porque en última instancia si no somos capaces de convivir con ella, ella es capaz.”[15]
El punto más complicado para este tipo de normativa, puede estar en lo referido a las sanciones, por que sabemos de qué manera castiga la Pachamama, cuando no se cumplen las costumbres. Entonces dentro de un nuevo escenario jurídico nos preguntamos ¿de qué manera castigarán los tribunales de justicia los atentados o daños a la Pachamama? ¿No se crearán entonces más odios contra los hijos de la Pachamama, de parte de otras personas que no conocen o comprenden esta espiritualidad?
Para los andinos, no debiera ser necesario una ley o normativas que regulen vivir o convivir en armonía y reciprocidad con la naturaleza, los Mallkus y las personas. Puesto que, si no hacemos minka, ayni o no respetamos las costumbres, la vida del andino se vuelve inestable y poco segura.
La construcción de una nueva forma de vida, el paradigma del buen vivir – suma kamaña o sumaq kawsay – podría es el modelo para que quienes se han criados o malcriados en culturas que avasallan con el medio ambiente, dejen de depredarlo y enfermarlo.
BIBLIOGRAFÍA:
Alvarez Ticuna, Juan (2000) “Jach´a mamanaj tatanaj layrapachat jiwasasaru asuriri”. Nuestros sabios abuelos nos hablan de tiempos antiguos.
Bertonio Ludovico (1692-2011). Republicado por instituto de las lenguas y literaturas andinas-amazónicas (illa-a). La Paz –Bolivia.
Claverías, Ricardo “Conocimientos de los campesinos andinos sobre los predictores climáticos: elementos para su verificación.
Claverías, Ricardo y Benavente, Sonia “Buenas prácticas” con el permiso de la “Pachamama”. Roles de las culturas aymara y quechua para la conservación de la biodiversidad y el desarrollo sostenible.
Constitución de la Republica del Ecuador. 2008.
Guerrero, Bernardo (2009) “Identidad, motor del desarrollo” en “Identidad Regional, reconociendo la diversidad para el desarrollo de los territorios” SUBDERE.
Huanacuni Mamani. Fernando ·”Pachamama: Sagrada Madre Tierra”
Huanacuni Mamani, Fernando Los derechos de la Madre Tierra http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2413-28102016000100012
Quispe Walter. “Aymara, cultura y tradición de un pueblo milenario”
Villar Córdoba, 1933 – Rostworoski 1991, Compartiendo luz con el sol Blog. El mito de Pachamama y Pachacamac:
https://compartiendoluzconsol.wordpress.com/2013/04/18/el-mito-de-pachamama-y-pachacamac/
Vilca Ticuna, Javier (2012) “Al encuentro con la Pachamama”. Collahuasi – Iquique.
Notas
[1] Pachamama Santa Tierra” 2005. Óleo, ALBERTO, Javier Luis. Artista plástico argentino.
[2] Profesor y escritor aymara.
[3] Villar Córdoba, 1933 – Rostworowski 1991
[4] Ludovico Bertonio 1692. Republicado por instituto de las lenguas y literaturas andinas-amazónicas (illa-a). La Paz –Bolivia 2011 pag.420
[5] Walter Quispe. Aymara, cultura y tradición de un pueblo milenario” pag.23
[6] Fernando Huanacuni Mamani. Pachamama: Sagrada Madre Tierra
[7] Juan Alvarez Ticuna “ Jach´a mamanaj tatanaj layrapachat jiwasasaru asuriri”. Nuestros sabios abuelos Nos hablan de tiempos antiguos. 2000
[8] Javier Vilca Ticuna “Al encuentro con la Pachamama”. 2012.pag 43
[9] Op. Cit. Anterior pág. 45
[10] Diario La Razón “las ofendas a la Pachamama se adecúan al deseo de los devotos” 1º de agosto de 2012 https://www.la-razon.com/sociedad/2012/08/01/las-ofrendas-a-la-pachamama-se-adecuan-al-deseo-de-los-devotos/
[11] Álvarez ticuna, Juan, ob. Cit pag versión de Teolinda Mollo Quispe.
[12] Claverías, Ricardo “Conocimientos de los campesinos andinos sobre los predictores climáticos: elementos para su verificación”.
[13] Bernardo Guerrero “Identidad, motor del desarrollo” en “Identidad Regional, reconociendo la diversidad para el desarrollo de los territorios” SUBDERE Diciembre 2009 pag.39
[14] Ricardo Claverías Huerse y Sonia Benavente Benavente “Buenas prácticas” con el permiso de la “Pachamama”
Roles de las culturas aymara y quechua para la conservación de la biodiversidad y el desarrollo sostenible
[15] Huanacuni Mamani, Fernando Los derechos de la Madre Tierra, http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2413-28102016000100012
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